—No esta nada contenta —senale—. Lo cual no me parece justo, porque esta haciendo un trabajo muy estimulante y su foto sale en la tele. ?Quien podria pedir mas?
Rita no reacciono con una sonrisa a mi broma. En cambio, acerco una silla a la mia, se sento y enlazo las manos sobre el regazo, al tiempo que fruncia mas el ceno.
—Dexter, hemos de hablar.
Por mis investigaciones en la vida humana se que estas palabras suscitan el terror en el alma de los hombres. Cosa muy conveniente, yo carezco de alma, pero aun asi experimente una oleada de inquietud al pensar en que podian significar aquellas silabas ominosas.
—Si apenas ha terminado nuestra luna de miel… —aventure, con la esperanza de quitar un poco de seriedad al asunto.
Rita sacudio la cabeza.
—No es… O sea… —Agito una mano, y despues la dejo caer sobre su regazo. Exhalo un profundo suspiro—. Es Cody —me solto por fin.
—Ah —repuse, sin tener ni idea de a que se referia. A mi me parecia que estaba muy bien, pero claro, yo sabia mejor que Rita que Cody no era el nino humano, pequeno y silencioso que aparentaba, sino un Dexter en ciernes.
—Todavia parece tan… —Meneo la cabeza de nuevo y bajo la vista, y su voz se convirtio en un susurro—. Se que su… padre… hizo cosas que… le perjudicaron. Es probable que le cambiaran para siempre. Pero… —Me miro, y en sus ojos brillaban lagrimas—. No esta bien que… siga siendo asi. ?Es normal? Tan callado siempre, y… —Bajo la vista de nuevo—. Tengo miedo de que… Ya sabes. —Una lagrima cayo sobre su regazo y sorbio por la nariz—. Podria estar…, ya sabes…, para siempre…
Varias lagrimas mas se sumaron a la primera, y aunque por lo general no se que hacer ante la manifestacion de emociones, sabia que se exigia de mi algun gesto tranquilizador.
—Cody saldra adelante —observe, al tiempo que bendecia mi capacidad para mentir con conviccion—. Solo necesita salir un poco de su cascaron.
Rita sorbio de nuevo.
—?De veras lo crees?
—Por supuesto —insisti, y apoye una mano sobre la de ella, como habia visto en una pelicula no hacia mucho—. Cody es un gran chico. Solo esta madurando un poco mas lento que los demas. Debido a lo que le paso.
Ella meneo la cabeza y una lagrima me cayo sobre la cara.
—No puedes saber eso.
—Lo se —concedi, y estaba diciendo la verdad, aunque parezca mentira—. Se muy bien lo que esta pasando, porque yo tambien pase por eso.
Ella me miro con ojos brillantes y humedos.
—Tu… nunca me has hablado de lo que te paso.
—No —admiti—. Y nunca lo hare. Pero es muy parecido a lo que le paso a Cody, por eso lo se. Confia en mi, Rita.
Volvi a palmear su mano, mientras pensaba:
—Oh, Dexter —dijo ella—. Confio en ti. Pero el es tan…
Meneo la cabeza de nuevo y envio un chorro de lagrimas al otro lado de la habitacion.
—Saldra adelante —repeti—. De veras. Solo necesita salir un poco de su cascaron. Aprender a convivir con otros chicos de su edad.
—Si tu lo crees… —concedio Rita, al tiempo que sorbia con estrepito.
—Estoy seguro —afirme.
—De acuerdo. —Cogio una servilleta de la mesa y se seco la nariz y los ojos—. Entonces, solo es cuestion de… —
—Esa es la idea —repuse—. Dentro de nada estara haciendo trampas con las cartas.
Rita se sono la nariz por ultima vez.
—A veces, no se si hablas en serio. —Se levanto y me beso en la cabeza—. Si no te conociera tan bien.
Si me conociera tan bien como creia, me habria apunalado con un tenedor y huido como si le fuera en ello la vida, por supuesto, pero alimentar nuestras ilusiones es una parte importante del trabajo de la vida, de modo que no dije nada, y el desayuno se desarrollo con su maravillosa monotonia tranquilizadora. Existe un autentico placer en el hecho de que te sirvan, sobre todo por alguien que sabe muy bien que esta haciendo en la cocina, y valia la pena escuchar toda aquella chachara que acompanaba a la tarea.
Cody y Astor se unieron a nosotros cuando yo empezaba mi segunda taza de cafe, y los dos se sentaron uno al lado del otro con identica expresion de incomprension sedada en la cara. No gozaban de las ventajas del cafe, de modo que tardaron varios minutos en darse cuenta de que estaban despiertos. Fue Astor, naturalmente, quien rompio el silencio.
—La sargento Debbie salio en la tele —proclamo. Astor veneraba a Deborah como si fuera una heroina, desde que habia descubierto que Debs portaba un arma y chuleaba a policias uniformados grandes y corpulentos.
—Es parte de su trabajo —dije, aunque cai en la cuenta de que eso reforzaria su papel de heroina.
—?Por que tu no sales nunca en la tele, Dexter? —me pregunto la nina en tono acusador.
—No quiero salir en la tele —conteste, y me miro como si hubiera sugerido prohibir los helados—. Es verdad —continue—. Imagina que todo el mundo conociera mi cara. No podria ir por la calle sin que la gente me senalara con el dedo y hablara a mis espaldas.
—Nadie senala con el dedo a la sargento Debbie —dijo Astor.
Asenti.
—Por supuesto que no. ?Quien se atreveria? —Me parecio que Astor tenia ganas de discutir, asi que deje la taza de cafe sobre la mesa con estrepito y me levante—. Me marcho hacia otro dia de tremendo trabajo en defensa de la buena gente de nuestra ciudad.
—No puedes defender a la gente con un microscopio —repuso Astor.
—Basta, Astor —intervino Rita, y se acerco para plantarme otro beso, esta vez en la cara—. Espero que pilles a este, Dexter. Parece horrible.
Yo tambien confiaba en pillarlo. Cuatro victimas en un dia se me antojaba un poco desmedido, incluso a mi, y crearia en toda la ciudad una paranoia de vigilancia que me imposibilitaria casi por completo divertirme con discrecion por mi cuenta.
Por lo tanto, fue con una verdadera determinacion de administrar justicia que fui a trabajar. Por supuesto, cualquier intento real de administrar justicia tendria que empezar con el trafico, puesto que desde hacia mucho tiempo los conductores de Miami habian transformado la sencilla tarea de desplazarse de un sitio a otro en una especie de atraccion de autos de choque, lanzados a toda velocidad y armados hasta los dientes. Es todavia mas interesante porque las reglas cambian de un conductor a otro. Por ejemplo, mientras seguia la fila del apretado amasijo de coches de la autopista, un hombre del carril de al lado empezo a tocar la bocina de repente. Cuando me volvi a mirar, el tipo me hizo un corte de mangas, grito «
No tenia ni idea de la causa de tamana exhibicion, de modo que me limite a saludar al coche, que desaparecio entre un lejano concierto de bocinados y gritos. La Sinfonia de Miami en Hora Punta.
Llegue al trabajo un poco temprano, pero va reinaba una frenetica actividad en el edificio. En la sala de prensa se agolpaba mas gente de la que habia visto nunca, al menos suponiendo que fuera gente, porque con los reporteros nunca se sabe. Y me di cuenta de la autentica gravedad de la situacion cuando observe docenas de camaras y microfonos, pero ni rastro del capitan Matthews.
Me esperaban mas sorpresas sin precedentes: un policia uniformado vigilaba el ascensor y me pidio ver las