Por supuesto. Es demasiado listo como para haber dejado rastro alguno. Por eso mato a Lili. Ella lo habia reconocido y piensa que Sarah lo hara tambien. Se pregunto si seria solo porque Lili lo identifico o porque algo estaba ocurriendo en ese momento. Tiene que haber algo mas en juego.
Todos los colaboradores tenian alguna buena razon para esconderse. Especialmente de las familias de las victimas sobre las que habian informado y a las que habian enviado a los hornos. ?Como podria seguirle la pista? Poca o ninguna informacion sobre los anos cuarenta habia sido introducida en las bases de datos gubernamentales.
– ?Ya lo tengo! La Double Mort-le dijo Aimee a Rene-. Alguien ha tenido que estar pagando los impuestos por ese edificio, ya sea por herencia o por ganancias de capital. Todo se reduce a eso, ?eh? La muerte y los impuestos, las unicas cosas seguras que tenemos en esta vida.
La pantalla parpadeaba mientras Aimee accedia a los informes de Hacienda del numero 23 de la rue du Platre. La ficha declaraba que la finca, que tenia los pagos al dia, estaba dividida en tres unidades y su propiedad residia en la division inmobiliaria de la Banque Agricole. De acuerdo, vayamos hacia atras con el raton. La Banque Agricole llevaba pagando los impuestos desde 1971. En 1945, se facturo un impuesto de sucesiones que nunca se abono. Fue de un salto hasta 1940, momento en el que una tal Lisette de Saux pagaba la contribucion. Tenia que ser la madre de Laurent. Sin embargo, el siguiente dueno, Paul Leclerc, habia pagado el levantamiento del embargo preventivo y el impuesto de sucesiones como parte del contrato de compraventa. Volvio de nuevo a 1940 y descubrio un anexo. Lisette de Saux habia puesto la propiedad a nombre de su marido. En ese momento vio el nuevo nombre de Laurent y las silabas que pronuncio Soli Hecht al morir cobraban sentido: “Lo…”.
Lo…! Laurent Cazaux. Casi se cae de la silla. Si no se daba prisa, el colaboracionista, el asesino de Lili, estaba a punto de convertirse en primer ministro.
Las luces fluorescentes chisporroteaban y el piloto de advertencia de la regleta parpadeaba, Rene fruncio el ceno
– No hay suficiente corriente. Deja que manipule un poco los fusibles, puede que, si lo intentamos, podamos darle mas potencia a este sistema de cableado antiguo.
– No tenemos tiempo, Rene-dijo Aimee acercandose a el en el hueco junto a la pared.
– Si nos quedamos sin luz, los ordenadores se quedan colgados. Lo perderemos todo-dijo el.
Ella sabia que eso era cierto. Se movio como un gato junto al sensor, el cual emitio un ligero pitido. Ella pulso el interruptor del pasillo, ya que el apenas alcanzaba.
– Siempre hago esto-dijo el sonriendo-. En mi portal todo el mundo me adora
Ella volvio a configurar la alarma y llamo a Martine a su casa. Cuando hubo sonado diez veces, respondio el graznido de una voz somnolienta.
– Allo?
– Martine, voy a enviarte un archivo a la oficina-dijo Aimee-. Descargalo y haz copias inmediatamente
– Aimee, acabo de quedarme dormida despues de estar dos dias enteros sin meterme en la cama por culpa de las revueltas-repuso Martine.
– ?A que hora vais a rotativas para la edicion del domingo?
– Esto… dentro de unas pocas horas, pero yo estoy libre-dijo Martine-. Daselo a la CNN
– ?Asi es como me has estado mangoneando todos estos anos!-dijo Aimee-. Siempre pense que querias ser la jefa. Esta informacion conlleva la descripcion de tu nuevo trabajo como primera directora femenina de Le Figaro.
Ahora Martine parecia haber despertado
– Necesito dos fuentes que lo confirmen. Impecables.
– Tendras una tercera dentro de veinte minutos-dijo Aimee, satisfecha de ver que Martine no podia verla cruzar los dedos.
– Mas vale que sea algo bueno-dijo Martine-. Gilles acaba su turno dentro de media hora. Nos vemos alli
– ?Que tal suena mademoiselle l?editeur?-dijo Aimee-. Agarrate bien cuando leas esto o igual te caes como casi me ocurre a mi
Aimee saco la huella de sangre de la rue des Rosiers y solicito la busqueda de compatibilidades en Frapol 1 con el nombre de Cazaux. En una esquina de la pantalla centelleaba la ventanita que indicaba el progreso: “buscando”. Tamborileaba sobre la mesa del forense con sus unas rojas descascarilladas.
La alarma pito y ella se incorporo en la silla al tiempo que sujetaba la Beretta dentro de su mochila de piel. Encontro el seguro con los dedos y lo quito. Habia cogido la pistola del hombre vestido con uniforme de la policia de la habitacion del hospital de Soli Hecht. Se apagaron las luces de la oficina, solo oscilaba la luz roja de la regleta. Mientras se abrazaba a la bolsa, se dijo que tenia que mantener la calma.
Se vio moverse a una sombra en el pasillo y luego la luz de una linterna se reflejo en las paredes. El aroma a limon lo delataba antes de que pudiera oirlo hablar.
– A lo mejor me dices lo que estas haciendo-dijo
Sobre su teclado aterrizo la incandescente colilla de un cigarrillo rubio Rothmans, iluminandola por un instante.
– Tengo una pistola-dijo ella-. Si me enfado, voy a utilizarla
– No juegues conmigo. No tienes permiso-rio el-. Esto es Francia.
Se produjo un zumbido y las luces fluorescentes se encendieron de nuevo. Miro directamente a los ojos verdes con reflejos dorados de Herve Vitold. Detras de el, en el pasillo, Rene colgaba suspendido de sus tirantes de un gran panel de control, la boca tapada con guantes de plastico.
– Mademoiselle Leduc, volvemos a encontrarnos-dijo Vitold. Se deslizo a su lado con un movimiento agil, sin apartar sus ojos de ella ni un momento.
– Ya sabia que eras demasiado guapo para pertenecer a la seguridad interna-dijo ella. Se acerco tanto que podia ver cada uno de los pelos sobre su labio superior. De manera casi intima. Su pecho subia y bajaba ritmicamente, como unico indicio de que se estaba riendo. Sin embargo, la Luger que tenia en su mano no se movia: descansaba friamente sobre su sien.
– He esperado hasta que has vuelto a entrar en Frapol 1-dijo mientras analizaba la pantalla con atencion-. Tienes una buena tecnica: yo mismo la usare la proxima vez.
– Eres el hombre de la limpieza, ?no?-dijo ella. Sabia que tan pronto como encontrara una concordancia, el la borraria y eliminaria de esa manera todos los rastros.
El parecia estar aburrido.
– Cuentame algo que no sepa.
– Quieres destruir el sistema completo-dijo ella-. Destruir todos los ficheros de aplicacion de sentencias y la red interna de identificacion de huellas dactilares y ADN, las interfaces de la Interpol. Solo para borrar sus huellas. Pero no servira de nada.
– Que pena-dijo el-. Tienes talento. Un talento desperdiciado.
– Cada sistema tiene su propia red de seguridad. Nunca conseguiras dar con ellos.-Queria que el siguiera hablando-. Cualquier intento de entrar en sus sistemas hace saltar las alarmas. Paraliza el acceso-dijo ella-. No se puede hacer.
– Pero yo si que puedo-dijo Herve Vitold-. Yo disene el sistema de alarmas de Frapol. Yo, junto con el Ministerio de Defensa.- Con ademanes expertos, metia y sacaba de golpe el cartucho de la Luger con una sola mano-. Sera sencillo desactivarlos.
– Cazaux esta acabado-dijo ella
– Dejate ya de jueguitos-dijo ella mirando a Rene-. Me estoy enfadando.
Vitold la ignoro. Rene se agitaba descontrolado como un pez atrapado en la cana, los pies balanceandose a centimetros del gastado suelo e intentando golpear con los hombros el cuadro electrico de metal. Vitold retrocedio y apunto a la cabeza de Rene con la pistola. Rene parpadeaba sin cesar, aterrorizado.
– Estate quieto, pequeno-dijo Vitold. Con la otra mano, encendio el telefono movil y presiono el boton de memoria-. Senor, ya he comenzado-dijo
– ?No me has oido?-dijo Aimee
Vitold miro con desprecio el gatillo amartillado junto a la oreja de Rene
– Ahora si que me he enfadado.-Aimee disparo a traves del bolso de piel, hiriendole tres veces en la entrepierna. El rostro de Vitold mostro su desconcierto antes de doblarse, jurando sin control. Aullo de dolor, dejo
