En el momento en que se acercaban al apartamento, se abrio una puerta al otro lado del descansillo y salio un anciano tambaleandose, apoyado en un baston. Sus acuosos ojos les dedicaron una larga mirada al detenerse y chasquear la lengua mostrando su desaprobacion. Sarah habia levantado la vista temerosa, pero Hartmuth ignoro al anciano intencionadamente y este se dirigio al portal arrastrando los pies. Cuando llegaron delante de su puerta, Hartmuth hizo gestos de comer e intento hacerla entender que le traeria comida.
Hartmuth utilizo el poco frances que sabia y con un gesto de las manos le dijo que esperara. Le enseno el reloj y la hora a la que regresaria. Parecia que ella le habia entendido y movio la cabeza asintiendo vigorosamente. Tomo su barbilla entre las manos. Su piel era calida y suave, y el sonrio. Seguia sin poder dejar de mirarla. Despues se marcho.
Cuando regreso, el apartamento estaba vacio. Ella habia huido de el
Asi que espero, el apartamento estaba vacio. Ella habia huido de el
Asi que espero y vigilo en el Marais. La encontraria. El tercer dia la vio saliendo del patio cubierto con tablas de una mansion en estado de abandono, un
Agarrando fuertemente el paquete de comida, deslizo su cabello oscuro bajo la gorra, sacudio el polvo de las jarreteras y saco brillo rapidamente a sus botas con el panuelo. Se acerco a los arbustos y al andar aplasto con sus botas ramas y pedazos de muebles rotos.
Se encontro cara a cara con un viejo y ronoso somier de muelles. Lo aparto a un lado de un puntapie, que hizo que los muelles se inclinaran hacia un lado traqueteando como borrachos, y vio la abertura. Encontro los puntos de apoyo y descendio por ellos. Se dio cuenta entonces de que estaba penetrando en una cueva iluminada por velas y con huesos esparcidos, parte de las catacumbas romanas que recorrian el subsuelo de Paris. Ella se encontraba hecha un ovillo, en posicion fetal, en la penumbra de un rincon y se confundia con la humeda tierra. Le temblaban las manos al gesticular que se mantuviera apartado.
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En un rincon de la catacumba se encontraba una remendada manta extendida sobre un colchon lleno de bultos, mientras que una maltrecha caja de te hacia las veces de mesa. Hartmut hizo un gesto para que se acercara y senalo el paquete de comida. Saco de debajo del brazo unos libros con las cubiertas desgastadas.
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Retiro el punal de la Gestapo de su funda y lo coloco sobre la caja de te. Movio las manos entusiasmado y ella comenzo a avanzar arrastrandose despacio, sin apartar la mirada del punal que brillaba a la luz de las velas
Sus ojos se abrieron como platos cuando el abrio el paquete y desplego las latas de foie gras, turron de
– Seamos amigos. Compartir-dijo el en el primitivo frances que habia ensayado
Como si a su vez le estuviera ofreciendo su hospitalidad, ella extendio los brazos con la vista baja y, al hacerlo, derramo la botella de agua en su regazo
Al principio, no se sentia dispuesta a comer, pero cuando el hubo desconchado la botella de vino tinto, ella casi inhalo el contenido de la lata de turron
Hartmut comenzo a hablar en aleman mientras ella comia. Intentaba hacer que se sintiera relajada, y para ello consultaba constantemente un diccionario de frances-aleman, una publicacion estandar del ejercito del Tercer Reich, y un viejo libro con frases practicas que habia encontrado en un puesto callejero en el
Ella levanto la mirada al ver que tartamudeaba. Todo empezo cuando el tenia diez anos y su padre murio. Una vez mas, su boca no queria cooperar. Ella lo miro atentamente y vio su frustracion. Le tomo de la mano y se la puso en sus propios labios para que pudiera sentir como formaba las palabras en su boca
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Ella retiro inmediatamente sus manos
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Un vago olor a podrido se adheria a las paredes de la cueva de las que salian trocitos de huesos. El frio humedo reptaba desde la oscuridad mas alla de la luz de la vela.
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Su turno de noche en la
Todos habian embarcado en el convoy numero 10 con destino a Auschwitz. Lo unico que podia hacer era salvarla. Si tenia cuidado. Quiza todo lo que ella tenia ahora fuera el miedo, la gratitud y una promesa de seguridad. Pero esperaria.
En 1942, a todos los detenidos de la prision de Danzy se les pidio que escribieran a casa una misiva esperanzadora antes de ser conducidos a los trenes como rebanos. La semana siguiente, el encontro una postal de sus padres y se la entrego. Con gran euforia, ella lo abrazo y lloro. Rapidamente envio una manta extra a la carcel
Hartmuth sabia que nunca seria capaz de contarle la verdad. Sarah no podria entender por que le mentia. Todo lo que podia hacer era llevarle la comida con su precaria paga del ejercito gastada en los sobornos. La noche en la que su
LUNES
Lunes por la manana
La voz de Martine Sitbon, que era amiga de Aimee desde la clase de algebra en el instituto, sonaba cansada. Le quedaban quince minutos para terminar su turno de noche en Le Figaro.
– Ca va? Martine ?Tienes unos minutos?-dijo Aimee
– Vaya Aimee. Cuanto tiempo-contesto la penetrante voz-. ?Se trata de la llamada de una amiga en apuros o de una amiga en apuros o de una amiga de verdad?
– Podriamos decir que te debo una cena por todo lo alto-respondio Aimee riendose
Martine bostezo con ganas
– Cuentamelo antes de que me desintegre; me estas manteniendo alejada del calor de alguien que me espera en la cama, sobre el cual ya te contare mas en la cena. Iremos a
Aimee se estremecio. Una comida sin vino costaba minimo seiscientos francos. Pero Martine, excelente gurmet, siempre dictaba el restaurante.
– De acuerdo. No hay duda de que te ganaras la cena con este asunto. Lo primero: ?todavia tienes a ese amigo en la seguridad social?
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– Estupendo. Necesito todo lo que puedas conseguir sobre unos miembros de
