– La puerta de atras de mi casa esta siempre abierta, Aimee. Sacude las bisagras y encaja el pestillo- dijo

– Eso suena obsceno-murmuro Rene

Sebastian esbozo una amplia sonrisa y desaparecio

Aimee saco una fina varilla de metal de debajo de la manga y la engancho debajo de la tapa de una alcantarilla. Con un rapido giro de muneca, levanto la tapa y la puso sobre la acera, lo cual produjo un fuerte ruido al rozar con el suelo. De manera tan discreta como le fue posible (en un muelle, sobre el Sena, en el crepusculo y con un enano), senalo la abertura con elegancia.

– Tu primero-dijo

Levanto la mochila y agarro la caja mientras bajaba los resbalosos travesanos. Por fin empujo a rastras la pesada tapa hasta su posicion original la cual se cerro con un ruido metalico.

Una podrida mezcla a verduras, heces, arcilla y alcantarilla flotaba humedo tunel. Los arcos de cemento rezumaban humedad en forma de brillantes disenos, como si un caracol gigante hubiera soltado su baba sobre ellos.

Cada vez que Rene se movia, los haces de luz de la linterna cabeceaban y salian rebotados de las paredes subterraneas del alcantarillado. Mas adelante veian el agua que salpicaba, y cuando se dio la vuelta, pares de ojos rojos redondos y brillantes miraban absortos la luz de la linterna. No era momento de mostrarse aprensivo, pero era dificil ignorar las hordas de ratas que emitian agudos chillidos. Ella abrio la caja y encendio el medidor de sonido. La flecha oscilo, se hundio hasta el cero, y subio hasta los quinientos decibelios. La caja emitio un zumbido disonante que resonaba en las humedas paredes de la alcantarilla.

– Menos mal que esta frecuencia solo resulta audible para el oido animal-dijo

Rene no parecia muy convencido

– ?Se hipnotizan como los ciervos?-pregunto mientras las ratas seguian mirandolos fijamente

– Lo dudo-dijo ella con un escalofrio. Eran ratas grandes como conejos.

Metio la cja de sonido a presion en uno de los bolsillos de la mochila y la aseguro con tiras de cinta de velcro. Habia obviado mencionar que el alcance habia demostrado su efectividad para repeler a canidos en cautividad en un radio de aproximadamente dos metros. No se habian realizado estudios con los roedores en condiciones subterraneas y humedas.

Tambien aparto el pensamiento de que pudieran tener la rabia. Rene se volvio despacio y la luz de su linterna ilumino montones de brillante piel marron y colas sin pelo, desparramadas por toda la larga alcantarilla.

Ella consulto el mapa del alcantarillado. La pared marron de cemento cubierta de manchas tenia un numero en blanco con una flecha pintada sobre el

– Vamos-dijo

Mientras avanzaban con dificultad a lo largo del arroyo enfangado, Aimee se ajusto la mascara de ventilacion sobre la boca e hizo lo propio con la de Rene. El olor no era asi tan desagradable. Sus pasos resonaban junto al ruido continuo del goteo de la tuberias de arcilla que efectuaban el drenaje desde las calles sobre sus cabezas. Tras ellos correteaba un ejercito de ratas, cuyas colas golpeaban las paredes, quiza a unos dos metros de distancia. Recorrieron tres manzanas en cinco minutos, pero las ratas les ganaban ventaja.

– Ni aunque condujeras tu, Rene, habriamos llegado hasta tan lejos en tan poco tiempo.

Mas adelante, los humedos muros marrones rezumaban riachuelos de ronoso limo que salian de una tuberia de tres metros de diametro cubierta por una red.

Aimee saco el corta-metal del interior de su mono y comenzo a cortar. Cerca de ellos sonaban chillidos agudos y fuertes.

– Ni en suenos voy a reptar ahi dentro-protesto Rene-. Ya me las tengo que ver con suficiente mierda cada dia sin tener que pasar por esto.

– No es exactamente lo que piensas que es, Rene-repuso ella mientras cortaba el grueso cable-. No es un desague de aguas fecales.

– Bueno, puede que el olor me haya confundido-dijo el-. ?De que se trata?

– El vertedor del colector de residuos y la unica forma de llegar al deposito de cadaveres-dijo ella mientras lo ayudaba a deslizarse por el agujero que habia cortado.

– Se trata del allanamiento de morada mas extrano que he realizado en mi vida-murmuro el.

– Puede que baja por aqui un poco de sangre o algun fluido que se haya deslizado desde las mesas de embalsamar al fregarlas con la manguera-dijo ella-. Pero todo esta diluido.

– Me contenta pensar que hoy no he comido-dijo Rene trepando despacio por los humedos travesanos utilizando para ello su brazo sano.

Aimee pulso un boton y la cubierta de metal del vertedor, sujeta con bisagras, se abrio de golpe. Tiro de Rene y se dio cuenta de que habia subido hasta un gran trastero. Fregonas, aspiradoras y limpiadores industriales ocupaban la mayoria del espacio. Varias batas de laboratorio de color azul, de las que vestian los de mantenimiento, colgaban de ganchos junto con gorros de plastico para el cabello y guantes de goma. Se desprendio de las mallas negras, se puso el atuendo del laboratorio y dejo el mono en la basura. Le quito las botas a Rene y el se puso una deportivas.

– Saldremos por la puerta trasera cuando haya comprobado una huella dactilar, ?de acuerdo?-susurro Aimee mirando el reloj-. Con tu ayuda, no nos tendria que llevar mas de quince minutos.

– ?Y por que no hemos entrado tambien por la puerta de atras?-dijo Rene

– La custodia la policia-dijo ella-. Queria haberlo calculado para hacerlo durante el cambio de guardia, pero se complicaba demasiado. Entramos, salimos, y nadie se entera

– Y ?por que en el deposito de cadaveres?

– Cuando acabemos, cuento con encontrar a Sarah en las catacumbas que estan justo al otro lado de la pared de la morgue.

En el interior del deposito, unicamente parpadeaba una de las luces fluorescentes del pasillo. El resto estaban fundidas. Las paredes con azulejos verdes del tipo de los de los mataderos hacian que sus pasos resonaran. Abrio una puerta con manilla de acero inoxidable con el letrero “Solo personal”.

La sala abovedada apestaba a formaldehido y hacia un frio polar. Cuerpos cubiertos por una sabana gris que dejaba a la vista solo los dedos de los pies, yacian sobre plataformas de madera, cada uno con una etiqueta numerada de plastico amarillo. La escena le recordaba a un grabado de medicina del siglo XV

Lo unico que faltaba eran las sanguijuelas y las incisiones que permitian que los humores malignos abandonaran el cuerpo.

Aimee empujo otra puerta batiente. Las balanzas utilizadas para pesar los organos colgaban del techo suspendidas de cadenas de metal. Un cadaver yacia sobre una mesa de acero inoxidable, formando un angulo sobre el desague del suelo: mujer, joven, con pelo largo castano y descoloridas marcas de pinchazos en sus manos y brazos. La habian abierto desde el pecho hasta la pelvis, y la habian vuelto a coser con hilo negro, lo cual resaltaba de forma brutal en contraste con su piel cerulea. Habian vuelto a coser en su sitio la cubierta superior del cuero cabelludo, pero el nacimiento del pelo estaba demasiado cercano a la sien. Que triste, y un trabajo ciertamente chapucero. Normalmente se esforzaban por los padres, aunque quiza en este caso no los habia.

Hizo que su tono de voz sonara profesional

– El ordenador del forense tiene que estar por aqui-. Se metio en la boca un chicle de Nicorette y senalo el pasillo tenuemente iluminado

– El allanamiento de morada solia ser algo mas divertido que esto-dijo Rene antes de detenerse. El pasillo se sumio en la oscuridad.

– ?Donde esta el interruptor de la luz?-Palpo la aspera pared buscando el interruptor. Lo encontro por fin y lo activo. Frente a ella, en la puerta del forense, se encontraba la mayor cerradura que habia visto en su vida.

Sabado a primera hora de la noche

Despues de pasar los arbustos que rodeaban la plaza Georges-Cain, Thierry llevo a Sarah hacia un oscuro agujero oculto por el pilar en ruinas. La empujo hacia delante a empellones y la obligo a bajar por los maderos medio podridos. En el interior de una caverna jalonada de huesos que olia a moho y a putrefaccion, le hizo un gesto para que se sentara.

– ?Te acuerdas de esto?-dijo. Apunto con la linterna a las paredes en ruinas de las catacumbas. El agua de

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