parte del enfriamiento…
—Dejad de disparar —ordeno Leo.
Y alli estaba suspendida la esfera de metal fundido, de color azul y blanco, con la violenta energia calorifica contenida en su interior, perfecta. Leo verifico una y otra vez la posicion centrada y ordeno al laser numero dos que le diera un lanzamiento de medio segundo, no para fundir, sino para obtener el punto exacto.
—Muy bien —dijo Leo por el intercomunicador—. Ahora saquemos todo lo que no quedara en este modulo y verifiquemos todo lo que quedara. Lo ultimo que nos falta es que a alguien se le caiga la llave en la olla.
Hizo que los cuadrumanos sacaran los equipos por los agujeros que se habian hecho en los lados del modulo. Dos de sus operadores de laser salieron, dos se quedaron con Leo. Reviso una vez mas la posicion y luego todos permanecieron junto a las paredes.
Conecto los canales del intercomunicador de su traje.
—?Listo, Zara? —dijo.
—Listo, Leo —la piloto cuadrumana respondio desde su remolcador, ahora adosado a la popa del modulo.
—Ahora recuerda, lentamente y con cuidado. Pero con firmeza. Piensa que tu nave remolcadora es un bisturi y que estas a punto de operar a uno de tus amigos o algo asi.
—Bien, Leo. —Habia un deje de sonrisa en su voz.
—Adelante cuando estes lista.
En un primer momento no hubo ningun cambio perceptible. Luego las fajas que sostenian a Leo comenzaron a tirar de el suavemente. Era el modulo del Habitat lo que se desplazaba, no la bola fundida de titanio, recordo. El metal no se movia. Era la pared del fondo la que avanzaba hacia la masa de metal.
Estaba funcionando. ?Por Dios, estaba funcionando! La burbuja de metal toco la pared del fondo, se esparcio y se coloco en su molde hueco.
—Aumenta la aceleracion un punto mas —ordeno Leo por el intercomunicador.
El remolcador aumento la aceleracion y el circulo de titanio fundido se desparramo. Sus bordes alcanzaron el diametro deseado, unos tres metros de ancho. El brillo intenso ya casi habia desaparecido. Se estaba formando una superficie de titanio de un espesor controlado, listo —despues del enfriamiento— para un moldeado explosivo en el ultimo proceso.
—Mantenia asi. ?Eso es!
?Enfriamiento por partes? Bueno, no exactamente, Leo era consciente de que probablemente no lograrian una congelacion interna perfecta. Pero seria buena, lo suficientemente buena… siempre que fuera lo suficientemente buena como para que no lo tuvieran que derretir y volver a repetir el proceso. Eso era lo maximo que Leo se atrevia a pedir. Tendrian el tiempo justo para hacer una de estas succiones. No dos. ?Y cuando llegaria la amenazadora respuesta de Rodeo? Pronto, con seguridad.
Se pregunto de que iba a servir la nueva tecnologia de gravedad en los problemas de fabricacion en el espacio. Por cierto, el termino «revolucionar» parecia demasiado vacio.
Miro el medidor de temperatura que habia en la pared del fondo. La pieza se estaba enfriando casi con la rapidez que habia esperado. Todavia tenian un par de horas hasta que hubiera perdido el calor suficiente como para sacarla de la pared y manejarla sin peligro de deformacion.
—Muy bien, Bobbi. Os dejo a ti y a Zara a cargo —dijo Leo—. Todo parece estar bien. Cuando la temperatura baje unos quinientos grados centigrados, retrasadlo. Intentaremos estar listos para el enfriamiento final y la segunda etapa del proceso.
Con cuidado, sin querer agregar una vibracion adicional a las paredes, Leo solto sus cinturones de sujecion y se acerco al agujero de salida. Desde esa distancia, tenia una vision general de la D-620, ya cargada hasta la mitad. Y detras, Rodeo. Era mejor que se fuera ahora.
Activo los pulsadores y se alejo rapidamente de la unidad que formaban el remolcador y el modulo, aun acelerando lentamente. Todavia tenia el aspecto de los restos de un naufragio, pero albergaba esperanza en su corazon.
Leo se dirigio hacia el Habitat y a la Fase II de su esquema de Naves de Salto Reparadas a la Espera.
Era el atardecer en el lecho seco del lago. Silver miro ansiosamente el monitor de la cabina de control de la nave que enfocaba el horizonte, brillando y oscureciendose cada vez que la bola roja del sol pasaba por delante.
—No hay manera posible de que vuelvan antes de una hora —senalo la senora Minchenko, que la observaba—, en el mejor de los casos.
—No es a ellos a quienes estoy buscando —respondio Silver.
—Hum.—La senora Minchenko tamborileo en la consola con sus largos dedos esculpidos por la edad y luego se reclino en el asiento del copiloto. Miraba en forma pensativa el techo de la cabina—. No, supongo que no. Sin embargo… si el control de trafico de Galac-Tech os vio aterrizar y envio una nave para investigar, ya tendrian que estar aqui. Tal vez no vieron el aterrizaje, despues de todo.
—Tal vez no esten demasiado organizados —sugirio Silver—, y vengan de un momento a otro.
La senora Minchenko suspiro.
—Tambien es posible. —Observo a Silver, que apretaba los labios—. ?Y que se supone que haras en ese caso?
—Tengo un arma. —Silver toco el soldador laser que estaba apoyado en la consola, delante del asiento del piloto en el que ella se encontraba—. Pero preferiria no tener que disparar a nadie mas. No, si puedo evitarlo.
—?A nadie mas? —Habia un tono de respeto en la voz de la senora Minchenko.
Andar por ahi disparando a la gente era algo tan estupido… ?Por que todos tenian que estar tan impresionados?, se preguntaba Silver, irritada. Uno pensaria que habia hecho algo verdaderamente importante, como descubrir un nuevo tratamiento de alguna enfermedad. Apreto los labios.
Luego abrio la boca y se inclino hacia delante para mirar bien por el monitor.
—Oh, oh. Ahi se acerca un coche terrestre.
—Seguramente no seran nuestros muchachos —dijo la senora Minchenko, con cierta intranquilidad—. ?Hay algo que va mal?
—No es su Land Rover. —Silver pensaba en la resolucion a tomar. La tenue luz del sol penetraba a traves del polvo y lo convertia en una pantalla de humo rojiza—. Creo… que es un coche de Seguridad de Galac- Tech.
—Oh, querida. —La senora Minchenko se sento erguida—. ?Y ahora que?
—No abrimos las escotillas, de ninguna manera. No importa lo que pase.
En unos minutos, el coche estaba a unos cincuenta metros de la lanzadera. Una antena se elevo en el techo. Silver conecto el intercomunicador (era tan irritante no poder usar los brazos inferiores) y pidio un menu de los canales de comunicacion en el ordenador. La lanzadera parecia tener acceso a un numero desmesurado de canales. El audio de Seguridad era 9999. Lo sintonizo.
—?Por Dios! Los que estan ahi adentro, respondan.
—Si. ?Que quieren? —dijo Silver.
Hubo una pausa ruidosa.
—?Por que no respondian?
—No sabia que me estaban llamando a mi —respondio Silver, logicamente.
—Si, bien… Esta lanzadera de carga es propiedad de Galac-Tech.
—Yo tambien. ?Y que?
—?Como? Mire, senorita, soy el sargento Fors de Seguridad de Galac-Tech. Tiene que desembarcar y entregarnos la lanzadera.
Una voz en el fondo, no lo suficientemente baja, pregunto:
—Oye, Bern. ?Crees que nos van a bonificar con el 10 por ciento por haber recuperado esta lanzadera como propiedad robada?
—Sigue sonando —gruno otra voz—. Nadie nos va a dar un cuarto de millon.