desamparado en las paredes. Los secadores junto con la musica disco antigua proporcionaban el sonido de fondo, junto con el penetrante olor a amoniaco de las permanentes.

Thierry tenia que, o bien quedarse en pie y bajar la cabeza para hablar con Aimee, o recostarse en una silla y hacer que le lavaran la cabeza

– ?La has encontrado?

– Si lo he hecho, ?que significa eso para ti?-dijo Aimee mientras Clotilde le aclaraba el cabello jabonoso

– Ese es tu trabajo. E he pedido que me ayudaras-dijo-. Ahora que hemos encontrado a mi padre. A mi verdadero padre.

– ?Por que quieres conocerla?-dijo ella

– Es lo normal, ?no?-replico el

Cuando Aimee se sento y Clotilde le secaba el pelo, ella percibio sus movimientos bruscos y sus ojos inyectados en sangre. Apretaba y soltaba el cinturon de piel de su abrigo militar. Ella nunca organizaria un encuentro entre Sarah y Thierry en su estado actual.

– Mira, voy a volver a la manifestacion en el palacio del Eliseo-dijo el-. Estamos obligando a los Verdes a retraerse. Ensenando a esos idiotas quela gente adoptara una postura firme. El tratado se firmara.

Sonaba petulante para ser un hombre de cincuenta anos. Y tambien alguien con miedo.

– ?Te refieres al Tratado de Comercio de la Union Europea?

El asintio

– Deja que la vea, que hable con ella

– Se lo preguntare. ?Por que esa escoria vestida con pantalones de cuero tenia un rifle con sensor de calor?

Thierry entrecerro los ojos

– ?Que?

– Intento acribillarme como si fuera un conejo. En el patio del hotel Sully.- Aimee se encorvo bajo la toalla mojada cliente mientras Clotilde continuaba alborotandole el pelo

Thierry las siguio con desgana hasta un sillon hidraulico que Clotilde elevo con el pie. Al mirarse en el espejo, Aimee penso que parecia una criatura peluda, ahogada, mientras que el parecia una rapaz despeluchada.

– Igual quieres contarmelo-dijo ella.

– Parece que te estas volviendo paranoica-dijo el moviendo la cabeza-. El esta ocupado organizando las manifestaciones.

– Ya no-dijo ella-. Y es demasiado tarde para preguntarselo

Thierry hizo girar la silla tan rapido que las tijeras y los peines de Clotilde salieron volando. Botes de espuma y gel moldeador cayeron al suelo con un repiqueteo. Todos los ojos se volvieron hacia ella, sujeta en su bata de barbero como en una camisa de fuerza, mirando a un Thierry que a punto estaba de echar espuma por la boca y que agarraba fuertemente los apoyabrazos del sillon, al tiempo que acercaba su rostro al de Aimee para empujarla. Varias estilistas automaticamente se pusieron a recoger cepillos y una agarro un resistente secador a modo de defensa.

– ?Te has cargado a Leif?-Thierry abrio los ojos como platos, incredulo

– Era el o yo. A eso llegamos-dijo ella intranquila-. Leif parecia demasiado guarro como para ser nordico

– ?Idiota!-dijo el-. Un reconocido cabo en nuestro cuerpo.

– Me disparo desde el tejado-repuso ella-. No voy a disculparme por haber conseguido salir viva.

De repente, Thierry levanto la mirada y vio que la peluquera lo contemplaba con sus instrumentos de belleza en alto.

Bajo su voz hasta convertirla en un susurro

– Trae a esa cerda judia-siseo-. Nos vemos esta noche en el despacho. Si no, el enano no legara a manana

Le tocaba a ella el turno de sorprenderse

– Habitacion 224 del Hospital St. Catherine. Tu socio, Rene Friant.

Y entonces se fue, dejando tras de si un halo de sudor rancio

Francoise se acerco corriendo

– ?Llano a los flics?

– No, por favor-dijo Aimee-. Gracias, pero no ha ocurrido nada.

Francoise asintio

– Malas noticias, ?no?

– Peores de lo que te imaginas-asintio Aimee

Con el pelo goteando, Aimee cogio su telefono movil y llamo inmediatamente al Hospital St. Catherine

– ?Friant, Rene? Le han dado el alta hace sinco minutos-le dijo la enfermera de planta con voz inexpresiva

Llamo a su oficina. No contesto nadie, pero dejo un mensaje con un codigo que ellos mismos habian acordado. Advirtio a Rene y le pidio que se encontraran mas tarde en donde su primo Sebastian. Dejo el mismo mensaje en casa de Rene. Ahora se sentia de alguna manera mas tranquila. Si no podia encontrar a Rene, dudaba que Thierry pudiera. Por lo menos, no de inmediato

El salon recobro su ajetreo y Clotilde la miraba expectante, dispuesta con el peine y las tijeras

– Hablemos del color. Este castano es demasiado pardo-dijo Aimee

Clotilde simplemente guino un ojo y saco unas muestras. Aimee senalo varias de ellas. Con un nuevo color de pelo, gafas oscuras y el traje a medida nadie la reconoceria entre la multitud. Al haberse despedido radicalmente de los vaqueros, la chamarra de cuero y las gastadas botas, podria piratear lo que fuera

Mientras Aimee permanecia sentada, se imagino todos los escenarios posibles. Aunque queria culpar a Thierry del ataque contra ella, parecia estar realmente sorprendido

Supongamos que Leif trabajaba para Laurent, quienquiera que fuera ?Podria Laurent, con la ayuda de Leif, haber quitado de en media a Lilim haberse cargado a Soli Hecht de una sobredosis, haber tratado de matarla, y haber estrangulado a Javel haciendo que pareciera un suicidio? Para hacer todo eso habrian necesitado mas ayuda

Algo que no entendia era por que no habian puesto la cuerda en sus manos y simular que ella habia matado a Javel. La unica razon que se le ocurria era que quiza habia entrado un cliente y el asesino no tuvo tiempo.

O el asesino queria desviar la atencion del asesinato de Arlette en el pasado haciendo que Javel apareciera taciturno: despues de echar en falta a Arlette durante todos estos anos, habia decidido unirse a ella suicidandose. Aimee penso que eso tendria sentido. Desde la cobertura que los tabloides sensacionalistas y la television dedicaron al alarde del Luminol, las cosas se habian calentado. Estaba claro que los asesinos habian hecho horas extras.

Y todo eso volvia a conducirla a Laurent. Tenia que descubrir su identidad y proteger a Sarah.

Aimee salio a la pequena calle adoquinada. Ahora su pelo cortito lucia mechas de un rubio claro. Un silbido de admiracion le llego de un anciano desde un puesto de fruta cercano. Le guno un ojo y sonrio para si.

Justo enfrente del salon de belleza, un Yves bien vestido salia por las puertas de hierro forado de la Brasserie Bofinger. Por una vez supo que su pelo tenia un aspecto fantastico y que iba vestida adecuadamente. Se pregunto que hacer, nerviosa y encantada a la vez.

Vestido con un traje cruzado de color azul marino, su aspecto era pulcro y profesional. No como el de un neonazi. Clotilde habia cepillado la pelusa, por lo cual su traje negro parecia listo para la pasarela. Unos pocos botones, los restos del incidente en el contenedor, habian caido al suelo del salon, y Aimee le habia contado la historia a Clotilde, entre risas.

Estaba considerando seriamente la posibilidad de levantar el brazo para saludar a Yves cuando un Renault camuflado hizo chirriar los frenos hasta detenerse junto a el en la pequena calle.

El coche lo empujo hasta un portal. Dos tipos vestidos de paisano lo zarandearon y lo introdujeron a la fuerza en el asiento trasero. Pegaron un portazo y el Reanult se alejo chirriando calle abajo.

Ella se apoyo temblando contra un escaparate. Suponia que eran policias de paisano. Despues de todo, el era un neonazi… ?no?.

Viernes por la tarde

Hartmuth y Thierry estaban sentados al otro lado del museo de Victor Hugo junto al parque infantil de la place

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