Se arrodillo junto a ella y la tomo entre sus brazos con cuidado.

– ?Estas bies?

Ella asintio y le dedico una sonrisa torcida

– No te desmayaras, ?verdad?-Seguia acunandola en sus brazos.

– Todavia no

Le sirvio otra copa y ella sorbio despacio

– Estoy bien

Despacio, el le acaricio el pelo humedo

– ?Que tipo de fuera de la ley eres?

– Una loca, mala y peligrosa. Pero soy yo la que tendria que preguntarte eso.

– Si lo haces, te contestare lo mismo, Se rio y en ese momento Aimee supo que estaba abocada al peligro

Acabaron en la banera con la botella de Remy, rodeados de vapor, la mayoria del cual lo habian generado ellos mismos.

Aimee se deslizo en el interior de sus grasientos vaqueros y dejo a Yves dormido. Pero no antes de robarle el jersey marron y de registrar su apartamento. Justo al salir de la cocina abierta, encontro un pequeno despacho con un ordenador ultimo modelo, una impresora y un escaner en color. Estaba claro que Yves tenia un trabajo decente durante el dia. Busco por todos los sitios, pero no pudo encontrar otros videos.

Cogio un taxi, se cambio a otro en St. Paul y se traslado hasta su casa. Solo por asegurarse, volvio sobre sus pasos dos veces en el muelle. Faltaba una hora para el amanecer. Miles Davies la saludo en el oscuro piso, la olisqueo aparatosamente y hurgo en el interior de su cazadora con olor a pachouli. En el exterior, recortado contra la farola del muelle, la negra sombra del Sena reptaba como una serpiente.

Aimee se sentia mas culpable de lo que nunca en su vida se habia sentido. Se tenia que haber alejado de el de alguna manera. Pero habia bebido demasiado y habia disfrutado con la manera en la que Yves la habia hecho sentirse. El brandi no le habia aturdido el cerebro: sabia lo que hacia. Y ella habia querido hacerlo. ?Y si el hubiera tomado parte en el asesinato de la anciana? Era vomitivo. Le revolvia las tripas. ?Como podia haberse acostado con el?.

Abrio una botella de agua mineral Volvic y trago un punado de pildoras de vitaminas B y C. Deslizo en su reproductor el video de Les Blancs Nationaux con la etiqueta “Reunion de noviembre de 1993”. Miles Davis se acomodo en su regazo y lo abrazo, intentando prepararse para la cruda verdad.

DOMINGO

Domingo por la manana

– Felicidades, mein Herr.-Ilse le apreto el brazo y susurro-. ?Haremos que reviva el pasado!

Hartmuth tenia miedo de que su sonrisa pareciera una mueca de dolor y desvio la mirada. Se concentro en el calvo alcalde de Paris, de pie entre los diplomaticos europeos que asistian a la ceremonia. Solo una vez se movieron sus ojos hacia la pared gris de la sala.

Recordaba bien esas paredes. En esta misma habitacion habia archivado ordenes de deportacion de la poblacion judia por cuadriplicado. Su Kommandant consideraba la deportacion una simple funcion de negocios de la ocupacion. Los judios eran “material a retirar”, sujeto a formalidades pesadas y rutinarias, formalidades que a Hartmut h se le ordenaba llevar a cabo cada vez que barria el Marais en una redada contra los judios. Habia encontrado demasiado tarde a la familia de Sarah. Ya los habian deportado en un convoy a Auschwitz.

Ilse estaba radiante de alegria bajo el ala de su sombrero rosa. Al otro lado, Cazaux reia amistosamente con el alcalde. Despues de la ceremonia de apertura, Hartmuth acompano a Ilse, con sus zapatos ortopedicos marrones, al lado opuesto de la rotonda de azulejos blancos y negros.

Entro en la limusina que lo esperaba y que los llevaria a la iglesia d Saint Sulpice. Alli dentro, en la nave con aroma a incienso, bajo los fantasmas de mirada maliciosa aprisionados en el mural de Delacroix, exhalo el aire velozmente. Se dio cuenta de que habia estado conteniendo la respiracion. Se dijo que pronto, muy pronto, todo habria terminado. Unos dias mas y estaria de vuelta sano y salvo en Hamburgo.

Mientras las campanas repicaban y el grupo descendia los escalones de marmol de Saint Sulpice, sintio que se le ponian los pelos de punta.

Tenia la extrana sensacion de que lo vigilaban. Por supusto, los Hombres Lobo vigilaban, pero esto era distinto. Y no sabia si le importaba.

En la recepcion que siguio, Cazaux sonrio y lo llevo a un lado.

– Tenemos que hablar del futuro de la comision de comercio. Ya sabe, creo que usted estaria capacitado para liderar las negociaciones.

Hartmuth no queria tener esta conversacion. Y tampoco creia en el tratado injusto que se veia presionado a firmar. Le daria largas a Cazaux y ganaria tiempo. Puede que pudiera presionar a otros delegados para que se comprometieran con las politicas mas duras. No albergaba demasiadas esperanzas, pero lo intentaria.

– Me siento halagado-djjo-. Otros estan mucho mas cualificados que yo.

– Los politicos no podemos permitirnos el lujo de ser modestos.- Cazaux guino un ojo y le dio unas palmaditas en la espalda-. La comision se reunira despues de que se haya firmado el tratado. Lo primero es lo primero.

Quimper, el delegado belga de rosadas mejillas, se les unio.

– ?Este pate es soberbio!-dijo, dandose suaves golpecitos en el bigote con una servilleta

Cazaux sonrio.

– ?Puedo ofrecerle la intimidad de mi despacho para que efectueis una lectura detallada de las clausulas del tratado?

Hartmuth ya habia visto los anexos. Se imaginaba que Cazaux queria conseguir primero la aprobacion de Belgica y de Alemania, y luego convencer a otros delegados para que se mostraran de acuerdo.

– Por lo que entiendo, ministro Cazaux-dijo Hartmuth-, a los delegados de la Union Europea, en su conjunto, se les presentara manana el tratado y discutiremos los detalles o posibles cambios antes de su ratificacion.

Una sombra parecio cruzar el rostro de Cazaux por un instante, pero desaparecio de inmediato.

– Pero, ?claro que esta usted en lo cierto, Monsieur Griffe!-asintio con tristeza. Les paso el brazo por los hombros y estudio el suelo.

Hartmuth miro a Cazaux fijamente.

– Este tratado elude las diligencias legales debidas para los emigrantes. E l mandato permite que sean retenidos en centros de detencion indefinidamente, sin ser juzgados por un tribunal con juez o jurado. Ningun tribunal superior lo sancionara.

– ?Un tribunal superior? No, querido Monsieur Griffe. Nunca llegara hasta ahi. Una vez que se apruebe y firme el tratado, desanimando asi a nuevos emigrantes, comenzaremos con los procedimientos para deshacernos de esas clausulas.- Cazaux sonrio ampliamente-. Las clausulas se borraran… ?como si nunca hubieran existido! La inmigracion se habra reducido a un simple goteo. Y, voila, nuestras conciencias descansaran tranquilas despues de eso.

– Ya tendremos tiempo manana de ocuparnos de todo eso-dijo Hartmuth.

– Por supuesto, caballeros.- Cazaux sonrio y volvio a rodearlos con sus brazos-. ?Donde he dejado mis buenos modales de anfitrion? ?Y donde esta ese pate?

Hartmuth sentia sobre su hombro el apreton de Cazaux, como si de una pezuna se tratara. Mas que nunca, deseaba estar lejos de alli

Domingo a mediodia

Sarah se calo el sombrero sobre los ojos. Se sentia desorientada, luchando contra los cambios producidos en los cincuenta anos desde que ella se habia marchado y el viejo Paris que conocia.

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