Se quedaron en silencio. El calor del fuego empezaba a penetrar en sus cuerpos, dejando relajarse y flotar entre el sueno y la vigilia a Ogion, dejando descansar placenteramente a Tenar despues de la caminata del largo dia. Se froto los pies y los hombros doloridos. Habia cargado a Therru parte del ultimo largo trecho empinado, porque la nina habia empezado a jadear de cansancio mientras trataba de caminar al ritmo de Tenar.
Tenar se levanto, calento agua y se quito el polvo del camino. Calento leche y comio el pan que encontro en la despensa de Ogion, y volvio a sentarse a su lado. Mientras el dormia, ella se quedo sentada, pensando, contemplando su rostro y el brillo del fuego y las sombras.
Recordo como una nina se habia quedado sentada en silencio, pensando, en medio de la noche, mucho tiempo atras y muy lejos de alli, una nina en un cuarto sin ventanas, criada para pensar en si misma solo como la que habia sido devorada, sacerdotisa y sirvienta de los poderes de las sombras de la tierra. Y habia habido una mujer que solia quedarse sentada en medio del sereno silencio de la casa de una granja cuando su esposo y sus hijos dormian, para pensar, para estar a solas una hora. Y habia una viuda que habia cargado a una nina quemada, que estaba sentada junto a un moribundo, que esperaba que un hombre regresara. Como todas las mujeres, cualquier mujer, haciendo lo que hacen las mujeres. Pero Ogion nunca la habia llamado por los nombres de la sierva ni de la esposa ni de la viuda. Ged tampoco lo habia hecho, en la oscuridad de las Tumbas. Ni tampoco —antes aun, en un tiempo mas remoto que todo aquello— lo habia hecho su madre, la madre que recordaba solo como el calor y el color aleonado de las llamas, la madre que le habia dado su nombre.
—Soy Tenar —murmuro. Atizado por una rama seca de pino, el fuego se elevo en una brillante lengua amarilla de llamas.
La respiracion de Ogion se volvio angustiosa y comenzo a inhalar con dificultad. Ella le ayudo como pudo hasta que se alivio un poco. Los dos durmieron un rato, ella dormitando junto a su azorado y entrecortado silencio, interrumpido por extranas palabras. En algun momento de esa oscura noche el dijo en voz alta, como si se encontrara con un amigo en un camino: —?Estas ahi, entonces? ?Lo has visto? —Y otra vez, cuando Tenar se levanto para atizar el fuego, comenzo a hablar, pero esta vez parecia que hablaba con alguien que recordaba de hacia mucho tiempo, porque dijo claramente, como habria dicho un nino:— Trate de ayudarle, pero el techo de la casa se derrumbo. Los aplasto. Era el terremoto. —Tenar escuchaba atentamente. Ella tambien habia presenciado el terremoto.— ?Trate de ayudarlos! —dijo el nino con la voz del anciano, dolorosamente. Luego comenzo una vez mas a jadear tratando de respirar.
Al despuntar el alba, un sonido que en un comienzo Tenar creyo que era el mar la desperto. Era un vigoroso batir de alas. Una bandada de pajaros pasaba por encima de ellos, a poca altura; eran tantos los pajaros que sus alas sonaron como un estallido y sus sombras veloces oscurecieron la ventana. Le parecio que daban una vuelta en torno a la casa para luego desaparecer. No gritaron ni graznaron, y ella no pudo saber que pajaros eran.
Esa manana llegaron algunas gentes de la aldea de Re Albi, hacia el norte de la cual se encontraba a cierta distancia la casa de Ogion. Vino una pastora de cabras y vino una mujer a buscar la leche de las cabras de Ogion, y llegaron otros a preguntar que podian hacer por el. Musgo, la bruja de la aldea, palpo la vara de aliso y la varilla de avellano que estaban junto a la puerta, y echo una mirada curiosa hacia el interior, con gesto esperanzado, pero ni siquiera ella se arriesgo a entrar, y Ogion refunfuno desde el jergon: —?Diles que se marchen! ?Diles que se marchen!
Parecia menos debil y mas comodo. Cuando la pequena Therru se desperto, le hablo en el tono seco, amable y sereno que Tenar recordaba. La nina salio a jugar al sol y el le dijo a Tenar: —?Como la llamas?
Ogion hablaba la Verdadera Lengua de la Creacion, pero jamas habia aprendido una sola palabra de kargo.
—
—?Ah, ah! —dijo el y le brillaron los ojos, y fruncio el entrecejo. Parecio vacilar por un instante como si buscara la palabra precisa—. Esa nina… —dijo—. A esa nina le temeran.
—Le temen ahora —dijo Tenar con amargura. El mago sacudio la cabeza.
—Ensenale, Tenar —musito—. ?Ensenale todo! No lo de Roke. Tienen miedo… ?Por que te dejo marchar? ?Por que te marchaste? ?Para traerla aqui… tan tarde?
—No te muevas, no te muevas —le dijo ella con ternura, porque Ogion se esforzaba por hablar y respirar, y no conseguia hacer ni lo uno ni lo otro. El sacudio la cabeza, y jadeo—: ?Ensenale! —Y se quedo quieto.
No queria comer y solo bebio un poco de agua. Al mediodia se durmio. Cuando desperto al caer la tarde, dijo: —Ahora, hija mia —y se sento.
Tenar le tomo la mano, sonriendole.
—Ayudame a levantarme.
—No, no.
—Si —dijo Ogion—. Afuera. No puedo morir aqui dentro.
—?Adonde vas a ir?
—A cualquier parte. Pero si puedo, al sendero del bosque —dijo—. El haya en lo alto del prado.
Cuando ella vio que podia levantarse y que estaba decidido a salir, le ayudo. Juntos llegaron a la puerta, donde el se detuvo y contemplo el unico cuarto de su casa. En el rincon oscuro a la derecha de la puerta su larga vara estaba apoyada en el muro, despidiendo un tenue brillo. Tenar extendio el brazo para alcanzarsela, pero el sacudio la cabeza. —No —dijo—, eso no. —Miro en torno nuevamente como si buscara algo perdido, olvidado.— Ven —dijo finalmente.
Cuando el claro viento del oeste le dio en el rostro y alzo los ojos para mirar el alto horizonte, dijo: —?Ah, que bien!
—Dejame llamar a algunos aldeanos para que hagan una litera y te carguen —dijo ella—. Todos estan esperando hacer algo por ti.
—Quiero caminar —dijo el anciano.
Therru aparecio en la esquina de la casa y se quedo observando solemnemente mientras Ogion y Tenar iban subiendo, paso a paso y deteniendose cada cinco o seis pasos para que Ogion respirara, a traves del enmaranado prado, hacia el bosque que se elevaba por la ladera empinada desde la pared interior de la cima del risco. El sol era calido y el viento frio. Demoraron mucho en cruzar el prado. El rostro de Ogion estaba ceniciento y las piernas le temblaban como la hierba agitada por el viento cuando llegaron por fin al pie de la alta haya joven a la entrada del bosque, unas pocas yardas mas arriba de donde comenzaba el sendero de la montana. Alli Ogion se dejo caer entre las raices del arbol, con la espalda apoyada en el tronco. No pudo moverse ni hablar por largo rato y el corazon, agitado y debil, le estremecia el cuerpo. Finalmente cabeceo y murmuro: —Esta bien.
Therru los habia seguido a cierta distancia. Tenar se le acerco y la abrazo y le hablo un poco. Regreso junto a Ogion. —Va a traer una manta —le dijo.
—No tengo frio.
—
Habia un leve asomo de sonrisa en el rostro de Tenar.
La nina aparecio arrastrando una manta de lana de cabra. Le susurro algo a Tenar y volvio a alejarse corriendo.
—Brezo la va a dejar ayudarle a ordenar las cabras y la va a cuidar —le dijo Tenar a Ogion—. Para que pueda quedarme contigo.
—Nunca te ocupas de una sola cosa —le dijo Ogion en un susurro ronco y silbante que era toda la voz que le quedaba.
—No. Siempre de dos cosas al menos, y por lo general de mas —dijo ella—. Pero estoy aqui.
El asintio.
Ogion no hablo por largo rato; se quedo sentado sobre el tronco del arbol, con los ojos cerrados. Mientras contemplaba su rostro, Tenar lo vio ir cambiando tan lentamente como la luz en el oeste.
El abrio los ojos y contemplo el cielo del poniente a traves de un claro entre los arbustos. Parecia observar algo, una escena o una accion, en ese espacio de luz lejano, claro, dorado. Vacilando, como si no estuviese seguro, musito una sola vez: —El dragon…
El sol se habia ocultado, el viento habia dejado de soplar.
Ogion miro a Tenar.
—Se acabo —murmuro alborozado—. ?Todo ha cambiado…! ?Ha cambiado, Tenar! Espera…, espera aqui que… —Su cuerpo se estremecio, agitandolo como la rama de un arbol en medio de un fuerte viento. Jadeo. Sus