el ejercicio le calentaba el cuerpo. Ahora se preguntaba como podia vivir asi esa mujer, sin obstaculos entre su piel y el aire cortante excepto la suciedad del cuerpo.

Madre era una agreste, penso Luet. Naci de una mujer como esta. Dormia en el desierto cuando me llevaba en el vientre, y tan desnuda como ella vino a la ciudad para ponerme en manos de Tia Rasa. Pero no es esta. Mi madre, sea quien fuere, ya no es una mujer sagrada. Al ano de mi nacimiento abandono al Alma Suprema para seguir a un hombre, un granjero, y vivir una vida de subsistencia en el rocoso suelo del valle de Chalvasankhara. Eso, al menos, dijo Tia Rasa.

—Bellos son los ojos de la nina sagrada —salmodio la mujer— que ve en la oscuridad y arde con fuego radiante en la escarchada noche.

Luet permitio que la mujer le tocara el rostro, pero las frias manos comenzaron a tirarle de la ropa y Luet intento protegerse.

—Por favor —dijo—, no soy sagrada y el Alma Suprema no me protege del frio.

—Ni de los ojos fisgones —dijo la mujer santa—. El Alma Suprema cala en tus honduras, y eres sagrada, claro que si.

?De quien eran los ojos fisgones? ?Del Alma Suprema? ?Los ojos de los hombres que median a las mujeres como si fueran caballos? ?Los ojos de los chismosos? ?O los de aquella mujer? Y en cuanto a ser sagrada, Luet sabia que no era asi. El Alma Suprema la habia escogido, pero no por su virtud. En todo caso era un castigo, estar siempre rodeada de gentes que la veian como un oraculo y no como una nina. Hushidh, su hermana, le habia dicho una vez: «Ojala yo tuviera tu don; tu lo ves todo claro.» Yo no veo nada claro, quiso replicar Luet. El Alma Suprema no me confia secretos; solo me usa para transmitir mensajes que ni siquiera entiendo. Y tampoco entiendo que quiere esta mujer sagrada, ni por que el Alma Suprema me la ha enviado, siempre que sea ella la mensajera.

—No temas llevarlo al lado del agua —dijo la mujer sagrada.

—?A quien? —pregunto Luet.

—El Alma Suprema quiere que lo salves, sea cual fuere el peligro. No hay sacrilegio en obedecer al Alma Suprema.

—?A quien? —insistio Luet. Esa confusion, el espanto de descifrar el acertijo de esas palabras o de sufrir una terrible perdida… ?Asi se sentian los demas cuando les referia sus visiones?

—Crees que tu deberias recibir todas las visiones —dijo la mujer sagrada—. Pero algunas cosas son tan claras que ni tu misma las ves. ?Eh?

Nada de eso, mujer sagrada. Nunca pedi visiones y a menudo deseo que las reciba otra gente. Pero si insistes en darme un mensaje, ten la amabilidad de hacerlo inteligible. Es lo que yo procuro hacer.

Luet trato de excluir el rencor de su voz, pero no pudo resistirse a exigir una respuesta clarificadora.

—?De quien hablas?

La mujer le abofeteo la cara, arrancandole lagrimas de verguenza y dolor.

—?Que he hecho?

—Te castigo ahora por la ofensa que cometeras —dijo la mujer sagrada—. Has pagado, y nadie puede exigir que pagues mas.

Luet no se atrevio a formular mas preguntas; la respuesta no le apetecia. Estudio a la mujer, tratando de encontrar comprension en sus ojos. ?O acaso solo hallaria locura? ?Tenia que ser la verdadera voz del Alma Suprema? Si era locura, todo seria mas facil.

La anciana extendio la mano hacia la mejilla de Luet, quien retrocedio. Pero esta vez la mujer la toco con dulzura y le enjugo una lagrima.

—No tengas miedo de la sangre de sus manos. Como el agua de la vision, el Alma Suprema la recibira como una plegaria.

La mujer santa de pronto puso cara de fatiga. La luz de sus ojos se apago.

—Hace frio —dijo.

—Si.

—Estoy demasiado vieja.

Ni siquiera tenia el cabello cano, pero Luet penso: si, eres muy vieja.

—Nada ha de durar —sugirio la mujer santa—. Sea dorado o plateado. Sea comprado o robado.

Era una rimadora. Muchos creian que cuando una mujer sagrada se ponia a rimar, significaba que el Alma Suprema hablaba por su boca. Pero no era asi: las rimas eran una especie de musica, la voz del trance que mantenia a algunas mujeres sagradas distanciadas de su vida sordida y terrible. Solo decian cosas coherentes cuando dejaban de rimar.

La mujer sagrada echo a andar como si se hubiera olvidado de Luet. Como no parecia recordar donde estaba su refugio, Luet le cogio la mano y la condujo hasta alli, la ayudo a sentarse y acurrucarse contra la pared que la protegia del viento.

—Lejos del viento —susurro la mujer—. Los pecados lamento.

Luet la dejo alli y reanudo la marcha. La luna estaba mas alta, pero la mejor luz no logro animarla. Aunque la mujer sagrada era inofensiva, habia recordado a Luet cuantas personas podian ocultarse en las sombras y lo vulnerable que era ella. Se hablaba de hombres que trataban a las ciudadanas tal como la ley les permitia tratar a las mujeres sagradas. Pero eso no era lo peor.

Hay muerte en la ciudad, penso Luet. Muerte, no santidad, y Gaballufix fue quien penso primero en ello. De no haber sido por la vision y la advertencia que me comunico el Alma Suprema, buenos hombres habrian perecido. Tirito al recordar la garganta cortada de su vision.

Al fin llego al punto donde el Camino Sagrado se ensanchaba para descender hacia el valle y se transformaba en un barranco con antiguos escalones tallados en la roca, que conducian directamente al lugar donde el lago humeaba con un color sulfuroso. Las que adoraban alli conservaban el olor durante dias. Quiza fuera sagrado, pero Luet lo encontraba sumamente desagradable y nunca adoraba alli. Preferia el sitio donde las aguas calientes se mezclaban con las frias creando esa densa niebla, donde podia flotar dejandose acariciar por corrientes de temperaturas cambiantes. Alli su cuerpo bailaba en el agua sin voluntad propia y ella podia entregarse plenamente al Alma Suprema.

?De quien hablaba la mujer sagrada? Un hombre con sangre en las manos, un hombre que ella podia llevar a las aguas. ?Las aguas del lago?

No, imposible. Esa mujer sagrada estaba loca y decia frases descabelladas.

El unico hombre con sangre en las manos en quien podia pensar era Gaballufix. ?Como podia el Alma Suprema permitir que semejante hombre se aproximara al lago sagrado? ?Llegaria el momento en que deberia salvar la vida de Gaballufix? ?Como era posible que semejante posibilidad concordara con los propositos del Alma Suprema?

Giro a la izquierda en la Calle de la Torre, a la derecha en la Calle de la Lluvia, que la condujo hasta la casa de Rasa. De regreso, sana y salva. Desde luego. El Alma Suprema la habia protegido. El mensaje que acababa de entregar no era el unico proposito que el Alma Suprema le reservaba; Luet viviria para cumplir otras misiones. Era un gran alivio. Su propia madre le habia dicho a Tia Rasa, el dia en que la dejo en brazos de Rasa: «Esta vivira solo mientras sirva a la Madre de las Madres.» La Madre de las Madres la habia preservado otra noche mas.

Luet esperaba entrar en casa de Tia Rasa sin despertar a nadie, pero no habia tenido en cuenta que el clima de temor que reinaba en la ciudad tambien habia alterado las costumbres de la dama mas renombrada de Basilica. La puerta delantera estaba cerrada con llave. Con esperanzas de pasar inadvertida, busco una ventana por donde pudiera trepar. Solo ahora comprendia que las ventanas de la calle apenas permitian el paso del aire y la luz: tajos verticales en la pared, con exquisitas tallas y esculturas, pero sin anchura suficiente para la cabeza y los hombros de una nina.

No es la primera vez que cunde el temor en Basilica, penso. Esta casa esta disenada para evitar que alguien entre subrepticiamente de noche. Proteccion contra los ladrones, si, pero quizas esas ventanas estaban disenadas para evitar que pretendientes rechazados y ex companeros regresaran por la fuerza a una casa que habian terminado por considerar suya.

Las medidas que impedian el ingreso de un hombre tambien detenian a Luet, a pesar de su escasa talla. Sabia que no habia modo de rodear los flancos de la casa, pues las estructuras vecinas se apoyaban contra las macizas paredes de piedra de la casa de Rasa.

?Por que no habia pensado que entrar seria mucho mas dificil que salir? Se habia marchado despues del

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