vaya al medico o vuelva al hospital. ?De acuerdo?

– Si -dijo el herido, en un tono mas sibilante de lo normal.

El hombre se asio a la mano que le tendia la doctora mientras ponia los pies en el suelo y se levantaba, apoyandose en la litera con la otra mano. Tardo un momento en encontrar el equilibrio. Ella se agacho para mirar las torundas de algodon que le taponaban las fosas nasales, y debio de encontrarlas en orden, porque se irguio y dio un paso atras.

– Aunque no haya incidencias, vuelva dentro de tres dias para que le eche un vistazo. -El hombre asintio con cautela y parecio ir a decir algo, pero ella lo atajo-. No debe preocuparse. Todo ira bien.

El hombre miro un momento al capitan y luego a la doctora.

– Soy de Verona, dottoressa -dijo con voz ronca.

– En tal caso, vaya a su medico dentro de tres dias, o si sangra -dijo ella rapidamente-. ?De acuerdo?

El hombre asintio y miro a su superior.

– ?Y el servicio, capitan?

– No creo que sea de mucha utilidad con eso -dijo el capitan senalando el vendaje, y agrego-: Hablare con su sargento. -Y a la doctora-: Si extiende un certificado, dottoressa, el podra tener unos dias de baja.

Algo, quiza el mero sentido de lo teatral o el habito de la suspicacia, hizo que Brunetti se preguntara si el capitan se habria mostrado tan benevolo de no haber estado el alli de testigo y no haberse identificado como comisario de policia.

La doctora se sento al escritorio y se acerco un bloc. Escribio unas lineas, arranco la hoja y la dio al herido, que la tomo, le dio las gracias, saludo al capitan y salio de la habitacion.

– Me han dicho que han traido a otro hombre, dottoressa -dijo Brunetti-. ?Puede indicarme donde esta?

Ella era joven, muy joven para ser medico. No era muy bonita, pero tenia una cara agradable, de las que dan buen resultado, una de esas caras que ganan con los anos.

– Es un colega, el ayudante del jefe de Pediatria -dijo ella, poniendo el acento en el cargo, como si fuera prueba suficiente de que los carabinieri no tenian por que meterse con el-. No me ha gustado la lesion que presentaba -aqui miro al capitan-, por eso lo he enviado a Neurologia y he mandado llamar al especialista. - Brunetti observo que el capitan seguia sus palabras con tanta atencion como el-. Como no se le dilataban las pupilas y tenia dificultades para mover el pie izquierdo, he pensado que debian verlo en Neurologia.

Aqui el capitan interrumpio, siempre apoyado en la pared:

– ?No podia esperar, dottoressa? No creo que haya necesidad de levantar de la cama a un medico porque un hombre se de un golpe en la cabeza.

La mujer volvio su atencion hacia el capitan y, por la mirada que le lanzo, Brunetti esperaba un exabrupto, pero ella dijo con voz neutra:

– Lo crei conveniente, capitan, ya que parece que el golpe se lo dio con la culata de un fusil.

«Toma ya, capitan», penso Brunetti. Capto la mirada del oficial y le sorprendio observar que parecia incomodo.

– ?Se lo ha dicho el, dottoressa? -pregunto.

– No. El no ha dicho nada. Me lo dijo su hombre. Le pregunte como se habia lesionado la nariz y me lo explico. -La voz seguia siendo atona.

El capitan movio la cabeza afirmativamente y se separo de la pared. Se acerco a Brunetti y le tendio la mano.

– Marvilli -dijo. Los dos hombres se estrecharon la mano. Miro a la doctora-: Por si le interesa, no es mi hombre, dottoressa. Como el mismo le ha dicho, es de Verona. Los cuatro son de alli. -Como ni Brunetti ni la doctora respondieran, el capitan delato su juventud y falta de seguridad al explicar-: El oficial que debia venir con ellos ha tenido que sustituir a alguien en Milan y me han asignado a la operacion porque estoy destinado aqui.

– Comprendo -dijo la doctora. Brunetti, que no tenia idea del alcance, ni de la naturaleza, de la operacion, creyo oportuno guardar silencio.

Marvilli parecia no saber que mas decir y, despues de una pausa, Brunetti dijo:

– Me gustaria ver al hombre, si es posible, dottoressa. Al de Neurologia.

– ?Sabe donde es?

– ?Al lado de Dermatologia? -pregunto Brunetti.

– Si. Si conoce el camino, supongo que no habra inconveniente en que suba -dijo ella.

Brunetti queria darle las gracias llamandola por su nombre y miro la tarjeta de identificacion que llevaba en el pecho. «Dottoressa Claudia Cardinale», leyo para si. Con ese nombre, toda la vida. «?Es que hay padres que no tienen sentido comun?», penso.

– Muchas gracias, dottoressa Cardinale -dijo formalmente y le tendio la mano. Ella se la estrecho y entonces lo sorprendio al estrechar tambien la del capitan. Luego se fue dejandolos solos en la habitacion.

– Capitan -dijo Brunetti en tono neutro-, ?puedo saber que es lo que ocurre?

Marvilli alzo la mano en un ademan curiosamente impersonal.

– Puedo explicarle, por lo menos, una parte, comisario. -Como Brunetti no decia nada, Marvilli prosiguio-: Lo ocurrido esta noche es consecuencia de una investigacion iniciada hace por lo menos dos anos. El dottor Pedrolli -y Brunetti supuso que se referia al hombre que estaba en Neurologia- cometio un acto ilegal hace dieciocho meses al adoptar a un nino. El y varias personas han sido arrestados esta noche en distintas acciones.

Aunque sentia curiosidad por saber cuantas eran las personas, Brunetti no pregunto, ni Marvilli creyo necesario dar mas explicaciones.

– ?De eso se le acusa? -pregunto Brunetti-. ?De adopcion ilegal? -Y, con esa pregunta, el comisario se involucro en el conflicto de Gustavo Pedrolli con el poder y la majestad de la Justicia.

– Es probable que tambien se le acuse de soborno a funcionario publico, falsificacion de documentos oficiales, secuestro de un menor y transferencia de fondos ilegal. -El capitan observaba la cara de Brunetti y, al ver como se ensombrecia su expresion, agrego-: A medida que avance la instruccion habra otras acusaciones. -Clavo la punta de una elegante bota en una gasa manchada de sangre que estaba en el suelo y miro a Brunetti-: Y no me sorprenderia que se agregara a los cargos el de resistencia al arresto y agresion a un funcionario publico en el cumplimiento de su deber.

Brunetti, consciente de lo poco que sabia de los hechos, opto por callar. Abrio la puerta y dio un paso atras para dejar salir a Marvilli. Aunque el capitan tenia acento del Veneto, no era veneciano, y Brunetti dudaba de que estuviera familiarizado con el laberinto del hospital, por lo que lo condujo en silencio por los desiertos pasillos, girando a la derecha o a la izquierda casi mecanicamente.

Se pararon frente a las puertas de Neurologia.

– ?Esta con el uno de sus hombres? -pregunto Brunetti.

– Si; el que no fue atacado -dijo el capitan y, al darse cuenta de como sonaba la frase, rectifico-: Uno de Verona.

Brunetti empujo la puerta de la planta. Una enfermera joven, de cabello negro y largo estaba sentada detras del mostrador. Cuando levanto la cabeza, a Brunetti le parecio cansada y malhumorada.

– ?Si? -dijo la joven una vez hubieron entrado-. ?Que desean?

Sin darle tiempo a decir que la planta estaba cerrada, Brunetti se acerco al mostrador con una sonrisa conciliadora.

– Perdone la molestia, enfermera. Soy de la policia y vengo a ver al dottor Pedrolli. Creo que mi inspector esta aqui.

Al oir la alusion a Vianello, ella suavizo la expresion.

– Estaba -dijo-, pero me parece que ha bajado. Han traido al dottor Pedrolli hace cosa de una hora. El dottor Damasco lo esta examinando. -Ella se volvio hacia el uniformado Marvilli-. Al parecer, ha sido golpeado por los carabinieri.

Brunetti advirtio que Marvilli se ponia tenso e iba a avanzar, y se adelanto, interponiendose.

– ?Podria verlo? -pregunto, y se volvio hacia Marvilli, silenciandolo con una mirada severa.

– Supongo que si -dijo ella hablando despacio-. Venga conmigo, tenga la bondad. -La joven se levanto. Al pasar junto a la mesa, Brunetti observo que en la pantalla del ordenador habia una escena de una pelicula historica, quiza Gladiator o Alejandro.

El la siguio por el pasillo, oyendo a su espalda los pasos de Marvilli. La enfermera se detuvo frente a una

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