des Vosges. La risa de los ninos se eleva desde los columpios, bajo las ramas secas de los platanos. Los arcos de piedra abovedados que rodeaban la plaza cercada por una verja, llena de fuentes y espacios cubiertos de cesped, reflejaba los ultimos rayos de sol del final del otono. El aroma a castanas asadas se extendia sobre los gastados adoquines. Las manos de Hartmuth temblaban cuando doblo el periodico que habia simulado leer.

– Solo he accedido a que nos veamos porque dijiste que era importante -dijo-. ?Que tienes que decirme?

– Millones de cosas. Eres mi padre.-Los ojos de Thierry brillaban, casi como si se encontrara en estado de trance-. Comencemos por conocernos. Cuentame algo de mi familia alemana.

Hartmuth se revolvio culpable en el asiento

– Tuviste una hermana-dijo despues de una larga pausa mirando a los ninos-. Se llamaba Katia. Nunca fui un buen padre

Thierry se encogio de hombros

– ?Quien te crio?-pregunto Hartmuth

– Unos conservadores que me mintieron.-Thierry pego una patada a una paloma ansiosa por conseguir unas migas-. Pero siempre he sido como tu, he creido en aquello por lo que tu luchaste. Ahora se por que me uni a la Kameradschaft, es normal que acarreara creencias arias, igual que tu.

Hartmuth movio la cabeza. Se levanto y comenzo a andar por el sendero de gravilla. Se detuvo junto a una fuente borboteante, cerca de la estatua ecuestre de Luis XIII

Thierry rebusco en su memoria y vio a Claude Rambuteau dandole migas a las palomas en esa misma estatua. ?Por que no le habian dicho nada los Rambuteau sobre su verdadera identidad?

– Me despedi de ella-dijo Hartmuth-. Aqui

– ?A quien te refieres?-pregunto Tierry sobresaltado

A tu madre, antes de que embarcaran a mi compania al matadero del frente.-Hizo una pausa-. Sigue siendo bella-murmuro melancolico.

– ?Como puedes decir eso?-dijo Thierry aterrado. No era asi como se imaginaba que actuaria su padre nazi.

– La amaba, y todavia lo hago-dijo Hartmuth-. Ella cree que todo esta en mi cabeza. Deja que te ensene donde soliamos encontrarnos.- Hartmuth atraveso la plaza a grandes zancadas, arrastrando con el a Thierry.

Ninguno de los transeuntes apresurados les prestaba demasiada atencion, un hombre de llamativos ojos azules y un caballero esbelto de pelo cano, que si se reparaba en ello, poseian un claro parecido.

Cuando habian recorrido la mitad de la rue du Parc Royal, Hartmuth se dio la vuelta y senalo el escudo de Francisco I, la salamandra de marmol esculpida en el arco.

– Aqui la vi por primera vez, sobre esos adoquines-dijo Hartmuth-. Pero por ahi esta donde te concebimos, bajo tierra.

– ?Bajo tierra? ?Que estas diciendo?-Thierry pregunto intranquilo. Enfrente, en la esquina de rue Payenne con la plaza Georges-Cain, Hartmuth trepo con agilidad la verja cerrada. Comenzo a escarbar entre las plantas entre las antiguas esculturas. Thierry oia el ruido que hacian los trozos de tierra al caer entre los arbustos. Tenia miedo de que Hartmuth estuviera perdiendo la cabeza.

– ?Que estas haciendo?-pregunto Thierry cuando hubo trepado tras el.

– Ven a ayudarme-dijo Hartmuth. Le hizo un gesto con la mano, con los ojos brillantes como si estuviera poseido-. Mueve esta columna.- Hartmuth estaba intentando apartar la columna de marmol caida-. Tiene que ser por aqui.

– Estas loco. ?Que es lo que estas buscando?-dijo Thierry levantando la voz

Estaba anocheciendo y las farolas se encendieron de una en una.

– ?La entrada a las catacumbas!-dijo Hartmuth-. La encontraremos, llevan aqui desde la epoca de los romanos. No se han escapado. Esta ciudad esta surcada por los viejos tuneles cristianos.-Tomo la mano de Thierry y lo miro fijamente-. Solia esconderme ahi con tu madre todas las noches.

Thierry se sintio violento al ver el anhelo que se evidenciaba en los ojos de su padre

– ?Por que la llamas mi madre? ?No la conoci nunca, me abandono, era una judia asquerosa!-Su risa histerica se elevo exageradamente-. ?Asquerosa! ?Perfecto! ?Revolcandose en el suelo con un ario!

– Que extrano. Ella decia lo mismo.- Harmuth movio la cabeza con tristeza-. No debes hacerle dano. Lo entiendes, ?verdad?

– ?El que? ?Que un ario se acostara con una judia?-dijo Thierry acusador-. ?Fue porque estabas lejos de casa y te sentias solo? ?Te parecia exotica y te sedujo?

Los ojos de Hartmuth se llenaron de lagrimas

– ?De donde has sacado todo ese viejo odio?

– Se que Auschwitz fue una mentira-dijo Thierry-. Me he ocupado de demostrar todos esos montajes de los campos de la muerte

– Oli el hedor de demasiados de ellos-dijo Hartmuth con desgana antes de apoyarse en la columna caida de marmol-. Tus abuelos, los padres de Sarah, acabaron alli

– ?no! ?No! ?No te creo!-grito Thierry atonito

Unas pocas personas que pasaban por la acera se volvieron a mirar y siguieron andando

– Bombardearon el tren de nuestra compania en algun lugar de Polonia-dijo Hartmuth-. Tuvimos que reconstruir las vias en medio de la nieve mientras los partisanos nos disparaban desde los bosques. En ese bosque olvidado de Dios habia un olor terrible que no desaparecia nunca. No sabiamos lo que era porque no veiamos pueblos, solo tuneles de humo negro. Cuando el tren volvio a andar, pasamos junto a un ramal. Una flecha senalaba un letrero que decia Begen-Belsen. Los cadaveres descompuestos de aquiellos que habian saltado del tren jalonaban los lados de las vias. Nunca olvidare ese olor.- Hartmuth hablaba con voz distante.

Los ojos de Thierry echaban fuego

– ?Mientes, amigo de los judios!

Salto la verja y echo a correr calle abajo. Hartmuth se derrumbo de rodillas entre las ruinas, ya no le quedaban lagrimas. En su interior surgia la nana que le cantaba su abuela: Liebling, du musst mir nicht bose sein, Liebling, spiele und lach ganzen Tag (Carino, no seas malo conmigo, carino, juega y rie todo el dia”

Canto la letra mientras cavaba la tierra y movia las piedras. Mucho tiempo despues de que se hubieran encendido las farolas, seguia cavando.

SABADO

Sabado por la manana

Solage Goutal levanto la vista de lo que estaba haciendo, con los ojos hinchados de llorar.

– Soli ha muerto…se rumoreaba que lo han matado.

– Es mas que un rumor…es verdad-dijo Aimee al tiempo que posaba el bolso sobre el mostrador de granito situado bajo las palabras grabadas “No olvideis nunca”

Solange desvio la mirada

– Entre, la directora la recibira ahora

Annick Sausotte, directora del Centro de Documentacion Judia Contemporanea, se apresuro en salir a su encuentro. Extendio la mano y estrecho la de Aimee para arrastrarla luego al interior de su despacho

– Mademoiselle Leduc, es una pena que nos conozcamos despues de la tragica muerte de Soli Hecht.-Sus ojos, que se movian rapidamente de un lado a otro, se fijaron en el traje de Aimee y en su bolso de piel-. Sientese por favor. Soy toda suya durante cinco minutos. Luego tengo que ir corriendo a un almuerzo en su recuerdo.

– Gracias por reunirse conmigo, mademoiselle Sausotte. Ire directamente al grano.- Aimee se sentaba erguida en el borde de una incomoda silla tubular de metal-. El Templo de E?manuel ha contratado mis servicios con respecto al asesinato de Lili Stein. Creo que Soli Hecht, a peticion de Lili, estaba investigando a alguien que ella habia reconocido como colaborador durante la guerra. Existe una relacion, y quiero saber en que estaba trabajando Soli el dia en el que supuestamente lo atropello un autobus.

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