puerta antes de que el pudiera realizar otro intento del que pudiera sentirse avergonzado por la manana

Miles Davis la saludo en la puerta con entusiasmo. Ella se rio y lo tomo en los brazos

Cogio el telefono en cuanto lo oyo sonar

– ?Luna?-Era la voz de Yves

Aimee se quedo sin aire antes de por responder

– Te marchaste sin despedirte

?Que hago?

Como si leyera sus pensamientos, Yves hablo de nuevo

– Vuelve. La contrasena de entrada es 2223. Te espero- Y colgo

Parecia tan seguro de si mismo que eso hizo que se enfadara. Bueno, no iria. ?Como iba a querer acostarse voluntariamente con un miembro de un grupo a favor de la supremacia de la raza aria, una mujer coherente y racional?

Rapidamente, Aimee desabrocho la cremallera de su vestido, dejo el collar de perlas en el cajon y se puso sus vaqueros rasgados y la cazadora de cuero negro

– Vas a quedarte con el tio Maurice-le dijo Miles Davis. Cogio la bolsa del perro y lo metio en ella unas cuantas galletas mas-. Ayudale a cuidar del quiosco. Te gusta Bizou, su caniche, ?verdad?- El perro se metio de un salto dentro de la bolsa moviendo la cola con ganas-. Eso es lo que yo pensaba-.volvio a bajar las escaleras corriendo y paro un taxi.

Lunes por la noche

Hartmuth estaba sentado esperando en un banco de la plaza Georges-Cain contemplando como las sombras se alargaban. Habia comprado caramelos de La Ptrovenza, los mismos calissons de frutas que solia llevar a Sarah. Pero lo que de verdad queria entregarle a ella era su corazon

?Que aspecto tendria? La ultima vez que se vieron el tenia dieciocho anos y ella catorce. Ahora ambos tenian sesenta y tantos, y se pregunto por un instante si todavia se sentiria atraido por ella. La unica mujer que habia penetrado en su ser.

Tenia que aprovechar su segunda oportunidad, pasara lo que pasara. Se negaba a morir lleno de arrepentimientos. Escribiria una carta de renuncia al ministro de comercio y simularia tener problemas de salud. Se escaparia de los Hombres Lobo. Acamparia en el umbral de su puerta hasta que le aceptara.

Se produjo un ligero crujir de hojas y un golpe en los arbustos junto a el. Se acerco9 a investigar y solo vio la gravilla. Cuando regreso al banco habia una figura envuelta en una capa. Saludo con la cabeza y volvio a sentarse. En ese momento Hartmuth giro la cabeza para mirar

Esos ojos, estanques de un azul ceruleo, tan profundo que comenzo a morderse de nuevo y los anos se desvanecieron. No habia duda

Durante un momento se sintio tan timido y torpe como la primera vez que lo habian tocado. Un joven desgarbado y tartamudo de dieciocho anos.

Las arrugas formaban una fina red en las comisuras de sus ojos. Oscuras ojeras los rodeaban y su piel palida brillaba translucida a la tenue luz de la farola. Exactamente como el la recordaba: reluciente como una perla. Una capa con caperuza lo cubria todo excepto sus ojos y los prominentes pomulos. Todavia era hermosa.

El sabia que la cirugia plastica no la habia enganado. Ella se daria cuenta de las profundas arrugas que surcaban su rostro y de los pliegues de su cuello. Y su pelo, que una vez fue oscuro, se habia vuelto completamente blanco.

Ella le escruto el rostro y hablo en voz baja.

– Estas distinto, Helmut

Nadie lo habia llamado Hermut durante cincuenta anos

– Tu cara ha cambiado, pero tienes los mismos ojos. Podia asegurar que eras tu

– Sarah-murmuro el, hipnotizado una vez mas por sus ojos-. Te he b-buscado

– Me mentiste, Helmut. Deportaste a mis padres.- Salto a la mezcla de frances y aleman que hablaban entre ellos-. Estaban muertos, y tu lo supiste todo el tiempo.

El se habia esperado todo menos esto. En sus suenos, ella estaba tan ansiosa como el. Se dio cuenta de que ella esperaba que le dijera algo

– D-deportamos a todos en aquella epoca. Mas tarde averigue que ya no estaban, pero t-te salve. Segui buscandote despues de la guerra, pero siempre era un c-callejon s-sin salida, porque yo mismo b-borre tu f- ficha.-Intento tomarle de las manos.

Ella las retiro y movio la cabeza

– ?Eso es todo lo que puedes decir?

– Eres la unica-dijo el suavemente intentando volver a cogerle las mano-. Ja, no te dejare m-marchar de nuevo. N-nunca.- Le temblaba la voz

– Me arruinaste la vida-repuso ella con voz ronca-. Me quede aqui. Vi las palabras “puta de los nazis” escritas en la mirada de todos. Tenia quince anos y di a luz sobre un suelo de madera mientras la portera utilizaba unas pinzas de hielo de metal como si fueran forceps para sacar a nuestro bastardo. El dia de la liberacion, nos echaron a la calle. La muchedumbre trato de lincharme mientras yo abrazaba al bebe y ellos gritaban “bastardo boche”. Hasta Lili.

Hizo una pausa y tomo aire

– De todos los colaboracionistas, yo era a la que mas odiaban, aunque hubiera compartido mi comida con ellos

Sus ojos relucian a la palida luz de la distante farola

– Estuve en pie sobre el pedestal de una estatua durante dieciocho horas. Me marcaron la frente con una esvastica. Se burlaban de mi y me preguntaban como podia acostarme con un nazi mientras quemaban a mi familia en los hornos de Auschwitz

El movio la cabeza con incredulidad

– ?Tuvimos un hijo? ?Que ocurrio?-dijo el dolorido con voz rasposa

– Murio cuando se me seco la leche. Sabes, Helmut, he tenido tantas razones para odiarte que es dificil escoger una crucial. Despues de la liberacion, me escondi en el gelido sotano de una granja y luche por mi comida contra los cerdos porque una colaboracionista con la cabeza rapada se tenia que esconder. Despues de un ano, la esvastica de mi frente comenzo a curarse. Pero durante anos tuve constantes infecciones. Tuve que dejar Europa, marcharme. Aqui no habia nada para mi. Nada. Nadie. El unico barco que zarpaba de Marsella se dirigia a Argelia, asi que yo, que una vez fui una estricta judia kosher, acabe cocinando en Oran para pieds-noir, que es como llaman a los franceses de las colonias. Gente buena y decente. Pase a formar parte de su hogar. Se marcharon despues del golpe de los sesenta. Mas tarde me case con un argelino de sangre francesa que trabajaba en la Michelin. Me comprendia y viviamos bien, mejor de lo que yo pude imaginar. Pero la vida tenia para mi un hueco que no podia llenar.

Despacio, se retiro la capucha hasta que cayo formando pliegues sobre sus hombros. El erizado cabello corto y blanco le rodeaba la cabeza como un halo, haciendo que resaltara la irregular cicatriz rosada de la esvastica sobre su frente. Brillaba a la tenue luz.

Hartmuth ahogo la respiracion

Le temblaba la voz cuando volvio a hablar

– Nunca me gusto que me tocaran los hombres, despues de ti y del bebe. Al principio, resulto duro hasta con mi marido. Era un hombre bueno y paciente, y me espero hasta que estuve preparada. Me habian hecho una carniceria en las entranas con aquellas pinzas, asi que no pude tener mas hijos.

Hartmuth la escuchaba angustiado. La tomo de la mano y la acaricio, pero ella parecia absorta y resuelta a terminar.

– Argelia cambio y yo no habia echado raices alli. Pero tenia papeles y algo de dinero. Despues de que mi pobre marido muriera este ano, me sentia tan sola que regrese a Francia. En Paris sentia que, por lo menos, los fantasmas serian fantasmas conocidos. Queria volver al Marais, el unico hogar que conoci. Podria pasar junto a la casa de mis padres todos los dias, alli viviria otra generacion nacida despues de la guerra. Pero todo es demasiado caro aqui. Con mis referencias encontre un trabajo. Descubri lo que le ocurrio a mi familia. Descubri lo que hiciste con los inquilinos que vivian en nuestro edificio.

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