—En el esquero que me cuelga del cinturon. Creyo que su hermano me mataria, recuerdalo. Despues reclamarian mi cuerpo, ya lo habian planeado, asi que se llevarian Terminus Est y mi ropa. Ella obtendria mi espada, mis— prendas de vestir y la gema, y mientras tanto, si la encontraban, me culparian a mi y no a ella. Recuerdo…

—?Que?

—Las Peregrinas. Nos detuvieron cuando intentabamos salir. Jonas, ?crees que es verdad que algunos pueden leer los pensamientos de otra gente?

—Por supuesto.

—No todo el mundo esta tan seguro. El maestro Gurloes estaba a favor de esa idea, pero el maestro Palaemon no queria ni que se la mencionaran, y sin embargo creo que la primera sacerdotisa de Las Peregrinas lo podia hacer, al menos en cierto grado. Ella sabia que Agia, y no yo, se habia llevado algo. Hizo desnudar a Agia de modo que pudieran registrarla, pero no me registraron a mi. Mas tarde destruyeron la catedral, y pienso que quiza fue por la perdida de la Garra; despues de todo, era la Catedral de la Garra.

Jonas asintio meditabundo.

—Pero no es eso lo que queria preguntarte. Me gustaria saber que piensas de aquellos pasos. Todo el mundo sabe de Erebus y de Abaia y de otros seres del mar que algun dia han de venir a la tierra. No obstante, pienso que tu sabes mas que la mayoria de nosotros.

El rostro de Jonas, hasta ahora tan franco, se cerro, en guardia.

—?Y por que lo piensas? —pregunto.

—Porque has sido marino, y por la historia de los guisantes que contaste en la puerta de la Muralla. Debes de haber visto mi libro marron cuando lo leia arriba. Cuenta todos los secretos del mundo, o al menos lo que varios magos decian que secretos eran esos. No lo he leido entero, ni siquiera la mitad, aunque Thecla y yo soliamos leer alguna cita cada pocos dias y el tiempo que mediaba entre lectura y lectura lo pasabamos discutiendo. Pero me he dado cuenta que todas las explicaciones de ese libro son sencillas e infantiles en apariencia.

—Igual que mi historia.

Asenti con la cabeza.

—Tu historia parece sacada del libro. La primera vez que se lo lleve a Thecla supuse que era para ninos o para adultos que gozaban con cosas de ninos. Pero cuando hubimos hablado sobre algunos de los pensamientos del libro, comprendi que tenian que ser expresados de esa manera y de ninguna otra. Si el escritor hubiese querido describir una nueva manera de hacer vino o la mejor forma de hacer el amor, podria haber recurrido a un lenguaje complejo y preciso, pero en el libro que realmente escribio el tenia que decir: «En el comienzo fue solo el Hexameron», o «No ha de verse el icono quieto de pies, sino ver el quieto de pie». La cosa que oi bajo tierra… ?era algo parecido?

—No la vi. —Jonas se levanto.— Voy a salir a vender la maza. Pero antes de irme, voy a decirte lo que todas las esposas dicen a sus maridos antes o despues: «Antes de hacer mas preguntas, piensa si realmente quieres conocer las respuestas».

—Una ultima pregunta —dije—, y te prometo que no insistire. Cuando estabamos saliendo por la Muralla, dijiste que lo que veiamos entonces eran soldados, con lo que quisiste decir que se les habia destacado alli para resistir a Abaia y a los otros. ?Son los hombres mono soldados del mismo tipo? Si lo son, ?de que pueden valer los luchadores de talla humana cuando nuestros oponentes son grandes como montanas? ?Y por que los antiguos autarcas no utilizaron soldados humanos?

Jonas habia envuelto la maza en un pano y ahora estaba de pie pasandosela de una mano a la otra.

—Has hecho tres preguntas, y solo puedo contestar con certeza a la segunda. Aventurare una respuesta para las otras dos, pero te voy a tomar la palabra: es la ultima vez que hablamos de estas cosas.

»Primero, la ultima pregunta. Los antiguos autarcas, que no lo eran o no se les llamaba asi, utilizaron sin duda soldados humanos, pero los guerreros que crearon humanizando animales, y quizas en secreto animalizando hombres, eran mas leales. Tenian que serlo, puesto que el populacho, que odiaba a sus gobernantes, odiaba todavia mas a estos servidores inhumanos. Asi, a los servidores podia hacerseles soportar cosas que no hubieran tolerado los soldados humanos. A eso puede obedecer el que se les utilizara en la Muralla. O tal vez haya otra explicacion completamente diferente.

Jonas hizo una pausa y fue hacia la ventana para mirar no la calle, sino las nubes.

—Ignoro si tus hombres mono son el mismo tipo de hibrido. El que vi me parecio bastante humano exceptuando la piel, asi que me siento inclinado a convenir contigo en que son seres humanos cuya naturaleza esencial ha experimentado algun cambio a causa de la vida en las minas y el contacto con las reliquias de la ciudad alli enterradas. Urth es ya muy antiguo. Es muy antiguo, y no cabe duda de que en tiempos periclitados se han enterrado muchos tesoros. El oro y la plata no se alteran, pero sus guardianes pueden sufrir metamorfosis mas extranas que las que cambian la uva en vino y la arena en perlas.

Dije:

—Pero los del exterior aguantamos la oscuridad todas las noches, y se nos traen los tesoros que se sacan de las minas. ?Por que no hemos cambiado tambien?

Jonas no respondio, y recorde mi promesa de no preguntarle nada mas. Aunque cuando se volvio a mirarme, en sus ojos habia algo que me decia que me estaba comportando como un idiota, que en realidad habiamos cambiado. De nuevo volvio a darme la espalda y a mirar por la ventana hacia arriba.

—De acuerdo —asenti—, no tienes que contestar a eso. Pero ?y la otra pregunta que prometiste responder? ?Como pueden los soldados humanos resistir a los monstruos de los mares?

—Tenias razon al decir que Erebus y Abaia son grandes como montanas, y admito que me sorprendio que lo supieras. La mayoria de la gente carece de imaginacion para concebir algo tan enorme, y piensa que no son mas grandes que casas o barcos. Su tamano real es tan enorme que si bien siguen en este mundo no pueden nunca abandonar el agua, pues su propio peso los aplastaria. No debes imaginartelos golpeando la Muralla con los punos, o lanzando cascotes aqui y alla. Reclutan a sus servidores con el pensamiento y los lanzan contra todas las normas que se oponen a las propias.

Entonces Jonas abrio la puerta de la posada y desaparecio en el tumulto de la calle; yo segui donde estaba, con el codo apoyado en la mesa donde habiamos comido, y me acorde del sueno que habia tenido cuando comparti la cama con Calveros. La tierra no podria sostenemos, habian dicho las monstruosas mujeres.

Ahora he llegado a un punto de mi narracion donde es inevitable que escriba sobre algo que en gran parte he evitado referir hasta ahora. Tu que lees no habras dejado de darte cuenta de que no he tenido escrupulos en volver a contar con gran detalle cosas que sucedieron hace anos y en transcribir las palabras mismas de aquellos que me hablaron y las palabras mismas con que yo replique; y quizas hayas creido que no se trata mas que de un recurso convencional que he adoptado para hacer que mi narracion sea mas fluida. La verdad es que me cuento entre los tocados por la maldicion de tener lo que se llama una memoria perfecta. No podemos, como se dice sin mas, acordamos de todo. Soy incapaz de retener el orden en que estaban colocados los libros en la biblioteca del maestro Ultan, pero recuerdo cosas que casi todo el mundo olvida: la posicion que ocupada cada uno de los objetos sobre una mesa por la que pase cuando era nino, o incluso que anteriormente me acorde de algo y como ese incidente recordado era distinto del recuerdo que de el guardo ahora.

Esta capacidad de retener fue lo que me convirtio en el alumno preferido del maestro Palaemon, asi que a ella puede atribuirsele la existencia de este relato, pues si el no me hubiera favorecido, no habria sido enviado a Thrax con la espada.

Hay quien dice que esta capacidad esta unida a la falta de juicio; no soy yo quien puede saberlo. Pero en ella hay otro peligro, con el que he tropezado muchas veces. Cuando vuelvo el pensamiento hacia el pasado, como estoy haciendo ahora y como hice cuando trate de recordar mi sueno, el recuerdo es tan nitido que parece que me moviera de nuevo en el dia que ya murio, un nuevo viejo dia, inalterado cada vez que lo saco a la superficie de mi mente, siendo sus eidolones tan reales como yo. Ahora mismo soy capaz de cerrar los ojos y penetrar en la celda de Thecla como lo hice una tarde de invierno; y en seguida mis dedos notan el calor de su vestido y mi nariz se llena del perfume de su persona, un perfume como de calidas azucenas delante del fuego. Le levanto el vestido y abrazo su cuerpo de marfil, sintiendo sus pechos contra mi cara…

?Lo ves? Es muy facil malgastar horas y dias con tales recuerdos, y en ocasiones me sumerjo tanto en ellos

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