– Un momento.-El ruido de los tacones de sus usados zuecos resono al alejarse por el pasillo de marmol.

Aimee se habia cambiado de ropa y se habia vestido con una falda plisada azul marino con chaqueta, uniforme que le aportaba una cierta seguridad. Algunas veces adornaba la solapa con insignias de su extensa coleccion. Para esta entrevista se habia peinado el pelo hacia atras y lo habia cubierto con una gorra azul de tipo Garrison, similar a la de los gendarmes, y se habia aplicado un toque de mascara de pestanas, sin lapiz de labios.

En el vestibulo de marmol, expuesto a las corrientes de la vivienda de Albertine Clouzot en el exclusivo callejon de Poissonerie, cabian perfectamente dos camiones. Entre una bicicleta de nino y unos patines, se encontraban desperdigadas estatuas y bustos romanos de bronce dispuestos sobre pilares.

Casi al instante reaparecio la doncella y le hizo a Aimee un gesto desde el pasillo para que se acercara. Aimee entro en una sala de estar (no se le podia llamar de otra manera) que podria haber salido directamente del siglo XVIII. Y probablemente asi era. Al ver que su propio aliento se congelaba, Aimee penso que tampoco la habian caldeado desde entonces. No se quito los guantes forrados de angora.

De las paredes de seis metros de alto colgaban tapices con escenas pastoriles. En una esquina, y enmarcada por una ventana que daba a un patio privado, se sentaba una mujr de treinta y muchos anos que estaba trabajando en una casa de munecas enorme, una mansion de estilo sureno con columnas y la inscripcion “Mint Julep” sobre la puerta en miniatura. Junto a una bandeja con mobiliario de munecas hecho de mimre se encontraba un pequeno calefactor portatil.

– Gracias por dedicarme su tiempo, madame Clouzot-dijo Aimee

– Estoy intrigada. ?Que es lo que hace que detective privada quiera hablar conmigo?-dijo Albertine Clouzot. Coloco una comoda en miniatura y se levanto; llevaba puestas medias de red, una minifalda negra de cuero y tenia los labios pintados de color granate. Su cabello rubio perfectamente cortado le rozaba los hombros. Se tambaleaba sobre los tacones de plataforma de falso leopardo-. ?De que se trata? Florence, te puedes retirar.

– Quiza seria mejor que se quedara.- Aimee sonrio abiertamente y se volvio en direccion a la doncella. Ciertamente, no queria que Florence se marchara-. Quisiera hablar con ustedes dos.

Rebusco en el bolso y saco una libreta que hizo como que consultaba.

– Senora, ?tiene usted un traje de Chanel de color rosa?

– Vaya, si

– ?Le faltaba un boton cuando lo recibio de la tintoreria?

– Asies. Tuve que ponerme otra cosa.-La expresion de Florence se mantuvo impasible mientras Albertine se acicalaba frente a un espejo de marco dorado que llegaba hasta el suelo-. Es la primera vez que he tenido problemas donde madame Tallard.

– Ya. No fue usted la que fue a la tintoreria, ?no es asi?-Aimee siguio utilizando un tono neutro.

– No.-Albertine se mostro incredula-. ?Por que iba a hacerlo?

Albertine pertenecia a un mundo que pagaba a otra gente para que le hiciera las tareas mundanas

– Lo hizo Florence, su ama de llaves ?no?

Albertine Clouzot asinto con la mirada ausente. Habia perdido el interes y estaba abriendo los pequenos cajones de la comoda de la casa de munecas.

– ?A que hora salio Florence de su casa el miercoles por la tarde?

– ?Que es esto? ?Un interrogatorio? No le dire nada mas hasta que me diga de que va todo esto.

Aimee penso que la estaba perdiendo.

– Senora, por favor, entiendame-dijo Aimee sonriendo abiertamente una vez mas-. Ser detective no es como se ve en las peliculas. La mayor parte se compone de la aburrida comprobacion de los detalles. Todo lo que sabemos es que cerca del cuerpo de una mujer asesinada se encontro un boton rosa de Chanel, apenas a dos manzanas de su piso

– Tiene que haberse caido… ?Dios mio! ?No estara usted sugiriendo que yo mate a esa mujer! A la mujer dela…

Por el rabillo del ojo Aimee vio como se movia el brazo de Florence. O bien la doncella era de las del tipo nervioso o Aimee habia dado en el clavo.

– Senora, estoy comprobando las pruebas e intentando reconstruir la hora del asesinato-dijo con espiritu tranquilizador.

Miro a Florence directamente.

– ?A que hora recogio usted el traje de la senora?

Florence se tapo la boca con las manos. Sobre las mejillas permanecieron pequenas manchas de harina, como plumas.

– Junto antes de que cerrara la tienda-dijo tartamudeando.

Aimee penso que habia acertado.

Recordo que Sinta hizo un comentario sobre el par de zapatos del armario de Lili, como habia mirado el resguardo de la reparacion y como habia dicho que Lili los acababa de recoger. Si Lili habia recogido sus zapatos del taller de Javer, un miembro de LBN habia seguido el rastro y Florence habia ido por detras… Pero eso no explicaba por que Florence la seguia.

Aimee ahogo la ansiedad que sentia e intento mantener un tono profesional.

– ?A que hora fue eso?

Si Florence habia visto a un neonazi perseguir a una anciana judia con muletas, quiza se habria puesto sobre aviso y la habria seguido ella tambien. Puede que hubiera sido testigo de algo.

Florence dudo y bajo la mirada.

– Habla, Florence.-Albertine hacia repicar sus largas unas de color granate de manera irritante sobre el tejado de la casa de munecas.

Florence se encogio de hombros.

– Cerca de las seis y cuarto o seis y media. Madame Tallard estaba a punto de cerrar la puerta asi que yo entre a coger el traje.

Pero cuando Aimee encontro el cuerpo, el rigor mortis no se habia consumado por completo. Sabia que el frio podia retrasar el comienzo del rigor mortis, pero la intensa actividad muscular debida a la resistencia de Lili podria haber expulsado acidos lacticos que aceleraran el proceso. Sorprendida, se dio cuenta de que eso no concordaba con el horario de Florence. Aun asi, tendria que comprobar con Morbier las averiguaciones de la investigacion.

Florence se volvio hacia su jefa.

– Lo siento mucho, senora. Tendremos que comprobar su traje para asegurarnos, pero…

– ?Se me esta implicando en un asesinato?-Albertine se acerco indignada a donde se encontraba Aimee y se elevo por encima de su altura sobre los tacones de plataforma de leopardo.

– Claro que no. Eso solo explica una prueba que se puede descartar. El boton, que a Florence le habia pasado desapercibido en la oscuridad, se desprendio-dio Aimee en un tono objetivo-. Por supuesto. Ahora lo entiendo. Eso es perfectamente posible.

– Pero la policia no me ha interrogado-dijo Albertine-. ?Por que usted?

– Yo no puedo hablar por la policia.dijo aimee mientras volvia a meter en el bolso la libreta casi vacia.

– Esto es absurdo.-Albertine se volvio hacia ella con frialdad-. Si tiene usted mas preguntas, dirijase a mi abogado.

Cuando Aimee se dio la vuelta para marcharse, vio que albertine Clouzot le lanzaba a su doncella una mirada airada.

– Hablaremos mas tarde-dijo albertine.

Florence salio detras de Aimee, sus pasos resonaban en las paredes de marmol.

– Acabo de empezar a trabajar para madame Clouzot-dijo dudosa-.Hace dos semanas.

El miedo o el dolor, Aimee no sabria decir cual de los dos, se dibujaban en el rostro de la madura mujer. Aimee se compadecio de ella.

– Florence, no tengo intencion de buscarle problemas-dijo-. Estoy investigando un asesinato.Tenia que asegurarme de quien recogio el traje de la tintoreria y de si en realidad le faltaba un boton. Cuenteme si se acuerda de algo que oyo o vio tras salir de la tienda.

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