caer el telefono movil y se desplomo despatarrado sobre un charco de sangre en la superficie de linoleo.

– ?Ves lo que ocurre cuando me enfado.-dijo ella. Se puso a horcajadas sobre Herve Vitold, cuyos sorprendidos ojos miraban hacia arriba. Pero su mirada paralizada le indico que la habia palmado.

Saco los guantes de la boca de Rene y lo bajo con cuidado.

Rene escupio polvos de talco y flexiono los dedos

– Y yo que pensaba que a Vitold le gustabas-dijo

– A ellos no les gusto nunca-dijo senalando la pantalla

Sobre la pantalla habia aparecido “Concordancia verificada”. Tecleo la direccion de Martine en Le Figaro y pulso Enviar”. Recogio la Luger de Vitold y su telefono movil y se sacudio la blusa. Antes de que hubiera acabado de copiar todo en un disco de seguridad, sono el zumbido amplificador de la alarma. Rene dejo caer el portatil sobresaltado. Luces rojas parpadeaban en el pasillo. Ella recogio el portatil y lo deslizo en el interior de la mochila, y se la colgo del hombro.

– ?Date prisa!-dijo al tiempo que cancelaba la orden y recogia la mochila-. Vamos, Rene.

En ese momento la unica documentacion que contenia la fotografia de Cazaux y sus huella dactilares esperaba ser descargada desde el ordenador de Martine en Le Figaro. Pero ?seria suficiente?

Tendria que serlo. La copiaria y haria un disco de seguridad en el despacho de Martine, pero estaria nerviosa hasta poder descargar las pruebas contra Cazaux. Con los rostro alternando entre el rojo escarlata y la mas absoluta expresion sombria, Aimee y Rene saltaron sobre el cuerpo sin vida de Vitold y echaron a correr pasillo abajo.

En el vestibulo, ella se apropio de dos chalecos del personal medido y de dos cascos decorados con la cruz roja que colgaban de sendos ganchos. Le lanzo uno a Rene

– Esto nos dejara que atravesemos la multitud y los cordones policiales-dijo ella.

– De rata de alcantarilla a medico en un dia-dijo-. ?Quien ha dicho que la vida no es una aventura? Ahora bien, si pudieramos conseguir unos zancos, no destacariamos tanto.

Habia una silla de ruedas aparcada en el vestibulo

– Sube-dijo Aimee

– Lo has entendido al reves-dijo el-. Los medicos no montan ahi, lo hacen los pacientes

Ella lo empujo hacia delante

– Te hab herido estando de servicio. Ya hablo yo.

Sabado a ultima hora de la noche

El punal de Thierry despedia destellos a la luz oscilante de la vela. El aire frio se filtraba por los muros de las catacumbas.

– Eres guapo-dijo Sarah timidamente-. Yo solia besarte los piececitos y soplarte los deditos. Tu te reias y te reias, era un sonido tan melodioso

– ?Que emotivo!-dijo el-. ?Una escena de la Virgen con el Nino! Hemos vuelto a la sucia realidad

Sarah miraba los gusanos que se retorcian a ciegas en la tierra junto a ellos

– Los que huyen del pasado estan condenados a repetirlo. ?Es eso lo que piensas?

La mirada de Thierry se encontraba lejos de alli

– Me abandonaste-dijo con voz de nino pequeno

Ella intento cogerle de la mano

– No te abandone-dijo-. Permiti que vivieras

– Ella solia decirme que yo era una baja de guerra, algo accidental. Luego sonreia y eso me torturaba, porque se negaba a decir nada mas.

Sarah nego con la cabeza

– Se me seco la leche, y no quedaba comida-dijo-. Con quince anos, me habian puesto la etiqueta de colaboradora. ?Si te quedabas conmigo, no tendrias oportunidad alguna! Nathalie habia perdido a su bebe. Tenia leche y te queria. Eran de clase burguesa, conservadores. ?Yo era una judia que se acostaba con un nazi!

– Asi que es verdad-dijo el. Hinco el punal en la tierra seca y se hundio junto a ella con expresion atonita

Con las manos atadas, le acaricio los hombros, temerosa de que todo terminara de manera tan brusca como habia comenzado. Haber visto a su antiguo amor y verse atrapada por su propio hijo perdido removia anhelos en su interior. Anhelos imposibles. Esa vieja y profunda herida se habia abierto de nuevo.

Con los pocos dedos libres que tenia, le acaricio la espalda.

– Viviamos a la vuelta de la esquina. Un dia llegue a casa despues de mi calse de violin, el patio estaba desierto. Y tambien el edificio. Nuestra Mezuzah, arrancada de la puerta de entrada, yacia en el suelo del apartamento. Papa acababa de hacer que la bendijera el rabino. Asi es como lo supe. Mis padres pudieron advertirme y enganar a los alemanes. Nunca regresaron. Nunca los perdone por marcharme, los eche tanto de menos… Asi que entiendo como te sientes, un nino al que su madre abandona, siempre se sentira abandonado. Ojala…-dijo con un profundo suspiro-. Ojala hubiera escapado…-Su voz se fue perdiendo

– No puedo creer que sea judio-dijo el

– Nathalie me prometio que te diria la verdad. No que te torturaria con ella-dijo Sarah angustiada-. ?De que sirve? Dame el punal

Thierry se puso en pie de golpe, como si de repente recordara su mision.

– El hecho de mancillar raza aria merece ejecucion sumarisima-dijo con pasion-. Ya lo sabes.

Saco el punal de la tierra reseca y al hacerlo se hizo un pequeno corte en la muneca. A Sarah comenzaron a temblarle las manos. Finas gotas de sangre recorrian los rayos tatuados sobre su mano

– No me mates, por favor-suplico ella-. Por favor, necesitamos…-Se escucho un crujido cuando Hartmuth golpeo la mano de Thierry. El punal se estrello contra el arco de caliza, semienterrado junto a ellos, con un ruido metalico

– ?Dios mio!-grito Sarah

Hartmuth se acerco para agarrarla y se tropezo con un monton de huesos

– No podia hacerle dano.-A Thierry se le quebraba la voz

Harmuth agarro un poste de madera podrida. Miraba fijamente a Sarah sorprendido. Thierry corto la cinta aislante del tobillo de Sarah y la ayudo a levantarse

– Queria-gimio-, queria pero no he podido, ?Dios!

– Patetico-dijo Hartmuth asqueado-. No tengo palabras. ?Como puedo amenazar a tu propia madre?

– Esta confundido-dijo Sarah en tono de suplica-. Todo esta patas arriba. No sabe quien es.

Hartmuth busco algo en el bolsillo y saco una pequena pistola con la que apunto a Thierry

– No, por favor-suplico ella

– Si ella es escoria judia, entonces yo tambien lo soy-dijo Thierry con el brillo del desconcierto en su demacrado rostro

– Sientate, Thierry-dijo Aimee interrumpiendo la extrana escena. Con la negra Luger de Vitold en un mano, bajo por los trocitos de madera que sobresalian de la tierra prensada en los muros de la cueva. Tras ella iba Rene

– Todo esta bajo control-gruno Hartmuth-. Guarde esa pistola

– Usted primero-repuso ella

Hartmuth dudo un omento. Sarah le poso, indecisa, la mano sobre el brazo

– No necesitas esto-dijo ella. El bajo despacio la pistola

Aimee alcanzo el suelo de las catacumbas, en el cual inmediatamente se hundieron sus tacones. El ultimo travesano de la escalera estaba astillado. Se dio la vuelta y cogio a Rene antes de que aterrizara en un monton de escombros y de basura.

– Ven aqui, Thierry-dijo

Thierry se encontraba apostado sobre un madero podrido, los ojos moviendose nerviosos

– Imaginemos posibles situaciones-dijo el subiendo el tono de su voz

– Thierry, calmate-dijo Aimee-. Necesitas tiempo para asimilar las cosas

– Un hijo trata de acuchillar a su madre perdida desde hace mucho tiempo porque es una cerda judia-dijo, ignorandola. Se levanto con el rostro distorsionado por el resplandor de la luz-. Un padre dispara contra su hijo porque es un aspirante a nazi. El padre se descerraja un tiro en la sien porque hace mucho tiempo desobedecio al

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