—Pero la resistencia a un oficial del Imperio esta…, esta penada con la muerte —susurro Pola contemplandole con expresion horrorizada.

—?De veras? Bueno, ya veremos.

—Silencio. Creo que vuelven.

Arvardan cerro los ojos e intento serenarse. Oyo que Pola lanzaba una exclamacion ahogada, y cuando sintio el pinchazo de la hipodermica no consiguio que sus musculos le obedecieran. Y una maravillosa oleada de puro alivio empezo a circular por sus venas y sus nervios. Sus brazos se flexionaron, y su espalda se relajo lentamente hasta dejar de formar un arco rigido. Arvardan parpadeo rapidamente y se irguio sobre un codo.

El coronel le estaba observando con expresion pensativa. Pola le contemplaba con cierto temor, pero en sus ojos tambien habia alegria.

—Bien, doctor Arvardan, segun parece esta tarde hemos sufrido un desagradable contratiempo en la ciudad, ?no? —dijo el coronel.

Doctor Arvardan… Pola comprendio que sabia muy poco acerca de el. Ni tan siquiera tenia idea de a que se dedicaba… Nunca habia experimentado una sensacion semejante.

—?Desagradable? —comento Arvardan, y dejo escapar una risita enronquecida—. Creo que no es el adjetivo mas apropiado.

—Le fracturo un brazo a un oficial del Imperio que se disponia a cumplir con su deber.

—Ese oficial me habia golpeado, y el cumplimiento de su deber no incluia la necesidad de insultarme groseramente tanto con palabras como con actos. AL proceder de esa forma perdio todo el derecho que pudiera tener a ser tratado como un oficial y un caballero, y en mi calidad de ciudadano del Imperio me esta permitido rechazar energicamente ese tratamiento torpe…, por no decir ilegal.

El coronel carraspeo. La respuesta de Arvardan parecia haberle dejado sin argumentos. Pola tenia los ojos abiertos como platos y les estaba contemplando con cara de incredulidad.

—Bien, no hace falta que le diga hasta que punto lamento que se haya producido este desgraciado incidente —murmuro por fin el coronel—. AL parecer el dolor y la ofensa han quedado repartidos en partes iguales… Quiza sea mejor olvidar el incidente, ?no le parece?

—?Olvidarlo? No creo que sea buena idea, coronel. He sido huesped del palacio del Procurador Ennius, y creo que al Procurador le interesara conocer con toda exactitud que clase de metodos emplea su guarnicion para mantener el orden en la Tierra.

—Doctor Arvardan, le aseguro que recibira excusas publicas por lo ocurrido y…

—Al diablo con las excusas publicas. ?Que piensa hacer con la senorita Shekt?

—?Que me sugiere usted?

—Que la deje en libertad inmediatamente, que le devuelva sus documentos y que le ofrezca sus excusas…, ahora mismo.

El coronel se sonrojo.

—Naturalmente —dijo haciendo un visible esfuerzo para controlarse, y se volvio hacia Pola—. Si la senorita quiere aceptar mis mas sinceras disculpas…

Dejaron atras las oscuras murallas del cuartel imperial. El viaje en aerotaxi hasta la ciudad propiamente dicha apenas duro diez minutos, y transcurrio en el silencio mas absoluto. Cuando llegaron a la desierta oscuridad del Instituto ya era pasada la medianoche.

—Me temo que no he entendido muy bien lo que ha ocurrido —dijo Pola—. Usted debe ser una persona muy importante. Oh, me siento tan ridicula al no saber ni como se llama… Nunca imagine que los espaciales pudieran tratar asi a un terrestre.

Arvardan se sintio obligado a poner fin a la ficcion, aunque no tenia muchos deseos de hacerlo.

—No soy terrestre, Pola —dijo—. Soy un arqueologo del Sector de Sirio.

La muchacha se volvio rapidamente hacia el, y Arvardan vio su rostro palido bajo la luz de la luna. Pola le contemplo en silencio durante unos momentos.

—Entonces desafio a los soldados imperiales porque despues de todo no corria ningun riesgo al hacerlo…, y usted lo sabia. Y yo crei…, tendria que habermelo imaginado, claro. —Sus ojos estaban llenos de amargura y se sentia ofendida—. Senor, le ruego humildemente que me disculpe si en algun momento he incurrido en una lamentable familiaridad con usted debido a mi ignorancia, y…

—Pola, ?que te ocurre? —exclamo Arvardan con irritacion—. ?Que importancia tiene que yo no sea terrestre? ?Por que tiene que cambiar eso la opinion que te habias formado de mi hace solo cinco minutos?

—Podria habermelo dicho, senor.

—No te he pedido que me llamaras «senor», y te ruego que no te comportes como los otros.

—?A que otros se refiere, senor? ?A los asquerosos animales que viven en la Tierra, quiza? Le debo cien creditos.

—Olvidalos —respondio Arvardan poniendo cara de disgusto.

—No puedo obedecer esa orden, senor. Si me da sus senas manana mismo le enviare un giro por esa cantidad.

Arvardan decidio mostrarse subitamente brutal.

—Me debes mucho mas que cien creditos.

Pola se mordio el labio inferior.

—Es la unica parte de mi enorme deuda que puedo saldar, senor —murmuro—. ?Sus senas…?

—Casa del Estado —mascullo Arvardan por encima del hombro, y se perdio en la noche.

?Y de repente Pola descubrio que estaba llorando!

Shekt la recibio a la puerta de su despacho.

—Ha vuelto —dijo—. Un hombrecillo muy flaco le trajo al Instituto.

—?Estupendo! —exclamo Pola.

Le resultaba muy dificil hablar.

—Me pidio doscientos creditos y se los di.

—Solo tenia que pedirte cien, pero no tiene importancia.

Pola paso junto a su padre.

—Estaba muy preocupado —dijo Shekt—. El disturbio en esos grandes almacenes… No me atrevi a preguntar nada. Podria haberte puesto en peligro.

—No te preocupes. No ocurrio nada… Dejame dormir aqui esta noche, papa.

Pero ni tan siquiera su terrible agotamiento la ayudo a conciliar el sueno. Pola se pregunto por que no podia dormir, y se dijo que porque habia ocurrido algo. Habia conocido a un hombre, y daba la casualidad de que aquel hombre era un espacial.

Pero sabia donde se alojaba… Si, lo sabia.

10. UNA INTERPRETACION DE LOS ACONTECIMIENTOS

Los dos terrestres presentaban el contraste mas absoluto imaginable: uno era el mayor poder aparente en la Tierra, y el otro era el mayor poder real de la Tierra.

El Primer Ministro era el terrestre mas importante de todo el planeta, el gobernante de la Tierra reconocido por decreto formal y directo del Emperador de toda la Galaxia…, sujeto, naturalmente, a las ordenes del Procurador del Emperador. Su secretario no parecia ser nadie, apenas un miembro de la Sociedad de Ancianos que, teoricamente, era designado por el Primer Ministro para ocuparse de ciertos detalles no especificados y que, teoricamente, podia ser destituido a voluntad por el Primer Ministro.

El Primer Ministro era conocido en toda la Tierra, y estaba considerado como el arbitro supremo en todo lo referente a las Costumbres. Era quien anunciaba las excepciones a la Costumbre de los Sesenta y quien juzgaba a los profanadores del ritual, a los que no cumplian con el racionamiento o las normas de produccion, a los que entraban en las Zonas Vedadas y a otros culpables de delitos parecidos. Por su parte, el secretario no era conocido por nadie —ni tan siquiera de nombre—, como no fuese por la Sociedad de Ancianos y el Primer Ministro

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