esquina inferior de mi cerebro. ?Era solo miedo a la luz del dia? ?O mi inconsciente me estaba diciendo que habia pasado por alto algo importante, algo que estaba a punto de abalanzarse sobre mi y morderme? Lo repase todo en mi cabeza, una y otra vez, y siempre obtuve el mismo resultado, y lo unico que se repetia era la idea de que todo era muy sencillo, perfectamente relacionado, coherente, logico y correcto, y no tenia otra alternativa que actuar con la mayor celeridad posible. Entonces, ?por que debia preocuparme? ?Cuando goza alguien de alguna posibilidad real, aparte de poder decir de vez en cuando, en esos escasos dias buenos que nos tocan, que prefiero helado a pastel?

De todos modos, senti que unos dedos invisibles cosquilleaban mi cuello cuando aparque, al otro lado de la calle y a mitad de la manzana de la casa de Wimble. Durante varios largos minutos no hice otra cosa que contemplar la casa desde mi asiento del coche.

El coche de color bronce estaba aparcado delante. No habia senales de vida, ni siquiera un monton de miembros apilados ante el bordillo, a la espera de que los recogieran. Nada en absoluto, salvo una casa silenciosa en un barrio corriente de Miami, que se cocia bajo el sol de mediodia.

Cuanto mas continuaba sentado en el coche con el motor apagado, mas me daba cuenta que yo tambien me estaba cociendo, y si me quedaba ahi unos minutos mas, veria que una corteza oscura y quebradiza se iba formando sobre mi piel. Pese a los temblores de duda que me asaltaban, tenia que hacer algo, mientras aun quedara aire respirable en la cabina.

Baje y me quede parpadeando bajo el calor y la luz durante varios segundos, y despues baje por la calle, alejandome de casa de Wimble. Con movimientos lentos y despreocupados di una vuelta a la manzana, y observe la casa desde la parte posterior. No habia mucho que ver. Una hilera de setos a traves de una valla de tela metalica que la ocultaba desde la siguiente manzana. Segui rodeando la manzana, cruce la calle y regrese al coche.

Y me quede parado de nuevo, parpadeando bajo el resplandor del sol, mientras notaba el sudor resbalar por mi columna vertebral, por mi frente, hasta meterse en los ojos. Sabia que no podia continuar inmovil alli mucho mas sin llamar la atencion. Tenia que hacer algo. O acercarme a la casa, o volver al coche, ir a casa y esperar a verme en los telediarios de la noche. Pero con aquella vocecita irritante que seguia susurrando en mi cerebro que algo no iba bien, me quede un poco mas, hasta que algo pequeno y quebradizo se partio en mi interior, y dije por fin, estupendo. Vamos a ello, sea lo que sea. Cualquier cosa es mejor que quedarme aqui contando las gotas de sudor mientras caen.

Recorde algo util para variar, y abri el maletero del coche. Habia tirado dentro una tablilla. Me habia sido muy util en anteriores investigaciones del estilo de vida de los malvados e infames, y tambien llevaba una corbata de pinza. Por mi experiencia, sabia que podias ir a cualquier parte, de dia y de noche, y nadie te haria preguntas si llevabas una corbata de pinza y una tablilla. Por suerte, hoy me habia puesto una camisa abrochada en el cuello, asi que me ceni la corbata, cogi la tablilla y un boligrafo, y me encamine hacia la casa de Wimble. Otro funcionario mas de medio pelo que iba a comprobar algo.

Examine la calle. Estaba flanqueada de arboles, y varias casas tenian arboles frutales en el patio. Estupendo: hoy era el Inspector Dexter, de la Junta Estatal de Inspecciones Arboricolas. Esto me permitiria acercarme a la casa con una actividad semilogica que me protegiera.

Y despues, ?que? ?Podria entrar y pillar a Weiss por sorpresa, a plena luz del dia? Se me antojo muy improbable, debido al resplandor ardiente del sol. No contaba con tinieblas acogedoras, ni sombras que me rodearan y ocultaran mi presencia. Estaba expuesto a la vista de todo el mundo, y si Weiss miraba por la ventana y me reconocia, el juego terminaria antes de haber empezado.

Pero ?que otra eleccion me quedaba? Era el o yo, y si no hacia nada, el si que haria algo: primero revelaria mis actividades clandestinas, y luego le haria dano a Cody o a Astor, o a quien fuera. Tenia que interceptarle y detenerle, ahora.

Mientras me enderezaba para entrar en accion, un pensamiento muy incomodo alumbro en mi cerebro. ?Era esta la opinion que Deborah tenia de mi? ?Me consideraba una especie de salvaje obscenidad, que se abria paso a Cuchilladas entre el paisaje con ferocidad aleatoria? ?Por eso estaba tan disgustada conmigo? ?Porque se habia formado una imagen de mi que era la de un monstruo sediento de sangre? La idea fue tan dolorosa que, por un momento, no pude hacer otra cosa que parpadear mientras las gotas de sudor rodaban sobre mi frente. Era injusto, injustificado por completo. Yo era un monstruo, por supuesto, pero no de ese tipo. Yo era pulcro, educado, centrado, y procuraba no causar inconvenientes a los turistas esparciendo por doquier miembros humanos. ?Como era posible que no se diera cuenta de eso? ?Como podia conseguir que reparara en la belleza armonica del camino hacia el que Harry me habia impulsado?

Y la primera respuesta fue que no podia, siempre que Weiss siguiera vivo y en libertad. Porque en cuanto mi cara saliera en las noticias, mi vida habria terminado y Deborah no gozaria de mas alternativas que yo. Hiciera sol o no, tenia que hacerlo, rapido y bien.

Respire hondo y subi por la calle hasta la casa contigua a la de Wimble, al tiempo que examinaba los arboles del camino y escribia en la tablilla. Avance poco a poco por el camino de entrada. Nadie salto sobre mi con un machete entre los dientes, de modo que retrocedi, me detuve delante de la casa, y despues me encamine hacia la de Wimble.

Tambien alli habia arboles sospechosos que examinar, asi que los mire, tome notas y avance por el camino de entrada. No percibi la menor senal de vida en el interior. Si bien no sabia que esperaba ver, me acerque mas, mientras lo miraba todo, incluidos los arboles. Inspeccione con sumo detenimiento la casa, y observe que todas las persianas de las ventanas estaban bajadas. No se podia ver nada ni desde dentro ni desde fuera. Recorri lo suficiente del camino de entrada para reparar en que habia una puerta trasera, situada en lo alto de dos escalones de hormigon. Avance hacia ella con mucha desenvoltura, los oidos atentos al menor roce, susurro o gritos de «?Atencion! ?Esta ahi!» Nada. Fingi fijarme en un arbol del patio trasero, cerca de un deposito de propano y a tan solo unos seis metros de la puerta, y me dirigi hacia alli.

Todavia nada. Escribi. Habia una ventana en la mitad superior de la puerta, sin persiana bajada. Me acerque, subi los dos peldanos y mire en el interior. Vi un pasillo a oscuras, flanqueado por una lavadora y una secadora, algunas escobas y fregonas sujetas con abrazaderas a la pared. Apoye una mano sobre el pomo y lo gire poco a poco y en silencio. La puerta no estaba cerrada con llave. Respire hondo…

… y casi me dio un ataque cuando un chillido horrible y estremecedor surgio del interior. Era el sonido de la angustia y el horror, y una llamada de auxilio tan evidente que hasta Dexter el Desinteresado avanzo impulsado por un reflejo, y ya habia puesto un pie dentro de la casa cuando un diminuto signo de interrogacion se dibujo en el suelo de mi cerebro, y pense: He oido ese chillido antes. Y mientras mi segundo pie avanzaba y se adentraba mas en la casa, pense: ?De veras? ?Donde? La respuesta llego enseguida, lo cual fue reconfortante: era el mismo chillido de los videos de la «Nueva Miami» que habia grabado Weiss.

lo cual significaba que era un chillido grabado.

lo cual significaba que su intencion era atraerme hacia el interior.

lo cual significaba que Weiss estaba preparado y me esperaba.

No fue terriblemente halagador para mi yo especial, pero la verdad es que me detuve una fraccion de segundo para admirar la velocidad y claridad de mis procesos mentales. Y entonces, por suerte para mi, obedeci a la estridente voz interior que estaba chillando, ?Corre, Dexter, corre!, y sali como un cohete de la casa y baje por el camino de entrada, justo a tiempo de ver que el coche de color bronce se alejaba con un chirriar de frenos.

Y entonces, una zarpa gigantesca se alzo detras de mi y me aplasto contra el suelo, paso silbando una corriente de aire caliente, y la casa de Wimble desaparecio en una nube de llamas y una lluvia de cascotes.

22

—Fue el propano —me dijo el detective Coulter.

Yo estaba apoyado contra el costado de la camioneta de Urgencias, con un paquete de hielo apoyado contra mi cabeza. Mis heridas eran de muy escasa consideracion, pero como eran mias me parecian mas importantes, y no me gustaban, ni tampoco la atencion que estaba atrayendo. Al otro lado de la calle, los escombros de la casa

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