su titubeo por una respuesta.
—Bien —dijo—. Era lo que esperaba. El Alma Suprema no escoge servidores debiles ni desleales. Pero dime una cosa, si puedes: ?es remotamente posible que no hubiera tal confabulacion para matar a Wetchik? ?Que el Alma Suprema hubiera enviado esa advertencia para obligarle a marcharse de Basilica? Piensalo, Lutya. ?No es posible que el Alma Suprema solo deseara librarse de Issib y Nafai? Tiene sentido, ?verdad? Ellos estorbaban al Alma Suprema, manteniendola tan atareada que solo podia hablar con ellos. ?No pudo enviarte esa vision para que abandonaran la ciudad, porque ellos la amenazaban?
Luet sintio el impulso de negarlo a gritos, de reprenderla por atreverse a decir cosas sacrilegas del Alma Suprema, como si esta pudiera actuar en beneficio propio.
Pero recobrando la calma, recordo que Hushidh le habia contado que Issib y Nafai podian ser la causa del silencio del Alma Suprema. Y si el Alma Suprema pensaba que esos dos chicos atentaban contra su capacidad para guiar y proteger a sus hijas, ?podia actuar para eliminarlos?
—No —respondio—. No lo creo.
—?Estas segura?
—Nunca estoy segura de nada, excepto de la vision misma. Pero el Alma Suprema jamas me ha enganado. Todas mis visiones han sido verdaderas.
—Pero esta aun seria un verdadero instrumento de la voluntad del Alma Suprema.
—No —repitio Luet—. No, imposible. Porque Nafai e Issib ya se habian detenido. Nafai fue a orar…
—Me lo han dicho. Pero tambien fue Mebbekew, el hijo que Wetchik tuvo con Kilvishevex, esa pelandusca…
—Y el Alma Suprema le hablo a Nafai y lo desperto, y lo guio hasta el cuarto de los viajeros para que hablara conmigo. Si el Alma Suprema queria que Nafai la dejara en paz, se lo habria dicho, y el habria obedecido. No, Tia Rasa. Estoy segura de que el mensaje fue real.
Tia Rasa asintio.
—Lo se. Lo sabia. Solo que seria…
—Mas simple.
—Si. —Rasa sonrio con amargura—. Seria mas simple que Gaballufix fuera tan inocente como pretende. Pero seria incongruente. ?Sabes por que renuncie a el?
—No —dijo Luet. Ni queria saberlo. Por tradicion, una mujer nunca explicaba sus razones para anular un contrato, y era de pesima educacion preguntar o siquiera especular acerca del tema.
—No deberia contarlo, pero lo hare… porque tu debes saber la verdad para comprender todas las cosas.
Pero tambien soy una nina, penso Luet. Nunca le contarias esto a otras ninas de trece anos. Ni siquiera se lo contarias a tu hija. Pero yo soy vidente, y todo se me revela y se me prohibe ser inocente de nada excepto la alegria.
—Renuncie a el porque supe que…
Luet se preparo para una sordida revelacion, pero no llego.
—?Acaso es tonto? —le pregunto Hushidh a Luet un dia—. ?No sabe que cada acto de su soldadesca brinda a sus enemigos nuevos motivos para desterrarlo?
—Debe de saberlo, asi que querra que lo destierren.
—Pues que ese dia llegue pronto, nos alegraremos de librarnos de el.
Luet aguardaba una vision del Alma Suprema, un mensaje de advertencia para presentar al consejo. Pero la unica vision que obtuvo fueron palabras de consuelo para una anciana del distrito del Olivar, asegurandole que su hijo perdido aun vivia y regresaba en una nave que pronto tocaria puerto. Luet no sabia si alegrarse de que el Alma Suprema aun se tomara tiempo para responder a las fervientes plegarias de mujeres afligidas, o enfurecerse porque el Alma Suprema dedicara tiempo a esos asuntos en vez de impedir que la ciudad se desmoronara.
Al fin llego el momento mas temido. Sono la campanilla y tronaron punetazos contra la puerta. Cuando abrieron se enfrentaron a un grupo de soldados. La criada que atendio lanzo un grito y no solo porque fueran hombres armados en tiempos turbulentos. Luet se encontro entre las primeras que acudio en auxilio de la aterrada criada y vio por que se habia asustado. Todos los soldados usaban uniformes identicos, con identicas armaduras y cascos y espadas energeticas, como cabia esperar, pero dentro de esos cascos todos tambien tenia un rostro identico.
Fue la sobrina mayor de Rasa, Shedemei la genetista, quien hablo a los soldados.
—No teneis nada que hacer aqui. Nadie os quiere. Largo.
—No me ire sin ver a la senora de la casa —dijo el soldado que encabezaba la partida.
—Ya te he dicho que ella no quiere saber nada de ti. Pero Tia Rasa se aproximo y dijo con voz vibrante:
—Cerrad la puerta en las narices de estos facinerosos a sueldo.
El jefe de la partida se echo a reir y llevo la mano a la cintura. Al instante se transformo, y en vez de un soldado joven de rostro muerto aparecio un hombre maduro de barba desgrenada y ojos centelleantes, robusto pero no panzon. En vez de armadura vestia ropas elegantes. Un hombre de prestigio y poder que se divertia con la situacion.
—Gabya —dijo Tia Rasa.
—?Te gustan mis nuevos juguetes? —pregunto Gaballufix, quien entro en la casa. Mujeres y ninos se apartaron para cederle el paso—. Un viejo dispositivo teatral que no se usa hace siglos, pero estaba en una burbuja de extasis en el museo y las maquinas fabricantes aun recordaban como copiarlos. Holotrajes, los llaman. Todos mis soldados los tienen ahora. Se hace un poco dificil diferenciarlos, pero tengo el interruptor maestro que me permite apagarlos cuando desee.
—Marchate —dijo Rasa.
—No quiero —replico Gaballufix—. Deseo hablar contigo.
—Sin ellos, puedes hablar conmigo cuando gustes. Tu lo sabes, Gabya.
—Lo sabia antes. A decir verdad, oh la mas noble de mis companeras, mi inolvidable amante, sabia que mis soldados no te impresionarian… solo queria mostrarte la ultima moda. Pronto los usara la flor y nata de la sociedad.
—Solo en sus ataudes.
—?Quieres entablar esta conversacion delante de los ninos, o nos retiramos a tu sagrado portico?
—Que tus soldados aguarden detras de la puerta. Cerraremos con llave.
—Lo que digas, oh madre de mi dueto de dulces aves canoras. Aunque la puerta, con todos sus cerrojos, no seria obstaculo si yo quisiera que entrasen.
—La gente que esta segura de su poder no necesita jactarse —espeto Tia Rasa. Echo a andar por el corredor mientras Shedemei cerraba y atrancaba la puerta en las narices de los soldados.
Luet todavia oia la conversacion entre Tia Rasa y Gaballufix, incluso cuando doblaron un recodo y se perdieron de vista.
—Yo no necesito jactarme —decia Gaballufix—. Lo hago por puro placer.
Pero Tia Rasa, en vez de responder, llamo:
—?Luet! ?Hushidh! Venid conmigo. Quiero testigos.
Luet obedecio de inmediato, seguida por Hushidh. Como buenas sobrinas de Tia Rasa, no echaron a correr, pero caminaron a tal velocidad que doblaron el recodo a tiempo para oir la susurrada replica de Gaballufix:
—… que no me atemorizan tus brujitas.
Luet no dio a entender que lo habia oido. Sabia que el rostro de Hushidh seria aun mas inexpresivo.
Una vez en el portico, Gaballufix no se molesto en fingir que respetaba el limite marcado por los biombos. Enfilo hacia la balaustrada para contemplar el paisaje que estaba prohibido a los ojos de los hombres. Tia Rasa no lo siguio, asi que Luet y Hushidh tambien se quedaron detras de los biombos. Al fin Gaballufix regreso donde ellas aguardaban.
—Siempre una bella vista —comento.
—Tan solo por ese acto podrias ser desterrado —dijo Tia Rasa.
Gaballufix se echo a reir.
—Vuestro lago sagrado. ?Cuanto tiempo crees que permanecera a salvo de las enlodadas botas de los