Pense en encontrarla atada a una mesa con cinta adhesiva, y en mi verdadero hermano genetico sobre ella, sosteniendo un cuchillo para el y otro para mi, y me di cuenta de que seria incapaz de matarla por mas que lo necesitara, por mas que eso me acercara a el, mi hermano, la unica persona del mundo que me comprendia de verdad y me aceptaba tal como era. No podria hacerlo. Habia vuelto a oir la voz de Harry, que me mantenia en el Camino.

—Joder —solto Deborah—. ?En que cono estaba pensando papa?

Yo tambien me lo preguntaba a veces. Pero tambien me preguntaba como era posible que la gente se creyera las cosas que decia, y por que yo no podia volar, y me parecia que esto pertenecia a la misma categoria.

—No podemos saber en que estaba pensando —dije—. Solo lo que hizo.

—Joder —repitio ella.

—Es posible. ?Que vas a hacer al respecto?

Seguia sin mirarme.

—No lo se. Pero creo que debo hacer algo.

Estuvimos sentados un largo rato sin nada mas que decir. Despues, puso el coche en marcha y volvimos a la autopista.

11

Hay pocas formas mejores de poner fin a una conversacion que decirle a tu hermano que estas considerando la posibilidad de detenerle por asesinato, y hasta mi legendario ingenio no estaba a la altura de pensar en algo positivo que decir. De modo que circulamos en silencio, por la U.S. 1 hasta la 95 Norte, y despues salimos de la autovia y entramos en Design District, pasado el desvio de la calzada elevada Julia Tuttle.

El silencio consiguio que el viaje se hiciera mas largo de lo que era. Mire una o dos veces a Deborah, pero al parecer estaba absorta en sus pensamientos. Tal vez meditaba acerca de si utilizar conmigo las esposas buenas, o solo el par extra barato que guardaba en la guantera. Fuera lo que fuera, mantenia la vista clavada al frente, giraba el volante como un automata y entraba y salia del trafico sin pensarlo, y sin dedicarme la menor atencion.

Encontramos la direccion enseguida, lo cual fue un alivio, pues la tension de evitar mirarnos y hablar era excesiva. Deborah freno delante de una especie de almacen en la calle Cuarenta Noreste, y aparco. Apago el motor, todavia sin mirarme, pero hizo una pausa. Despues, sacudio la cabeza y bajo del coche.

Supongo que yo debia seguirla como siempre, la sombra gigante de la Pequena Debs, pero aun me quedaba una pizca de orgullo, y la verdad, si iba a detenerme por unos cuantos asesinatos recreativos, ?esperaba que la ayudara a resolver estos? O sea, no me hace falta pensar que las cosas son justas (nunca lo son), pero esto me parecia forzar los limites de la decencia.

De modo que segui sentado en el coche y no mire cuando Debs se planto ante la puerta de la casa y toco el timbre. Fue solo por el rabillo desinteresado del ojo que vi abrirse la puerta, y apenas me fije en el aburrido detalle de que Deborah exhibia su placa. Y desde donde estaba sentado sin mirar, me fue imposible afirmar si el hombre la golpeo y ella cayo, o si solo la tiro al suelo y despues desaparecio dentro.

Pero mi interes apenas se desperto de nuevo cuando se irguio sobre una rodilla, cayo y no volvio a levantarse.

Oi un claro zumbido en la Central de Alarmas: algo iba muy mal y todo mi enfado con Deborah se evaporo como la gasolina sobre el pavimento caliente. Baje del coche y me puse a correr por la acera a toda la velocidad de mis piernas.

Desde tres metros de distancia vi el mango de un punal que sobresalia de su costado, y disminui la velocidad un momento, mientras una onda de choque me arrollaba. Un charco de horrible sangre humeda se estaba esparciendo ya sobre la acera, y me vi de nuevo en la caja fria con Biney, mi hermano, mirando la terrible mancha roja pegajosa en el suelo, y no pude moverme ni respirar. Pero la puerta se abrio y el hombre que habia apunalado a Deborah salio, me vio, se puso de rodillas, y extendio la mano hacia el mango del cuchillo. Entonces, el sonido del viento que batia en mis oidos se convirtio en el rugido del Oscuro Pasajero al extender sus alas, avance a toda prisa y le di una patada en la cabeza con todas mis fuerzas. Cayo espatarrado a su lado, con la cabeza en el charco de sangre, y no se movio.

Me arrodille al lado de Deborah y tome su mano. El pulso era fuerte, y sus ojos se abrieron.

—Dex —susurro.

—Aguanta, hermanita —dije, y volvio a cerrar los ojos. Saque su radio de la funda y pedi ayuda.

Una pequena multitud se habia congregado durante los escasos minutos que la ambulancia tardo en llegar, pero abrieron paso cuando los tecnicos medicos de urgencias bajaron y corrieron hacia Deborah.

—Uf —dijo el primero—. Vamos a parar la hemorragia, deprisa.

Era un hombre joven, corpulento, con el corte de pelo del cuerpo de marines. Se arrodillo al lado de Debs y empezo a trabajar. Su companero, una mujer todavia mas fornida de unos cuarenta anos, introdujo enseguida una intravenosa en el brazo de Deborah, y la aguja penetro justo cuando senti una mano que tiraba de mi brazo desde detras.

Me volvi. Era un policia uniformado, un negro de edad madura con la cabeza rasurada, y me saludo con un cabeceo.

—?Es usted su companero? —me pregunto.

Saque mi identificacion.

—Su hermano —conteste—. Equipo forense.

—Ah. —Cogio mis credenciales y las examino—. No suelen llegar tan deprisa a la escena del crimen. —Me devolvio la identificacion—. ?Que puede decirme de ese tipo?

Senalo con un cabeceo al hombre que habia apunalado a Deborah, el cual estaba sentado y se sujetaba la cabeza, mientras otro policia se acuclillaba a su lado.

—Abrio la puerta y la vio —dije—. Y despues le clavo un cuchillo.

—Aja —dijo el policia. Se volvio hacia su companero—. Esposale, Frankie.

No me refocile cuando los dos policias colocaron los brazos del agresor a su espalda y le esposaron, porque estaban subiendo a Deborah a la ambulancia. Me acerque a hablar con el tipo de Urgencias del pelo corto.

—?Se pondra bien? —le pregunte.

Me dedico una sonrisa mecanica poco convincente.

—Ya veremos que dicen los medicos, ?de acuerdo? —contesto, lo cual no sono tan alentador como era su intencion.

—?La van a llevar a Jackson?

El hombre asintio.

—Estara en la UCI de urgencias cuando usted llegue —dijo.

—?Puedo ir con ustedes?

—No. —Cerro la puerta, corrio al asiento delantero de la ambulancia y subio. Les segui con la mirada mientras se internaban en el trafico, conectaban la sirena y se alejaban.

De repente, me senti muy solo. Parecia demasiado melodramatico. Las ultimas palabras que habiamos intercambiado no fueron agradables, y quiza serian las Ultimas Palabras. Era una secuencia de acontecimientos digna de la television, preferentemente de un culebron de la tarde. No era digno del drama de la hora de maxima audiencia Los dias sombrios de Dexter. Pero eso era lo que habia. Deborah iba camino de cuidados intensivos y yo no sabia si saldria de esta. Ni siquiera sabia si llegaria con vida.

Contemple la acera. Habia un espantoso monton de sangre. Sangre de Deborah.

Por suerte para mi, no tuve que cavilar durante mucho rato. El detective Coulter habia llegado, y su aspecto era desdichado, incluso para el. Vi que se paraba en la acera un momento y paseaba la vista a su alrededor, antes de acercarse a mi. Parecio todavia mas desdichado cuando me miro de arriba abajo con la misma expresion que habia empleado en la escena del crimen.

—Dexter —dijo. Sacudio la cabeza—. ?Que cono haces?

Por un breve momento empece a negar que habia apunalado a mi hermana. Despues, me di cuenta de que

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