amarillo palido y pantalon vaquero. El hombre tenia la cara vuelta hacia el interior de la habitacion y, levantando una mano, senalo al pasillo y dijo con voz amenazadora, sin apartar la mirada de algo o, segun parecia ahora, de alguien:

– Fuera.

Un hombre mucho mas joven, que vestia uniforme de camuflaje y portaba un fusil ametralladora, aparecio en la puerta. Se detuvo, con la cara crispada por la confusion, miro hacia el extremo del pasillo y fue a decir algo.

El capitan agito una mano para imponer silencio y, con un movimiento de la cabeza, le ordeno salir de la habitacion. El joven salio al pasillo y se acerco a Marvilli, pero el capitan repitio el gesto, ahora con impaciencia, y el joven paso por delante de el y siguio pasillo adelante. Ellos se quedaron escuchando el ruido de sus pasos que se alejaban.

Cuando se hizo el silencio, el medico cerro la puerta y se acerco. Al reconocer a Vianello movio la cabeza de arriba abajo, miro a Marvilli y le pregunto:

– ?Es usted el que esta al mando? -Su tono era francamente agresivo.

– Si -respondio Marvilli, y Brunetti noto como se esforzaba en mantener la voz tranquila-. ?Puedo preguntar quien es usted? ?Y por que pregunta?

– Porque soy medico y ahi dentro tengo a un paciente que ha sido victima de una agresion y, como usted es oficial de carabinieri y supongo que sabe lo ocurrido, quiero denunciar el hecho, y denunciarlo como delito.

– ?Una agresion? -pregunto Marvilli con fingida curiosidad-. Su paciente ha atacado a dos de mis hombres y a uno le ha roto la nariz. Asi que, si ha habido agresion, el denunciado sera el.

El medico miro a Marvilli con desden y, sin molestarse en impedir que este sentimiento sonara en su voz, dijo:

– Mire, oficial… ignoro su graduacion. A no ser que lo desnudaran despues de fracturarle el craneo, sus hombres, que supongo iban armados, fueron agredidos por un hombre desnudo. -Hizo una pausa y continuo-: No se de donde vienen ustedes, pero en Venecia no permitimos que la policia golpee a la gente. -Se volvio de espaldas a Marvilli, dando a entender que ya habia terminado con el. Dirigiendose a Vianello, dijo-: ?Me permite dos palabras, inspector? -Y, cuando Vianello se disponia a hablar, agrego-: Ahi dentro.

– Por supuesto, dottore -dijo Vianello que, indicando a Brunetti con la mano derecha, anadio-: Mi superior, el comisario Brunetti. Esta muy preocupado por todo este asunto.

– Ah, conque es usted. Mucho gusto -sonrio el medico, que tendio la mano a Brunetti como si considerara perfectamente natural observar las reglas de la etiqueta a las cuatro de la madrugada-. Tambien me gustaria hablar con usted -dijo, como si Marvilli no estuviera a menos de un metro de el.

El medico se hizo a un lado para que entraran Brunetti y Vianello y cerro la puerta.

– Me llamo Damasco -dijo yendo hacia la cama-. Bartolomeo.

El herido los miraba con ojos turbios. La lampara de la cabecera no estaba encendida ni en la habitacion habia mas luz que la de una lamparilla situada al otro lado de la cama. Brunetti distinguio una mata de pelo castano claro que cubria la frente del hombre y una barbita bastante canosa. La piel que asomaba por encima de la barba era aspera y rugosa y la parte superior de la oreja izquierda estaba roja e hinchada.

Pedrolli abrio la boca, pero el otro medico se inclino hacia el y dijo:

– No temas, Gustavo. Estos hombres vienen a ayudarte. Y no te preocupes por la voz. Ya volvera. Tu descansa y deja actuar a los medicamentos. -Dio al hombre una palmada en el hombro y le subio la manta hasta la barbilla.

El de la cama miraba fijamente a su companero, como conminandolo a entender lo que queria decir.

– Tranquilo, Gustavo. Bianca esta bien. Alfredo esta bien.

Brunetti observo que, al oir el ultimo nombre, el hombre contrajo la cara en una mueca de dolor. Apreto los parpados para no mostrar la emocion que sentia y volvio la cara, sin abrir los ojos.

– ?Que le ha pasado? -pregunto Brunetti.

Damasco meneo la cabeza, como si quisiera desechar tanto la pregunta como su causa.

– Averiguarlo es tarea suya, comisario. La mia es tratar las consecuencias fisicas.

Damasco observo la sorpresa de los dos hombres ante su brusquedad y se los llevo hacia la puerta:

– A eso de las dos, me ha llamado la dottoressa Cardinale -explico-. Me ha dicho que uno de nuestros companeros, el dottor Gustavo Pedrolli, estaba en Urgencias y que lo habian traido los carabinieri. Lo habian golpeado detras de la oreja izquierda con un objeto lo bastante duro como para fracturarle el craneo. Afortunadamente, en esa zona la pared es gruesa, y solo tiene una fisura. Pero la lesion es grave. O puede serlo.

»Cuando llegue al hospital, unos veinte minutos despues, habia dos carabinieri en la puerta. Me han dicho que el herido tenia que estar bajo vigilancia porque habia agredido a un companero cuando este trataba de arrestarlo. -Damasco cerro los ojos y apreto los labios, para indicar el credito que le merecia la explicacion.

»Poco despues, mi colega de Pronto Soccorso me ha llamado para decirme que el 'agredido' no tenia mas que una desviacion del cartilago nasal. Por consiguiente, no creo que haya sido victima de una agresion violenta.

Brunetti pregunto con curiosidad:

– ?El dottor Pedrolli es de la clase de hombres que reaccionarian de ese modo? ?Con violencia?

Damasco fue a responder, pero parecio recapacitar y finalmente dijo:

– No. Un hombre desnudo no atacaria a un hombre que tuviera una metralleta en la mano. -Hizo una pausa y agrego-: Como no fuera para defender a su familia. -Al ver que habia captado la atencion de sus oyentes, prosiguio-: Han tratado de impedir que entrara a ver a mi paciente. Quiza pensaban que iba a ayudarle a escapar por la ventana o que se yo. O a inventar una fabula. Les he dicho que era medico y cuando les he pedido el nombre del oficial al mando, me han dejado entrar, aunque me han exigido que uno estuviera conmigo mientras reconocia a Gustavo. -El medico agrego con orgullo-: Pero ahora lo he echado. Aqui no se hacen esas cosas.

El tono en que Damasco pronuncio la ultima frase encontro eco en el interior de Brunetti. No; aqui no, y, menos, sin permiso de la policia local. Brunetti no considero necesario decirlo asi a Damasco y se limito a senalar:

– Por la forma en que se ha dirigido a el, dottore, da la impresion de que su paciente no puede hablar. ?Puede explicarme por que?

Damasco desvio la mirada, como si buscara la respuesta en la pared. Finalmente, dijo:

– Parece querer hablar, pero no le salen las palabras.

– ?El golpe? -pregunto Brunetti.

Damasco se encogio de hombros.

– Puede ser. -Miro a sus interlocutores, primero a uno y luego al otro, como calculando hasta donde podia explicar-. El cerebro es un organo extrano y la mente lo es todavia mas. Hace mas de treinta anos que trabajo con el cerebro y algo se de su funcionamiento, pero la mente sigue siendo un misterio para mi.

– ?Y eso ocurre en este caso, dottore? -dijo Brunetti, intuyendo que el medico deseaba que se lo preguntara.

Otra vez se encogio de hombros Damasco, que dijo:

– Tengo la impresion de que la causa del mutismo no es el golpe. Puede ser el shock o puede ser que haya decidido no hablar hasta tener una idea mas clara de lo que ocurre. -Damasco se froto las mejillas con las palmas de las manos. Al bajar los brazos, prosiguio-: No se. Como les he dicho, yo trabajo con el cerebro fisico, neuronas y sinapsis, y las cosas que pueden ser probadas y medidas. Lo demas, lo psiquico, si quieren llamarlo asi, lo dejo para otras personas.

– Pero lo menciona, dottore -dijo Brunetti, en un tono de voz tan bajo como el del medico.

– Si; lo menciono. Hace mucho tiempo que conozco a Gustavo y en cierta medida se como piensa y como reacciona. Por eso lo menciono.

– ?Querria ser mas explicito sobre eso, dottore? -pregunto Brunetti.

– ?Sobre que?

– Sobre el modo de pensar y de reaccionar de su paciente.

Damasco miro fijamente a Brunetti, y era evidente que meditaba la respuesta con lucidez y seriedad.

– No creo poder decir sino que es un hombre rigurosamente honrado, comisario, cualidad que, por lo menos profesionalmente, le ha perjudicado mas que favorecido -dijo, e hizo una pausa como para escuchar sus propias

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