—Detenernos —determino Nafai—. Por un dia. No tocar los temas prohibidos. Ver si la gente comienza a recibir visiones nuevamente.

—?De verdad crees que hemos ocupado tanto tiempo del Alma Suprema que no puede comunicar visiones a la gente? ?Y el tiempo en que dormimos y comemos? Hay muchas interrupciones.

—Tal vez la hemos confundido. Tal vez esta asustada porque no sabe que hacer con nosotros.

—De acuerdo. Pues no nos limitemos a renunciar. Demos algunos consejos al Alma Suprema, ?por que no?

—?Por que no? Es un artefacto fabricado por seres humanos, ?verdad?

—Eso creemos. Quiza.

—Pues digamosle que deje de preocuparse por bloquearnos. Es una mision sin cometido y debe dejar de perder el tiempo ahora, porque aunque nosotros podamos pensar en todos los temas prohibidos del mundo, no lo revelaremos a nadie ni intentaremos construir nada, ?o si?

—Claro que no.

—Pues juralo, Issib. Yo jurare tambien. Lo juro ahora mismo. ?Escuchas, Alma Suprema? No somos tus enemigos, asi que no pierdas un segundo mas en controlarnos. Vuelve a comunicar visiones a las mujeres y dedica el tiempo a bloquear a los sujetos peligrosos. Los cabeza mojada, por ejemplo, Gaballufix. Y tal vez Roptat, tambien. Y si no puedes bloquearlos, entonces al menos haznos saber que debemos hacer para que los bloqueemos nosotros.

—?Con quien estas hablando?

—Con el Alma Suprema.

—Esto parece muy estupido —rio Issib.

—Esa cosa nos ha dicho siempre que pensar. ?Que hay de estupido en darle una sugerencia de vez en cuando? Presta el juramento, Issya.

—Si, lo prometo. Lo juro solemnemente. ?Estas escuchando, Alma Suprema?

—Esta escuchando. Eso lo sabemos.

—Ya. ?Y crees que nos hara caso?

—No se. Pero si se una cosa… no averiguaremos nada mas con pasar el resto del dia en la biblioteca. Salgamos de aqui. Pasemos la noche en casa de Padre. Tal vez se nos ocurra una buena idea. O quiza Padre tenga una vision… O cualquier otra cosa.

Solo esa tarde, al irse de casa de Madre, Nafai recordo que Elemak cortejaba a Eiadh. Claro que Nafai no tenia derecho a odiarlo por eso. Jamas le habia comentado a nadie sus sentimientos por la muchacha. Y a los catorce anos era demasiado joven para que alguien lo tomara en serio corno candidato a companero legitimo. Era natural que Eiadh deseara a Elemak. Eso lo explicaba todo: por que se mostraba tan amable con Nafai y sin embargo nunca se le acercaba. Queria granjearse su buena disposicion por si el ejercia alguna influencia sobre Elemak. Pero nunca habria pensado en aceptar un contrato con Nafai. A fin de cuentas, solo era un nino.

Luego recordo lo que Hushidh habia dicho de Issib. No podia hablar con el. ?Porque era un tullido? Improbable. No, Hushidh era timida con Issib porque lo consideraba un posible companero. Hasta yo se lo suficiente acerca de las mujeres para adivinarlo, penso Nafai.

Hushidh tiene mi edad, y se fija en mi hermano mayor cuando piensa en un companero. En una chica de mi edad ejerzo tanta atraccion sexual como un arbol o un ladrillo. Y Eiadh es mayor que yo, una de las mayores del curso, mientras que yo soy de los menores. ?Como se me ocurrio pensar…?

Sintio un fuerte rubor en las mejillas, aunque solo el conocia su humillacion.

Caminando por las calles de Basilica, Nafai comprendio que no habia salido de la casa de Madre desde que se habia puesto a investigar con Issib, excepto por algun paseo por la Calle de la Lluvia. ?Habia menos gente en las calles? Tal vez. Pero lo que habia cambiado era el modo de caminar. La gente de Basilica caminaba con determinacion, pero eso no le impedia gozar de su entorno. Incluso los que llevaban prisa solian detenerse un instante, o al menos sonreian, cuando pasaban frente a un musico callejero, un malabarista o un comico que recitaba sus coplas. Y muchos observaban con autentico placer, conversando con sus acompanantes, pero tambien interpelando a extranos, como si todos los basilicanos fueran vecinos o parientes.

Esa tarde era diferente. Mientras el sol aureolaba los tejados del oeste proyectando oblicuas franjas de negrura en las calles, la gente parecia eludir la luz como si les quemara la piel. Nadie se fijaba en nadie ni prestaba atencion a los musicos callejeros, cuyas melodias parecian mas timidas, como si estuvieran dispuestos a interrumpir la cancion al primer indicio de disgusto de un viandante. Las calles eran mas silenciosas porque casi nadie hablaba.

Pronto fue evidente la razon. Un contingente de ocho hombres avanzo calle arriba, con pulsadores en la mano y espadas energeticas en la cintura. Soldados, penso Nafai. Hombres de Gaballufix. Aunque oficialmente eran milicianos de los Palwashantu, pero Nafai no sentia ningun parentesco con ellos.

No miraban a los costados, como si avanzaran con un rumbo determinado. Pero Nafai e Issib advirtieron que las calles se vaciaban con el paso de los soldados. ?Adonde habian ido los peatones? No estaban escondidos, pero solo reaparecieron cuando los soldados pasaron. Se habian metido en tiendas, fingiendo que compraban algo. Algunos habian cogido por calles laterales. Y otros se habian quedado en la misma calle pero, al igual que Nafai e Issib, se habian parado en seco, de modo que por unos instantes formaron parte de la arquitectura, no de la vida del lugar.

La gente no parecia creer que los soldados le brindaran seguridad. En cambio, se sentia intimidada.

—Basilica esta en problemas —dijo Nafai.

—Basilica esta muerta —replico Issib—. Todavia hay gente, pero esta ciudad ya no es Basilica.

Afortunadamente, no fue tan malo cuando avanzaron por la Calle del Ala. Los soldados habian pasado por donde Ala cruzaba la Calle del Trigo, a pocas manzanas de la casa de Gaballufix. Cuando llegaron a la Ciudad Vieja, habia mas vida en las calles. Pero aun se notaban cambios.

Por ejemplo, la Calle del Manantial estaba despejada. Primavera era una de las arterias principales de Basilica y constituia el camino mas directo desde la Puerta del Embudo hasta el linde del Valle de la Grieta, a traves de la Ciudad Vieja. Pero como a menudo ocurria en Basilica, una constructora emprendedora habia decidido que era una lastima desperdiciar tanto espacio vacio en medio de la calle, cuando alli podia vivir gente. En una larga manzana entre Ala y Templo, la constructora habia levantado seis edificios.

Cuando una constructora basilicana comenzaba a levantar una estructura que bloqueaba la calle, podian ocurrir varias cosas. Si no habia mucha actividad en la calle, pocas personas se oponian. Gritaban, maldecian e incluso arrojaban piedras a las constructoras, pero como los peones eran sujetos robustos, la resistencia era escasa. El edificio acababa construyendose y la gente buscaba nuevos caminos. Los mas perjudicados eran quienes poseian viviendas o tiendas cuyo frente daba sobre la calle ahora bloqueada. Tenian que regatear con las vecinas para obtener derechos sobre pasillos que les dieran acceso a la calle, o conquistar esos derechos, si la vecina era debil. A veces tenian que resignarse a abandonar la propiedad. De un modo u otro, los nuevos pasillos o la propiedad abandonada pronto se transformaban en nuevos caminos. Con el tiempo una persona emprendedora compraba un par de casas abandonadas o derruidas cuyos pasillos se usaban para el trafico, derrumbaba una parte y asi nacia una nueva calle. El consejo no se inmiscuia en este proceso. De esta forma la ciudad evolucionaba y cambiaba a traves del tiempo, y era absurdo tratar de contener la marea del tiempo y de la historia en una ciudad de decenas de millones de anos.

Era muy distinto cuando alguien comenzaba a construir en una arteria tan frecuentada como la Calle del Manantial. Alli los peatones se envalentonaban porque eran muchos y no se resignaban a perder un camino que usaban con frecuencia. Asi que saboteaban la construccion al pasar, estropeando la mamposteria y llevandose piedras. Si la constructora era poderosa y obstinada, y disponia de muchos peones fuertes, estallaba una trifulca, pero esto terminaba en una querella en un juzgado, donde la constructora invariablemente resultaba culpable, pues se consideraba que construir en una calle equivalia a provocar abiertamente un ataque legitimo.

La constructora de la Calle del Manantial, sin embargo, habia sido astuta. Habia disenado sus seis edificios sobre arcadas, de modo que no cerraban el paso. Las casas comenzaban en el primer piso, encima de la calle. Aunque los peatones se fastidiaran, no era una provocacion tan grave como para instigarlos al sabotaje. Los edificios, pues, se habian completado a principios del verano, y algunas personas adineradas ya residian alli.

Inevitablemente, sin embargo, las arcadas se abarrotaban de buhoneros y restauradores, algo que la constructora sin duda habia previsto. El trafico avanzaba despacio, y otras constructoras comenzaban a instalar tiendas y puestos permanentes. Desde hacia unas semanas era imposible ir desde Templo hasta Ala por

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