equipo forense me revelaron lo suficiente para esbozar una sonrisa de admiracion.

Tenia los pies embutidos en un par de esos zapatos negros de piel que suelen ser italianos, y se utilizan casi siempre para bailar. Tambien llevaba unos encantadores pantalones cortos tipo complejo turistico de color arandano de muy buen gusto, y una camisa de seda azul con el dibujo de una palmera plateada bordado. Pero la camisa estaba desabotonada y abierta para revelar que habian extraido el pecho del hombre y vaciado la cavidad de todas esas cosas naturales y horrendas que deberia contener. Ahora estaba llena de hielo, botellas de cerveza y lo que parecia un coctel de gambas dispuesto en circulo procedente de la tienda de comestibles. Su mano derecha aferraba un punado de billetes de Monopoly, y tenia el rostro cubierto por otra de aquellas mascaras de plastico sujetas con pegamento.

Vince Masuoka estaba acuclillado al otro lado de la puerta, mientras esparcia polvo con lentas y firmes pinceladas sobre la pared. Me acerque a el.

—?Vamos a tener suerte esta noche? —le pregunte.

Resoplo.

—Ojala nos dejaran llevarnos un par de esas cervezas gratis —dijo—. Estan muy frias.

—?Como lo sabes?

Movio la cabeza hacia el cuerpo.

—Es de esa nueva clase, la de la etiqueta que se pone azul cuando esta fria —explico. Se paso el brazo por la frente —. Aqui hara mas de treinta grados, y la cerveza debe estar de muerte.

—Claro —dije, mientras contemplaba los inverosimiles zapatos del muerto—. Y despues podriamos ir a bailar.

—Ah. ?Quieres ir cuando hayamos terminado?

—No —conteste—. ?Donde esta Deborah?

Movio la cabeza hacia la izquierda.

—Por alli —dijo—. Hablando con la mujer que lo encontro.

Me acerque hasta donde Deborah estaba interrogando a una histerica mujer hispana, la cual lloraba con las manos en la cara meneando la cabeza al mismo tiempo, lo cual se me antojo algo muy dificil, como masajearte la panza mientras te das palmaditas en la cabeza. Pero lo estaba haciendo muy bien, y por algun motivo la maravillosa coordinacion de la mujer no impresionaba a mi hermana.

—Arabelle —estaba diciendo Debs—, Arabelle, por favor, escucheme.

Arabelle no estaba escuchando, y yo pense que el tono vocal de Deborah, que combinaba ira y autoridad, no estaba bien calculado para ganarse las simpatias de nadie, sobre todo de alguien con aspecto de haber sido enviada por una agencia de casting para interpretar el papel de mujer de la limpieza sin permiso de trabajo. Deborah me fulmino con la mirada cuando me acerque, como si fuera culpa mia que estuviera intimidando a Arabelle, de modo que decidi echarle una mano.

No es que crea que Debs sea una incompetente. Es muy buena en su trabajo. Lo lleva en la sangre, al fin y al cabo. Ademas, la idea de que conocerme es amarme nunca ha cruzado el umbral en sombras de mi mente. Todo lo contrario, en realidad. Pero Arabelle estaba tan alterada, que no cabia duda de que su descubrimiento no la habia emocionado. De hecho, habia avanzado varios pasos en el camino de la histeria, y hablar con gente histerica, como en tantos casos de la interaccion humana corriente, no provoca especial empatia o simpatia en las personas, por suerte para el Oscuro y Taciturno Dexter. Todo era cuestion de tecnica, de artesania pero no de arte, lo cual caia en el campo de experiencia de alguien que ha estudiado y copiado el comportamiento humano. Sonreir en los momentos oportunos, cabecear, fingir escuchar… Lo habia dominado hacia eones.

—Arabelle —dije con una voz tranquilizadora y el acento centroamericano adecuado, y ella dejo de sacudir la cabeza un momento—. Arabelle, necesitamos descubrir a este monstruo. —Mire a Debs—. El que ha hecho esto es un monstruo, ?verdad?

Ella movio la barbilla arriba y abajo en senal de asentimiento.

Digame, por favor —continue en tono tranquilizador, y Arabelle bajo una mano de la cara, un gesto muy gratificante.

—?Si? —repuso con timidez, y yo me maraville una vez mas del poder de mi encanto sintetico al cien por cien. Y en dos idiomas, encima.

—?En ingles? —dije, con una sonrisa falsa estupenda—. Porque mi hermana no habla espanol. —Senale a Deborah con un cabeceo. Estaba seguro de que referirme a Debs como «mi hermana», en lugar de «la figura autoritaria con una pistola que quiere enviarla de vuelta a El Salvador despues de que se haya ocupado de que la golpeen y la violen», contribuiria a que la mujer se sincerara un poco—. ?Habla ingles?

—Po-quito.

—Bien, Cuentele a mi hermana lo que vio.

Retrocedi un paso, pero Arabelle extendio la mano al instante y la cerro en torno a mi brazo.

—?Se va? —pregunto con timidez.

—Me quedo.

Me escudrino un momento. No tengo ni idea de que estaba buscando, pero por lo visto creyo encontrarlo. Solto mi brazo, bajo las dos manos y las enlazo delante de ella, y despues miro a Deborah, casi en posicion de firmes.

Yo tambien mire a Deborah, y descubri que me estaba mirando con expresion de incredulidad.

—Jesus —rezongo—. ?Confia en ti y en mi no?

—Ella sabe que mi corazon es puro —conteste.

—?Puro de que? —pregunto Debs, y sacudio la cabeza—. Si supiera…

Tuve que admitir que la observacion ironica de mi hermana contenia cierta verdad. Habia descubierto hacia muy poco lo que soy, y decir que el descubrimiento la incomodaba era quedarse corto. De cualquier modo, todo habia sido sancionado y montado por su padre, San Harry, e incluso muerto era una autoridad que Debs no deseaba cuestionar…, ni yo, por cierto. Pero su tono de voz fue un poco brusco para alguien que deseaba mi ayuda, y me ofendio un poco.

—Si quieres, puedo marcharme y dejar que lo hagas sola.

—?No! —exclamo Arabelle, y de nuevo su mano se apodero de mi brazo—. Ha dicho que se quedaba — comento, en un tono acusador y casi de panico.

Mire a Deborah con una ceja enarcada.

Ella se encogio de hombros.

—Si. Te quedas.

Palmee la mano de Arabelle y me la quite de encima.

—Me quedare —dije, y anadi—. Yo espero aqui.

Acompane la frase de una sonrisa completamente artificial, que por algun motivo parecio tranquilizarla. Me miro a los ojos, sonrio, respiro hondo y miro a Debs.

—Cuenteme —dijo esta a Arabelle.

— Llego aqui a la misma hora, como siempre.

—?A que hora? —le pregunto Deborah.

Arabelle se encogio de hombros.

—Las cinco. Ahora tres veces a la semana, porque cierra en julio, pero quieren que este limpio. Nada de cucarachas.

Me miro y yo asenti: cucarachas malas.

—?Y fue a la puerta de atras? —pregunto Deborah.

—Siempre, es… —Me miro con expresion inquisitiva—. ?Siempre?

—Siempre —traduje.

Arabelle asintio.

—Siempre puerta de atras. Local cierra hasta octubre.

Deborah ladeo la cabeza un momento, pero despues lo pillo: local cerrado hasta octubre.

—De acuerdo. Llega aqui, va a la puerta de atras y ve el cadaver.

Arabelle se cubrio la cara una vez mas, pero solo un momento. Me miro y yo asenti, de modo que dejo caer las manos.

—Si.

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