—Al menos podrias conseguir un perro.

—He pensado en eso. Quizas alguien de la aldea tenga un cachorro. Le preguntaremos a Alondra cuando nos detengamos a verla.

—No un cachorro, madre. Un perro.

—Pero no un perro viejo… Un perro con el que Therru pueda jugar —suplico.

—Un cachorro amable que se acerque a los ladrones y los bese —dijo Manzana sin dejar de caminar, rolliza y de ojos grises, riendose de su madre.

Llegaron a la aldea cerca de mediodia.

Alondra las recibio con una fiesta de abrazos, besos, preguntas y cosas para comer. El silencioso esposo de Alondra y otros aldeanos llegaron a saludar a Tenar. Sentia la alegria del regreso al hogar. Alondra y los dos menores de sus siete hijos, un nino y una nina, las acompanaron hasta la granja. Los ninos conocian a Therru desde la primera vez que la habia llevado a casa, por supuesto, y estaban acostumbrados a ella, aunque la separacion de dos meses los hizo mostrarse timidos al comienzo. Delante de ellos, incluso delante de Alondra, Therru se mantuvo retraida, pasiva, como en los malos tiempos.

—Esta fatigada, desconcertada por todos estos ires y venires. Ya se sentira mejor. Se ha comportado admirablemente —le dijo Tenar a Alondra, pero Manzana no le iba a permitir que dejara de lado el tema tan facilmente.

—Uno de ellos se aparecio, y aterrorizo a Therru y a madre —dijo Manzana. Y poco a poco, entre las dos, la hija y la amiga, hicieron que Tenar les contara la historia esa tarde, mientras abrian la casa fria, mal ventilada, polvorienta, la arreglaban, aireaban la ropa de cama, sacudian la cabeza al encontrar cebollas con brotes, guardaban un poco de comida en la despensa y ponian al fuego una gran marmita con sopa para la cena. Lo que llegaron a saber fue saliendo palabra a palabra. Tenar parecia no poder decirles lo que habia hecho el hechicero; un maleficio, dijo vagamente, o tal vez fuera que habia mandado a Diestro tras ella. Pero cuando empezo a hablar del rey, las palabras se le atrepellaron en la boca.

—Y entonces aparecio el…, ?el rey!…, como la hoja de una espada… Y Diestro se encogia y temblaba retrocediendo ante el… ?Y yo crei que era Chispa! De veras, de veras lo crei por un momento, estaba tan…, tan fuera de mi.

—Y bueno —dijo Manzana—, esta bien, porque Shinny creyo que tu eras su madre. Cuando estabamos en el malecon mirandote hacer tu entrada majestuosa. Lo beso, imaginate, Tia Alondra. Beso al rey… con toda naturalidad. Yo pense que a continuacion iba a besar al mago. Pero no lo hizo.

—Eso me imagino, ?a quien se le ocurriria? ?Que mago? —pregunto Alondra, con la. cabeza metida en una alacena—. ?Donde esta el recipiente de la harina, Goha?

—Debajo de tu mano. Un mago de Roke, venia en busca de un nuevo archimago.

—?Aqui?

—?Por que no? —dijo Manzana—. El anterior era de Gont, ?verdad? Pero no pasaron mucho tiempo buscandolo. Regresaron directamente a Havnor, una vez que se libraron de mama.

—?Como hablas!

—Dijo que andaba en busca de una mujer —les dijo Tenar—. «Una mujer de Gont.» Pero no parecia muy contento con eso.

—?Un hechicero andaba buscando a una mujer? Y bien, eso es algo nuevo —dijo Alondra—. Pensaba que esto ya estaria agusanado, pero esta perfecto. Voy a hacer una o dos tortillas, ?os parece bien? ?Donde esta el aceite?

—Tengo que sacar un poco del cacharro que hay en la cabana de los alimentos. ?Oh, Shandy! ?Eres tu! ?Como estas? ?Como esta Arroyo Claro? ?Como ha estado todo? ?Vendisteis los carneros?

Fueron nueve los que se sentaron a cenar. Bajo la luz amarilla del atardecer, en la cocina empedrada, ante la larga mesa de la granja, Therru empezo a alzar un poco la cabeza y hablo un par de veces con los otros ninos; pero aun estaba recelosa y cuando oscurecio mas se acomodo para poder vigilar la ventana con el ojo sano.

Solo despues de que Alondra y sus hijos se hubieron marchado a la luz del crepusculo, y mientras Manzana le cantaba a Therru para hacerla dormir y ella estaba lavando los platos con Shandy, Tenar pregunto por Ged. Por algun motivo no habia querido hacerlo delante de Alondra y de Manzana; habria tenido que dar demasiadas explicaciones. Se habia olvidado por completo de decirles que Ged habia estado en Re Albi. Y ahora no queria volver a hablar de Re Albi. Sus pensamientos parecian ensombrecerse cuando trataba de pensar en eso.

—?Vino aqui el mes pasado un hombre al que le dije que viniera… para ayudar en la granja?

—?Oh, se me habia borrado de la cabeza! —grito Shandy—. Hablas de Halcon, ?verdad?… ?El que tiene cicatrices en la cara?

—Si —dijo Tenar—, Halcon.

—Oh, si, y bien, debe de estar en la Montana de las Aguas Calientes, mas arriba de Lissu, alla arriba con las ovejas, con las ovejas de Serry creo. Vino aqui y nos dijo que tu lo habias enviado y no habia ni una migaja de trabajo para el, imaginate, porque Arroyo Claro y yo nos ocupabamos de las ovejas y yo ordenaba y el viejo Tiff y Sis me ayudaban cuando lo necesitaba, y yo me devanaba los sesos pero Arroyo Claro vino y le dijo: «Ve a preguntarle al hombre de Serry, al capataz de Serry el Granjero alla arriba, cerca de Kahedanan, preguntale si necesitan pastores en la montana», eso le dijo y ese Halcon se marcho y eso fue lo que hizo y consiguio que lo tomaran, y ya al otro dia habia partido. «Ve a preguntarle al hombre de Serry», eso fue lo que le dijo Arroyo Claro, y eso fue lo que hizo y lo tomaron inmediatamente. Asi que cuando llegue el otono volvera con los rebanos, sin duda. Alla esta, en Cascadas Altas, mas arriba de Lissu, en las praderas de la montana. Me parece que lo querian para las cabras. Habla bien el hombre. Ovejas o cabras, no me acuerdo. Espero que te parezca bien que no lo hayamos tomado aqui, Goha, pero es verdad que no habia ni una migaja de trabajo que darle porque yo y Arroyo Claro y el viejo Tiff y Sis ya habiamos entrado el lino. Y el dijo que habia sido pastor de cabras alla, de donde venia, al otro lado de la montana, en un lugar que queda mas alla de Armouth, eso dijo, aunque dijo que nunca habia sido pastor de ovejas. Tal vez lo pusieron a cuidar cabras alla arriba.

—Tal vez —dijo Tenar. Se sentia muy aliviada y muy desilusionada. Lo que habia querido era saber que estaba bien y que no corria peligro, pero tambien hubiese querido encontrarlo alli.

Pero ya era suficiente, se dijo, con estar en casa… y quiza fuera mejor que no estuviese alli, que nada de todo aquello estuviese alli, que todas las aflicciones y los suenos y los actos de hechiceria y los terrores de Re Albi hubiesen quedado atras, para siempre. Estaba alli, ahora, y ese era su hogar, esos suelos empedrados y esos muros, esos ventanucos con hojas de vidrio al otro lado de los cuales se alzaban los oscuros robles a la luz de las estrellas; esos cuartos silenciosos, ordenados. Esa noche tardo un rato en dormirse. Su hija durmio en el cuarto contiguo, el cuarto de los ninos, con Therru, y Tenar durmio en su propia cama, en la cama de su esposo, sola.

Durmio. Al despertar no recordaba haber sonado.

Despues de unos pocos dias en la granja, casi dejo de pensar en el verano pasado en el Acantilado. Era un tiempo remoto y un lugar lejano. Aunque Shandy habia insistido en que no quedaba ni una migaja de trabajo por hacer en la granja, encontro muchas cosas por hacer: todo lo que no se habia hecho durante el verano y todo lo que se debia hacer durante la cosecha en los campos y en el establo. Trabajaba desde el alba hasta el anochecer y si, por casualidad, disponia de una hora para sentarse, se ponia a hilar, o a coser para Therru. Por fin termino el vestido rojo, un bonito vestido sin duda, con un delantal blanco de adorno y uno de color naranja para todos los dias. —?Mira, estas hermosa! —dijo Tenar con orgullo de costurera cuando Therru se lo puso por primera vez. Therru dio vuelta la cara.

—Eres hermosa —dijo Tenar en otro tono—. Escuchame, Therru. Ven aqui. Tienes cicatrices, cicatrices feas, porque te hicieron algo feo, algo malvado. La gente ve las cicatrices. Pero tambien te ve a ti y tu no eres esas cicatrices. No eres fea. No eres malvada. Eres Therru y eres hermosa. Eres Therru, que puede trabajar y caminar y correr y bailar, hermosamente, con un vestido rojo.

La nina la escuchaba, con el lado suave y sano de la cara tan inexpresivo como el lado rigido, cubierto de cicatrices.

Therru bajo la vista para mirar las manos de Tenar y luego las toco con sus deditos. —Es un hermoso vestido —dijo con su voz debil y ronca.

Cuando Tenar quedo a solas, mientras doblaba los restos de tela roja, sintio arder lagrimas en los ojos. Se sentia censurada. Habia hecho bien en hacerle el vestido y le habia dicho la verdad a la nina. Pero lo correcto y la verdad no eran suficientes. Habia una hondonada, un vacio, un abismo, mas alla de lo correcto y de la verdad. El

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