ventana.
– ?Cuantos hombres, signora?
– Tres. Se les veia porque tenian la luz encendida.
– ?Hablaban en italiano?
– A ver, dejeme pensar. En italiano, si. Pero no eran de aqui, venecianos quiero decir. El dialecto no me sonaba, no era veneciano.
– ?Y solo hablaban, sentados a la mesa?
– Si.
– ?Y la muchacha?
– A ella no la veia, cuando estaban ellos. Cuando se iban, a veces entraba en la cocina, a por un vaso de agua, quiza. Por lo menos, la veia en la ventana.
– ?Y nunca le hablo?
– No. Como ya le he dicho, nunca tuve tratos con ella ni con los hombres. Yo solo la observaba, deseando que comiera algo. Yo, cuando estaba de Luca y de Pietro, siempre tenia hambre. No hacia mas que comer. Tuve suerte de no engordar demasiado…
– ?Esos hombres comian, signora?
– ?Comer? Que va. Y, ahora que lo dice, es curioso, ?verdad? Tampoco bebian. Solo hablaban alli sentados, como el que esta esperando un vaporetto, por ejemplo. A veces, cuando ellos se iban, la chica entraba en la cocina, pero nunca encendia la luz. Eso era lo mas curioso. Nunca encendia las luces por la noche, en ninguna habitacion, por lo menos, que yo pudiera ver. A los hombres los veia, pero a ella, solo de dia o cuando pasaba por delante de una ventana por la noche.
– ?Y que ocurrio entonces?
– Entonces, una noche la oi gritar, pero no entendi lo que decia. Me parecio que una de las palabras era «mamma», pero no estoy segura. Y entonces oi a la criatura. ?Sabe usted como suena el llanto de un recien nacido? No hay en el mundo nada que pueda compararse. Recuerdo que cuando nacio Luca…
– ?Habia alguien mas?
– ?Que? ?Cuando?
– Cuando tuvo la criatura.
– No vi a nadie, si a eso se refiere, pero alguien tenia que estar con ella. No se puede dejar que una chica de a luz sola, ?no le parece?
– ?No le llamo la atencion que viviera sola, estando tan avanzado el embarazo?
– Pues no se. Quiza me figure que el marido estaba de viaje, o que no tenia marido. Y que el parto se adelanto y no le dio tiempo de ir al hospital.
– El hospital esta a pocos minutos, ?no, signora?
– Si, si, ya lo se. Pero puede pillarte desprevenida. Mis dos chicos tardaron lo suyo, pero se de mujeres que han parido en media hora, y supuse que eso le habria ocurrido a ella. La oi a ella y luego a la criatura, y ya no oi nada mas.
– ?Y que ocurrio entonces, signora?
– Al dia siguiente, o quiza al otro… no recuerdo… vi a otra mujer que hablaba por el telefonino, delante de la ventana abierta.
– ?Hablaba en italiano, signora?
– ?En italiano? Un momento… Si, en italiano.
– ?Que decia?
– Algo asi como: «Todo va bien. Nos veremos manana en Mestre.»
– ?Podria describir a la mujer, signora?
– ?Quiere decir… que aspecto tenia?
– Si.
– Dejeme pensar. Tendria la edad de mi nuera. Unos treinta y ocho. Pelo negro, corto. Alta, como mi nuera, pero quiza no tan delgada. De todos modos, como le he dicho, solo la vi un momento, hablando por el telefonino.
– ?Y despues?
– Despues se fueron. Al dia siguiente, en el apartamento no habia nadie, ni vi alli a nadie durante un par de semanas. Sencillamente, desaparecieron.
– ?Sabe si algun vecino vio algo, signora?
– Solo el spazzino. Un dia me dijo que debia de haber alguien en el piso porque cada manana dejaban una bolsa de basura en la puerta, pero no habia visto entrar ni salir a nadie.
– ?Algun vecino le dijo algo?
– A mi directamente, no. Pero supongo que alguno debio de darse cuenta de que alli habia alguien, u oir algo.
– ?Hablo de esto con alguien, signora?
– Pues no. Solo con mi marido, pero el me dijo que no me metiera, que no era asunto mio. Si supiera que he venido, no se lo que haria. Nunca habiamos tenido tratos con la policia, porque siempre traen problemas…, perdone, no queria decir eso en realidad, pero ya sabe lo que pasa, quiero decir que ya sabe lo que piensa la gente.
– Si, signora, lo se. ?Recuerda algo mas?
– Pues no, nada.
– ?Cree que reconoceria a la joven si volviera a verla?
– Quiza. Pero esta una tan distinta con el embarazo… Sobre todo, al final, como estaba ella. Cuando Pietro, yo parecia una…
– ?Cree que reconoceria a alguno de los hombres, signora?
– No se. Puede que si. O puede que no.
– ?Y a la otra mujer?
– No. Probablemente, no. Solo la vi un momento, en la ventana, y ella estaba un poco de lado, como si vigilara algo que estaba en el apartamento. O sea que no, a ella no.
– ?Se le ocurre alguna otra cosa que pueda ser importante?
– Me parece que no.
– Muchas gracias por venir, signora.
– No habria venido, si no es por mi nuera. Es que yo se lo contaba, comprende, lo extrano que me parecia todo, esos hombres, y el apartamento a oscuras. Era algo de que hablar, comprende. Y luego, cuando la muchacha tuvo el nino y todos desaparecieron, bueno, mi nuera me dijo que debia venir a decirselo a ustedes. Decia que podia tener problemas si pasaba algo y ustedes descubrian que yo la habia visto y no habia venido a decirselo. Y es que ella es asi, me refiero a mi nuera, siempre temiendo hacer algo malo. O que lo haga yo.
– Comprendo. Creo que ha hecho bien en hacerle caso.
– Quiza si. Seguramente es lo que debia hacer. Quien sabe lo que pueda haber detras de todo eso, ?verdad?
– Muchas gracias por la molestia, signora. El inspector bajara con usted y la acompanara hasta la puerta.
– Gracias. Uh…
– ?Si, signora?
– Mi marido no tiene por que enterarse de que he venido, ?verdad?
– Por nosotros no lo sabra, desde luego.
– Gracias. No es por nada, pero no le gusta meterse en cosas.
– Comprendo perfectamente, signora. Descuide, que no se enterara.
– Muchas gracias. Y buenos dias.
– Buenos dias, signora. Inspector Vianello, ?hara el favor de acompanar a la signora hasta la salida?
CAPITULO 2