—?Se fijo en algo mas, algo anormal? —pregunto Debs, y Arabelle la miro sin comprender—. ?Vio algo que no deberia estar?
—
—?Vio a alguien mas?
Arabelle sacudio la cabeza.
—Nadie. Solo mi.
—?Y en las cercanias? —Arabelle la miro desconcertada y Deborah senalo—. Alli. En la acera. ?Habia alguien?
Arabelle se encogio de hombros.
—
Asenti.
—Turistas gais —le aclare a Deborah.
Deborah la fulmino con la mirada, y despues se volvio hacia mi, como si pudiera asustarnos para que se nos ocurriera otra buena pregunta. Pero hasta mi legendario ingenio se habia secado, de modo que me encogi de hombros.
—No se —observe—. No creo que pueda decirte nada mas.
—Preguntale donde vive —me ordeno Deborah, y una expresion de alarma destello en el rostro de Arabelle.
—No creo que te lo vaya a decir —respondi.
—?Por que no, joder? —pregunto Deborah.
—Tiene miedo de que hables con la
—Se que cojones significa la
—Si, pero te negaste a aprender espanol.
—En ese caso, pidele que te lo diga a ti —repuso Deborah.
Me encogi de hombros y mire a Arabelle.
—
—?
—
Ella rio.
—
—
—?
—
Ella asintio como si fuera logico que necesitara su direccion para encontrar al asesino, y me dedico de nuevo su sonrisa timida.
—
Su fe en mi era conmovedora, teniendo en cuenta que no existian motivos para ello, dejando aparte que le hubiera dedicado mi sonrisa mas falsa. Me llevo a considerar si se imponia un cambio de carrera. Tal vez deberia vender coches, o incluso presentarme a la presidencia.
—De acuerdo —concedio Deborah—. Que se vaya a casa.
Cabecee en direccion a Arabelle.
—
—
—Mierda —refunfuno a placer Deborah—. Mierda mierda mierda.
La mire con las cejas enarcadas, y ella sacudio la cabeza. Parecia desalentada, despojada de ira y tension.
—Se que es una estupidez —prosiguio—. Confiaba en que hubiera visto algo. O sea… —Se encogio de hombros y dio media vuelta. Miro en direccion al cadaver—. Tampoco localizaremos a los turistas gais. En South Beach, no.
—Tampoco debieron ver nada —comente.
—A plena luz del dia. ?Y nadie vio nada?
—La gente ve lo que espera ver —senale—. Debio utilizar una furgoneta de mudanzas, lo cual le convirtio en invisible.
—Bien, mierda —repitio, y no me parecio el momento adecuado para criticar su limitado vocabulario. Me miro de nuevo—. Supongo que no se te ha ocurrido nada que nos pueda ayudar mirando a este.
—Deja que tome unas cuantas fotos y piense en ello —dije.
—Eso es un no, ?verdad?
—No es un no verbalizado —conteste—. Es un no implicito.
Deborah me enseno el dedo medio.
—Implicate este —dijo, dio media vuelta y se acerco a inspeccionar el cadaver.
7
Es sorprendente, pero cierto: el
Rita no se desperto cuando me meti en la cama, y yo no me demore demasiado en las orillas del sueno. Cerre los ojos, y me dio la impresion de que el radiodespertador de la mesita de noche se ponia a chillarme acerca de la oleada de horrible violencia que amenazaba con arrollar a nuestra pobre y maltratada ciudad.
Abri un ojo y comprobe que eran las seis, hora de levantarse. No me parecio justo, pero me arrastre hasta la ducha, y cuando entre en la cocina, Rita ya tenia el desayuno preparado sobre la mesa.
—Veo que has probado el pollo —comento muy seria, y comprendi que debia hacerle un poco la pelota.
—Estaba de cona. Mejor que en Paris.
Se animo un poco, pero sacudio la cabeza.
—Mentiroso. No sabe bien cuando esta frio.
—Tienes un toque magico. Parecia que estuviera caliente.
Ella fruncio el ceno y se aparto un mechon de pelo de la cara.
—Se que lo has de hacer. O sea, tu trabajo es… Pero ojala lo hubieras probado cuando… De veras que lo entiendo —dijo, pero yo no estaba seguro de poder decir lo mismo. Rita puso un plato de huevos fritos con salchichas delante de mi y senalo con un cabeceo el pequeno televisor que habia encima de la cafetera—. Ha salido en todos los telediarios de esta manana, lo de… Era eso, ?verdad? Salio tu hermana contandolo. No parecia muy contenta.