—?Por esas palabras?

—No las recobre todas, pero rastree mi investigacion hasta donde pude y obtuve una lista de ocho palabras. No sabes lo dificil que resulto, porque ya era sensible a ellas. Antes simplemente debia pasarlas por alto, idiotizarme al verlas… tal como Padre cuando se equivocaba en cuanto a la vision del Alma Suprema. Asi fue como llegaron a mi primera lista, pero sin definiciones… solo me idiotizaba cuando pensaba en ellas. Pero ahora, al verlas, tenia esa sensacion de claustrofobia. Necesitaba aire. Tenia que salir de la biblioteca. Pero me obligue a regresar. Nunca me habia esforzado tanto. Me obligue a quedarme y a pensar lo impensable. Albergar en la mente conceptos que el Alma Suprema no quiere que recordemos. Conceptos que antano fueron tan comunes que todos los idiomas del mundo tienen palabras para ellos. Palabras antiguas. Palabras perdidas.

—?El Alma Suprema nos oculta cosas?

—Si.

—?Como que?

—Si te lo digo, Nafai, empezaras de nuevo.

—No, no lo hare.

—Lo haras. ?Crees que no lo se? ?Crees que no he librado mi propia batalla este ultimo ano? Asi que te imaginaras mi sorpresa cuando anoche, en la cocina, Elemak se puso a hablar de una de esas cosas prohibidas. Carros de guerra.

—?Prohibidas? ?Como puede ser prohibida? Ni siquiera es antigua.

—?Ves? Ya lo has olvidado. La palabra kolesnisha.

Oh, si. Es verdad. No, recuerdo eso.

—Pero no lo recordaste hasta que yo lo dije. Es verdad, penso Nafai. Una laguna.

—Anoche tu y Elemak hablabais de carros de guerra, aunque yo tarde meses en estudiar la palabra kolesnisha sin jadear todo el tiempo.

—Pero no dijimos kolesnisha.

Lo que estoy diciendo, Nafai, es que el Alma Suprema se esta debilitando.

—Esa es una vieja teoria.

—Pero es cierta —dijo Issib—. El Alma Suprema protege ciertos conceptos, impidiendo que los seres humanos piensen en ellos. Solo en los ultimos anos los cabeza mojada han sido capaces de pensar uno de ellos. Al igual que los potoku. Y nosotros. Y anoche, mientras Elemak hablaba de eso, no senti la menor punzada de panico.

—Pero aun asi me hizo olvidar la palabra. Kolesnisha.

Un efecto residual. La recordaste esta vez, ?verdad? Nafai, el Alma Suprema ha desistido de impedirnos pensar en el concepto de carro de guerra. Al cabo de millones de anos, ya no lo intenta.

—?Que mas? —pregunto Nafai—. ?Cuales son los otros conceptos?

—Aun no ha desistido de ocultarnos esos otros. Y tu pareces ser muy sensible al Alma Suprema, Nyef. No se si puedo contartelos, o si los recordarias mas de cinco minutos.

—Es decir que puedo saber que el Alma Suprema nos impide conocer cosas, pero no puedo saber cuales porque el Alma Suprema aun impide que las sepa.

—En efecto.

—Entonces, ?por que el Alma Suprema no impide que la gente piense en matar? ?Por que el Alma Suprema no impide que la gente piense en luchar, violar y robar? Si puede hacerme esto, ?por que no hace algo util?

Issib sacudio la cabeza.

—No parece correcto. Pero estuve pensando en ello (recuerda que tuve un ano) y he aqui la mejor idea que se me ocurrio. El Alma Suprema no quiere impedirnos que seamos humanos. Y eso incluye el dano que nos infligimos unos a otros. Solo trata de reducir la escala del dano. Todas las cosas que estan prohibidas… ?Como contarte esto sin que reacciones de nuevo…? Si tuvieramos las maquinas a que aluden las palabras prohibidas, todo lo que hicieramos tendria mayores consecuencias, y cada arma causaria mas estragos, y todo sucederia mas pronto.

—?El tiempo se aceleraria?

—No —dijo Issib, escogiendo las palabras con cuidado—. Imagina que los gorayni pudieran traer un ejercito de cinco mil hombres desde Yabrev a Basilica en un dia.

—No me hagas reir.

—Imagina que pudieran.

—Estariamos indefensos, por supuesto.

—?Por que?

—Bien, no tendriamos tiempo para organizar un ejercito.

—Entonces, si supieramos que otras naciones pueden hacerlo, tendriamos que mantener un ejercito permanente, por si alguien nos atacara.

—Supongo que si.

—Pues bien, sabiendo eso, supongamos que los gorayni hallaran el modo de trasladar cincuenta mil soldados, no cinco mil, y no en un dia, sino en seis horas.

—Imposible.

—?Y si te digo que ya se ha hecho?

—Quien pudiera lograrlo dominaria el mundo entero.

—Exacto, Nyef, a menos que todos los demas tambien pudieran hacerlo. ?Pero que mundo seria? Seria como si el mundo se hubiese empequenecido, y todos fueran vecinos de los demas. Una nacion cruel, prepotente y dominante como los gorayni podria poner sus ejercitos en el umbral de cualquier pais. Las demas naciones del mundo tendrian que aliarse para detenerlos. Y en vez de morir unos pocos miles de personas, moririan un millon o diez millones de personas en una guerra.

—Por eso el Alma Suprema nos impide pensar en… modos rapidos… de trasladar muchas tropas de un lugar al otro.

—Te ha costado decirlo, ?verdad?

—Yo… mi mente divagaba.

—Es dificil retener este concepto en la mente, a pesar de que ni siquiera pensabas en algo concreto.

—Odio esta situacion —dijo Nafai—. Ni siquiera puedes decirme como podria lograrse semejante cosa. Y aun asi apenas consigo retener el concepto en la mente. Odio esta situacion.

—No creas que el Alma Suprema esta habituada a que alguien lo note. Opino que el mismo hecho de que puedas pensar en el concepto de conceptos impensables significa que el Alma Suprema esta perdiendo el control.

—Issya, jamas me habia sentido tan desamparado y estupido.

—Y no es solo guerras y ejercitos —dijo Issib—. ?Recuerdas la historia de Klati?

—?El descuartizador?

—El hombre que entraba por las ventanas de las mujeres por la noche y las destripaba como reses.

—?Por que el Alma Suprema no lo idiotizaba cuando el pensaba en hacer eso?

—Porque la tarea del Alma Suprema no consiste en volvernos perfectos. Pero imagina si Klati hubiera podido abordar un… si hubiera podido viajar rapidamente para llegar a otra ciudad en seis horas.

—Habrian sabido que era un forastero y le vigilarian tanto que no hubiera podido hacer nada.

—No lo comprendes… imagina que miles, millones de personas hacen lo mismo a diario…

—?Descuartizar mujeres?

—Volar de una ciudad a otra.

—Esto es una locura —exclamo Nafai. Se levanto de un brinco y enfilo hacia la casa.

—Regresa —dijo Issib—. Tu no piensas eso. Te lo hacen pensar.

Nafai se apoyo en una de las columnas del porche. Issib tenia razon. Se sentia bien, pero de pronto Issib decia algo y el tenia que irse, alejarse, y ahora jadeaba apoyado en la columna. El corazon le palpitaba con tal fuerza que se debia de oir a un metro de distancia. ?Era posible que el Alma Suprema pudiera inspirarle tanto temor y estupidez? En tal caso, el Alma Suprema era su enemigo. Nafai no queria rendirse. El podia pensar en ciertas cosas, a despecho del Alma Suprema. Podia pensar en lo que Issib habia dicho sin necesidad de echar a correr.

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