Loredano me dijo que trato de hacerselo comprender, pero el padre le contesto que su mujer tenia dinero propio y podia hacer con el lo que quisiera. Y tambien con el de el. Debe de considerarlo una prueba de su hombria: si su mujer gasta mucho, es porque el es capaz de ganarlo.

– ?Aunque ahora ya no trabaje?

– Probablemente, le parece mas importante que nunca ahora que el ya no puede hacer lo que hacia antes.

– Pues si que es complicado -dijo Brunetti, inclinandose hacia adelante y apoyando los codos en la mesa-. ?Y nadie sabe que hace ella con el dinero?

Vianello movio la cabeza negativamente.

– No a ciencia cierta. Pero, ya que dice que es por una buena causa, es probable que este dandolo a alguien. -Vianello dio una palmada en la mesa, y esta vez no trato de disimular la colera-. Lo malo es que yo estoy de acuerdo con ella -prosiguio el inspector-. Bueno, en parte. Ella tiene derecho a disponer de su dinero. Cuando fundaron la empresa, ella trabajo como un enano durante anos, sin cobrar ni una lira. Incluso cuando las cosas empezaron a ir bien, siguio al frente del despacho. Sin cobrar.

Brunetti asintio.

– Por eso tiene derecho a retirar todo el dinero que quiera -prosiguio Vianello-. Tanto legal como… moralmente, si esa es la palabra.

Brunetti intuia que lo era.

– Pero… -empezo el inspector, y no pudo terminar la frase.

Brunetti sugirio una forma de terminarla:

– Pero su familia tiene derecho a saber lo que hace con el.

– Si, eso creo. No me gusta decir esto, pero me parece que asi es. Y no es porque el dinero sea de ellos. Nada de eso. El dinero es de ella. Pero me parece que, si se niega a dar explicaciones, debe de ser porque comprende que no deberia hacer con el lo que hace, sea lo que sea.

Brunetti asintio.

– ?Que haran tus primos?

Vianello miro la mesa y abrio las manos con las palmas hacia arriba.

– Seguirla.

– ?Que dices?

Vianello levanto la mirada y, sin pizca de humor, dijo:

– Me parece que han visto demasiada television o que se yo. Han hablado con el director del banco. El conoce a la familia desde hace treinta anos. Siempre ha llevado sus asuntos.

Vianello callo y se miro las manos como si uno de los dedos fuera el director del banco y el quisiera adivinar lo que iba a hacer.

– ?Que le dijeron?

– Le hablaron del dinero que ella retira y de que no quiere decirles lo que hace con el.

– ?Y?

– El dijo que la proxima vez que ella vaya a retirar dinero, el llamara a Loredano y que procurara retenerla en el banco todo lo posible.

– ?Hasta que llegue alguien de la familia, para ver adonde va? -pregunto Brunetti sin poder disimular el asombro-. ?Policias y ladrones?

Vianello movio la cabeza, sin dejar de mirarse los dedos.

– Ojala fuera tan facil.

– No es facil -dijo Brunetti-. Es demencial.

– Eso pienso yo tambien. Y asi se lo dije.

– ?Y que?

– Pues que quieren que lo haga yo.

Brunetti no encontraba las palabras. Miraba a su amigo, que seguia contemplandose las palmas de las manos. Al fin concluyo:

– Mas demencial todavia.

– Eso les dije.

– Lorenzo -dijo Brunetti finalmente-. No me gusta tener que ir sacandote las palabras una a una. Dime que piensas hacer.

– He estado pensando mientras la oia hablar. Buscando la manera de averiguar lo que hace, y la unica idea que se me ocurre requiere tu intervencion. En cierto modo.

– ?Que modo?

– Necesito que me des tu permiso.

– ?Para que?

– Para pedir a algunos de los hombres que me ayuden.

– ?A seguir a tu tia?

– Si. Me parece que Pucetti lo haria si yo se lo pidiera. -Vianello miro a Brunetti con la cara tensa-. Si lo hacen en su tiempo libre, cuando no esten de servicio, no seria ilegal, en realidad.

– Estarian dando un paseo por la ciudad, sin meterse con nadie -dijo Brunetti secamente-. Yendo casualmente en la misma direccion que la viejecita que lleva todo ese dinero en el bolso. -Brunetti sintio una oleada de indignacion. ?A esto habia quedado reducida la policia?

– Guido -empezo Vianello con voz atona-, soy consciente de lo anomalo del procedimiento, pero es la unica manera de averiguar lo que hace con el dinero.

– ?Y si os ha mentido y resulta que en realidad va al Casino a jugarlo en las tragaperras? -inquirio Brunetti.

Para sorpresa del comisario, Vianello tomo en serio la pregunta.

– Entonces podriamos hacer que le negaran la entrada.

Brunetti, que habia hablado en broma, cambio de tono al preguntar:

– ?Y si entra en algun sitio y sale sin el dinero? ?Tu y tus primos entrais, sacudis al que lo tenga y se lo quitais?

– No -dijo Vianello serenamente-. Podriamos averiguar si a ese sitio van otras viejecitas con mucho dinero en el bolso. -Dicho esto, volvio a centrar la atencion en sus manos abiertas ante si.

La sorpresa impidio a Brunetti responder inmediatamente, y cuando al fin hablo solo supo decir:

– Bien, bien, bien. -Y despues-: ?Eso piensas?

– No se lo que pienso -respondio Vianello-. Pero mi tia no es tonta, por lo que quienquiera que la haya convencido para que le de dinero…, si eso es lo que ocurre, y no que se lo este jugando en las tragaperras…, tampoco es tonto, por lo que parece logico pensar que no es ella la unica victima.

Brunetti se levanto y fue al mostrador en busca de otros dos vasos de agua mineral que llevo a la mesa y volvio a sentarse en el banco.

– Existe una manera de hacer eso oficialmente.

– ?Cual es?

– ?No esta Scarpa encargado de las clases de entrenamiento de nuevos agentes?

– Si, pero no veo…

– Y una de las cosas que deben aprender los no venecianos es como seguir a alguien por la ciudad.

Vianello atrapo el testigo impecablemente y continuo la carrera.

– Y Scarpa, no siendo veneciano, no puede ensenarselo.

– Por lo que ha de dejar que lo hagan los venecianos -concluyo Brunetti.

Vianello levanto el vaso hacia Brunetti.

– Ya se que no se debe brindar con agua, pero… -Bebio y dejo el vaso en la mesa-. Por lo tanto, lo unico que hemos de hacer -prosiguio, y a Brunetti le agrado la naturalidad con la que su inspector hablaba en plural- es pedir a la signorina Elettra que se encargue de que se asigne la tarea de adiestramiento a los venecianos mas idoneos. A Scarpa lo mismo le dara, porque desconfia de todos y nos detesta a todos por igual. -Se volvio hacia el mostrador y agito una mano en direccion a Bambola-: ?Nos traes dos copas de prosecco, por favor?

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