ninos eramos una y carne, pero no comprendi por que tenia que decirme eso.

– Quiza tambien el se sintio violento -sugirio Brunetti y anadio, tratando de concretar-: ?Nunca menciono a alguien en particular, ni hizo un comentario que le permitiera identificar a alguno de sus… -se interrumpio, buscando la palabra: «amantes» no parecia apropiada, habida cuenta de lo que habia dicho Fontana-… companeros?

Fontana movio la cabeza negativamente.

– No. Nada. Araldo lo habria considerado poco etico. -Se quedo esperando a que ellos preguntaran y, en vista de que no era asi, explico-: El no tenia inconveniente en hablar de su vida privada, pero nunca dijo nada de nadie: ni nombres, ni siquiera la edad. Nada.

– ?Solo que tenian que ser personas a las que el no quisiera? -pregunto Vianello con voz triste.

Fontana asintio.

A partir de aqui, la informacion que dio Fontana fue rutinaria: su primo nunca le presento a nadie que no fuera un condiscipulo o un companero de trabajo, ni le hablo de nadie con especial afecto, a excepcion de Renato Penzo, del que siempre dijo que era un buen amigo. Invariablemente iba de vacaciones con su madre y una vez dijo, bromeando, que eso era mas trabajo que ir a trabajar.

Desde hacia varios meses, parecia nervioso y preocupado y, cuando Giorgio lo comento, su primo le conto que tenia problemas en el trabajo y problemas en casa, pero no dio mas explicaciones.

– Muchas de las personas con las que he hablado me han dicho que era un hombre bueno -dijo Brunetti-. Tambien usted ha usado ese termino. ?Podria decirme que quiere decir con eso?

En la cara de Fontana se pinto un gesto de confusion.

– Todo el mundo sabe lo que eso significa. -Miro a Vianello, buscando confirmacion, pero el inspector guardo silencio.

Finalmente, Brunetti se permitio decir:

– Mucha gente no lo tendria por bueno, sabiendo que era homosexual.

– Que absurdo -espeto Fontana-. Insisto, era un hombre bueno. Desde hace un ano, ha estado recogiendo ropa para esa mujer…, esa criada…, ?como se llama?

– ?Zinka? -sugirio Brunetti.

– Si. Recogia ropa para su familia y la enviaba a Rumania. Y se que su amigo Penzo esta tratando de conseguirle un permesso de soggiorno. Y con su madre tenia mas paciencia que un santo. Habria hecho cualquier cosa para contentarla. Y era la honradez en persona. -Entonces, algo le vino a la memoria-: Ah, lo habia olvidado. Hara unos dos meses me dijo que estaba pensando en mudarse, pero no queria ni imaginar el disgusto que se llevaria su madre.

– ?Le dijo por que?

Fontana movio la cabeza negativamente.

– Dijo cosas que no entendi. Sobre el trabajo y que no estaba bien que ellos vivieran en ese palazzo. Pero no dio mas explicaciones.

– ?Cree usted que se hubiera mudado? -pregunto Brunetti.

Fontana apreto los parpados y los labios, al tiempo que alzaba las cejas. Cuando abrio los ojos, su mirada se cruzo con la de Brunetti.

– Si con ello disgustaba a su madre… -y su voz se apago.

– ?De verdad cree usted que ese apartamento es tan importante para ella? -pregunto Brunetti sin ocultar la sorpresa.

– ?Usted ha hablado con mi tia?

– Si.

– ?Ha visto sus mejillas sonrosadas y sus ricitos?

– Si.

Fontana se inclino hacia adelante con tanta brusquedad que Vianello se hizo a un lado instintivamente.

– Mi tia es una arpia -dijo Fontana con una vehemencia que asombro a Brunetti y dejo a Vianello con la boca abierta-. Si no consigue lo que quiere, otros deben sufrir las consecuencias, y ella quiere ese apartamento. Como no ha querido nada en su vida.

Durante unos momentos, nadie supo que decir, hasta que Brunetti pregunto:

– ?Y eso habria bastado para impedir a su primo hacer lo que deseaba?

– No lo se, pero ahora, al pensarlo, creo que esa podia ser la causa de que estuviera tan nervioso las ultimas veces que hable con el.

– ?Su primo nunca menciono a una tal jueza Coltellini? -pregunto Brunetti de pronto.

Fontana no pudo disimular la sorpresa.

– Si. Me hablaba de ella hacia anos, es decir, unos dos anos. El la admiraba y ella lo trataba con mucha consideracion. Parecia apreciar su trabajo. -Fontana hizo una pausa y anadio-: De vez en cuando, Araldo se prendaba de alguna que otra mujer; especialmente, mujeres del trabajo que tuvieran mas poder o mas responsabilidad que el.

– ?Y que pasaba?

– Oh, siempre se cansaba. O se desenganaba, porque hacian algo que a el no le parecia bien y caian del pedestal.

– ?Ocurrio eso con la jueza Coltellini? -Al hacer esta pregunta, Brunetti advirtio como habia cambiado este hombre desde su entrada en el despacho y como habia cambiado tambien su propia actitud y la de Vianello hacia el. Habian desaparecido la mansedumbre y la timidez. En lugar de la inseguridad del principio, Brunetti veia ahora inteligencia y sensibilidad. El nerviosismo de antes podia atribuirse, pues, al temor que el trato con las fuerzas del orden inspira en el ciudadano corriente.

Brunetti sintonizo con la respuesta de Fontana a media frase.

– … hizo que cambiaran las cosas. Cuando dejo de hablarme de ella, y note el cambio por lo mucho que la ensalzaba antes, le pregunte y me dijo que se habia equivocado con ella. Y eso fue todo. No quiso decir mas.

– ?Ha visto a su tia desde que el murio?

Fontana movio la cabeza negativamente. Estuvo un rato callado, hasta que dijo:

– Manana es el entierro. Alli la vere y espero que sea la ultima vez. Nunca mas. -Brunetti y Vianello esperaban-. Ella le destrozo la vida. El debio irse a vivir con Renato en cuanto tuvo ocasion.

– ?Cuando fue eso? -pregunto Brunetti, y vio que Fontana tenia los ojos todavia mas tristes.

– Ya no importa, ?verdad? Pudo irse y debio irse, pero no se fue, y ahora ha muerto.

Fontana se levanto, extendio la mano por encima de la mesa y estrecho la de Brunetti y despues la de Vianello. No dijo mas, fue hacia la puerta y salio del despacho.

26

El silencio se prolongo unos minutos despues de que Fontana se fuera; ni Brunetti ni Vianello se decidian a romperlo. Al fin, Brunetti se levanto de detras de la mesa y se acerco a la ventana, pero no encontro un soplo de aire que aliviara el bochorno del dia ni el peso de las palabras de Fontana.

– Mi familia duerme con edredon y nosotros manana hemos de ir a un entierro -dijo mirando por la ventana.

– Tampoco tengo algo mejor que hacer, estando fuera Nadia y los ninos -dijo Vianello melancolicamente-. Pronto podria empezar a hablar solo. O a comer en McDonald's.

– Probablemente, sera menos perjudicial que hables solo -se permitio observar Brunetti. Y, en tono mas serio-: Yo hablo y tu escuchas, ?de acuerdo?

Vianello asintio, cruzo los brazos, echo el cuerpo hacia atras, estiro las piernas y puso un tobillo encima del otro.

Brunetti se volvio de espaldas a la ventana y se apoyo en el antepecho, con las manos en el alfeizar.

– De poco sirve el ADN si no se puede comparar. Penzo y Fontana no eran amantes, sea lo que sea lo que eso pueda demostrar. La madre quiza sabia que el era gay, pero, al parecer, lo que mas le importaba era conservar el apartamento. Fontana sentia gran admiracion por la jueza Coltellini, hasta que, no sabemos por que, sufrio una

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