costado a Ti.
—Oh —dijo Ti, con un tono esclarecedor—. Ah…
—?Tiene hechas las maletas? —pregunto Leo.
—Ahi estan —dijo Ti, senalando un monton de equipaje en el rincon—. Pero… pero… maldicion. Si todo esto sale mal, van a crucificarme.
—Ah —dijo Leo—. Mire aqui… —abrio su uniforme colorado en el cuello y saco el soldador laser, escondido en un bolsillo interno—. Trabe el seguro de esta cosa. Ahora disparara un rayo extremadamente intenso a una distancia bastante grande,'hasta que la atmosfera lo disipe. Mucho mas que la anchura de esta habitacion, por cierto. —Lo sacudio con negligencia. Ti se encogio y abrio los ojos—. Si terminamos arrestados, puede atestiguar que fue secuestrado a punta
La asistenta mutante loca sonrio a Ti. Los ojos le brillaban como estrellas.
—Usted… nunca dispararia esa cosa,
—Por supuesto que no —dijo Leo, mostrando sus dientes. Puso el soldador a un lado.
—Ah —respondio Ti, a la vez que hacia un gesto con la boca. Pero volvio a mirar varias veces el bulto en el uniforme de Leo.
Cuando regresaron a la escotilla de la nave donde estaba aparcada la nave remolcadora, Zara ya se habia ido.
«Oh, Dios», murmuro Leo. ?Se habria escapado? ?Perdido? ?La habrian llevado de alli por la fuerza? Despues de una busqueda frenetica, no encontro ningun mensaje en el comunicador ni ninguna nota en ninguna parte.
—Piloto, ella es un piloto —razono Leo en voz alta—. ?Hay algo que fuera necesario que hiciera? Tenemos suficiente combustible, la comunicacion con control de trafico la hicimos desde aqui… —Entonces se dio cuenta, con un escalofrio, que en ningun momento le habia prohibido que abandonara la nave. Era tan evidente que tenia que permanecer fuera de vista y alerta. Pero Leo comprendio que era evidente para el. ?Quien podia decir que tambien era evidente para un cuadrumano?
—Yo podria hacer volar este cacharro, si fuera necesario —dijo Ti, en un tono no forzado, mientras le echaba una mirada al tablero de controles—. Todo es manual.
—No se trata de eso —dijo Leo—. No podemos irnos sin ella. Se supone que los cuadrumanos no tienen que estar aqui para nada. Si la atrapan las autoridades de la estacion y comienzan a hacerle preguntas… Siempre suponiendo que no la hayan atrapado por algo peor…
—?Que cosa peor?
—No lo se, ese es el problema.
Mientras tanto, Silver se habia bajado del sillon de aceleracion. Despues de un momento de experimentacion pensativa, se lanzo hacia adelante con las cuatro manos y paso junto a las rodillas
—?Donde vas?
—Voy tras Zara.
—Silver, quedate en la nave. No necesitamos que sean dos de vosotras las que esteis perdidas, por el amor de Dios —le ordeno Leo, con firmeza—. Ti. y yo podemos movernos mucho mas rapido. Nosotros la encontraremos.
—No creo —murmuro Silver, ausente. Llego al tubo flexible y miro el pasillo, que giraba a izquierda y derecha—. Venid, no creo que haya llegado muy lejos.
—Si subio al elevador, ahora podria estar practicamente en cualquier lugar de la estacion —dijo Ti.
Silver se apoyo sobre sus brazos inferiores, levanto los superiores por sobre la cabeza y echo un vistazo dentro del elevador a su izquierda.
—A un cuadrumano le costaria mucho trabajo llegar a los controles. Por otra parte, Zara sabe que tendria muchas mas posibilidades de cruzarse con un extrano. Creo que se fue hacia este lado. —Levanto el menton y se alejo a toda velocidad hacia la derecha, con las cuatro manos. Despues de un momento, alcanzo mayor velocidad cuando logro un andar similar al de una gacela. Leo y Ti se vieron obligados a lanzarse tras ella. Leo se sentia absurdo. Parecia un hombre corriendo desesperadamente detras de su cachorro. Era la ilusion optica que le producia la locomocion de Silver. Los cuadrumanos parecian mas humanos en caida libre.
Un ruido extrano, un ruido sordo, provenia de la curva del pasillo. Silver grito y se apoyo rapidamente contra la pared externa.
—Lo siento —grito Zara, que. pasaba junto a ellos, con el menton levantado y el torso apoyado en una tabla con ruedas. Las cuatro manos parecian ruedas que la ayudaban a deslizarse por la cubierta. Frenar le resultaba mas dificil que cobrar velocidad y Zara se detuvo finalmente cuando se estrello junto a Silver.
Leo, horrorizado, se acerco a ellas, pero Zara ya se estaba incorporando y sentandose. La tabla con ruedas estaba intacta.
—Mira, Silver —dijo Zara, cuando dio la vuelta a la tabla—. ?Ruedas! Me pregunto como aguantaran la friccion, dentro de esas cubiertas. Toca, ni siquiera estan calientes.
—Zara —grito Leo—, ?por que has abandonado la nave?
—Queria ver como era un bano en los planetas —dijo Zara—. Pero no he encontrado ninguno en este nivel. Lo unico que he visto es un armario lleno de articulos de limpieza y esas cosas —dijo, mientras tocaba la tabla—. ?Puedo desarmar las ruedas y ver que hay adentro?
—?No! —exclamo Leo.
Parecia desorientada.
—Pero quiero saberlo.
—Traetela —sugirio Silver—, y la desarmas mas? tarde. —Silver miro hacia un lado y otro del pasillo. Leo se sentia reconfortado al ver que por lo menos un cuadrumano compartia su sentido de la urgencia.
—Si, mas tarde —acordo Leo, con tal de terminar con este tema—. Ahora, en marcha.
Leo cogio la tabla con ruedas debajo de su brazo para evitar todo tipo de nueva experimentacion. Habia llegado a la conclusion de que los cuadrumanos parecian no tener una idea muy clara sobre la propiedad privada. Tal vez, se debia a que habian pasado toda la vida en un Habitat espacial comunal, con una ecologia ajustada. Los planetas eran comunales de la misma manera, excepto que en algunos casos, esa igualdad estaba verdaderamente disimulada.
Por cierto, se trataba de habitos de pensamiento. Aqui estaba preocupado por el robo de una tabla con ruedas, al mismo tiempo que estaba planeando el robo espacial mas grande de la historia humana. Ti casi echo chispas cuando se entero del resto de la mision que habian planeado para el. Leo, con prudencia, no completo estos detalles sino cuando la nave ya habia salido de la Estacion de Transferencia y estaba a mitad de camino entre la estacion y el Habitat.
—?Pretendeis que sea yo quien robe la nave? —exclamo Ti.
—No, no —Leo le tranquilizo—. Solamente vas a ir como asesor. Los cuadrumanos tomaran la nave.
—Pero mi culo va a depender de si pueden o no…
—Entonces sugiero que les aconsejes bien.
—Ya lo creo.
—Tu problema —Leo lo alecciono con amabilidad—, es que careces de experiencia en la ensenanza. Si la tuvieras, tendrias fe en que la gente que uno menos puede imaginar aprende las cosas mas sorprendentes. Despues de todo, no naciste sabiendo como pilotar una nave de Salto. Y sin embargo, muchas vidas dependian de que lo hicieras bien la primera vez y todas las siguientes. Ahora podras darte cuenta de como se sentian tus instructores. Eso es todo.
—?Como se sentian los instructores?
Leo bajo el tono de voz y sonrio.
—Aterrados. Absolutamente aterrados.
Una segunda nave remolcadora, llena de combustible y suministros para su larga excursion, esperaba en lia entrada proxima a la de ellos, cuando llegaron al «Habitat. Leo tuvo que reprimir la intensa necesidad de llevar a Ti a un lado y llenarle los oidos de consejos y sugerencias para su mision. Desafortunadamente, sus experiencias en el robo criminal no eran mucho mejores. Cero igual a cero, sin tener en cuenta el numero desigual de anos por los que se multiplicara.