Entonces volvio a hablar el unico canon del enemigo.

Y asi continuo durante instantes que parecieron anos enteros. Por fin, el joven penso en el consejo de la princesa, la hija de la Noche; pero aunque el viento soplaba fuerte, no era del todo favorable, y si hubiera de enmendar el rumbo, hasta que soplara desde el barco hacia el enemigo, segun el consejo de la princesa, durante un buen rato ningun canon apuntaria salvo la artilleria de proa, y cuando lo hicieran seria la bateria de estribor, uno de cuyos canones habia sido destruido causando tantos muertos.

Pero en ese momento se le ocurrio que estaban luchando como lo habian hecho otros cientos que ya estaban muertos, y sus barcos hundidos y sus huesos esparcidos por los innumerables canales que daban vueltas y surcaban como una marana la superficie de la isla del ogro. Entonces transmitio su orden al timonel; pero nadie respondio, pues este habia muerto y la rueda que habia sostenido lo sostenia ahora a el. El joven nacido de suenos empuno entonces el timon y presento al enemigo la estrecha proa del buque. Entonces pudo verse como las tres hermanas favorecen al intrepido, pues el siguiente disparo del enemigo, que pudo haber barrido el barco de proa a popa, cayo a babor a la distancia de un remo. Y el siguiente, a estribor a la distancia del ancho de un bote.

Y ahora el enemigo, que antes se habia mantenido firme, no intentando huir ni acercarse, dio media vuelta. Viendo que escaparia si podia hacerlo, la tripulacion dio un gran grito, como si ya hubieran alcanzado la victoria. Pero, ?oh maravilla!, el unico castillo, que hasta entonces todos habian creido fijo, giro en el sentido contrario, de modo que el enorme canon, mas grande que cualquiera de los canones de la nave, seguia apuntando.

Un momento despues el proyectil acerto en la crujia, arrancando un canon de la andana de estribor como un borracho hubiera podido arrojar a un nino fuera de la cuna, rebotando por toda la cubierta y destrozandolo todo. Entonces los canones de la bateria (los que quedaban) soltaron a coro fuego y hierro. Y como ahora la distancia era menos de la mitad de lo que habia sido (o quiza porque la naturaleza del enemigo se habia debilitado con el miedo), los proyectiles ya no golpeaban el castillo con un hueco sonido metalico, sino con un crujido como si la campana que ha de anunciar el fin del mundo se estuviera resquebrajando; yen la aceitosa negrura de hierro aparecieron unas grietas.

Y por el tubo de comunicacion el joven hablo a quienes en la sala de maquinas habian perseverado en alimentar las calderas con troncos, gritandoles que echaran brea a las llamas como habia aconsejado la princesa. Al principio, temio que todos ellos hubieran muerto, y despues que no hubieran entendido la orden con el fragor de la batalla. Pero una sombra cayo sobre el agua iluminada por el sol entre el enemigo y el, y miro hacia arriba.

Se dice que antiguamente una nina andrajosa, hija de un pescador, encontro en la arena una botella sellada, y al abrir el sello y extraer el corcho se convirtio en reina de hielo a hielo. De la misma manera —asi parecio—, un ente elemental, animado por la fuerza que forjara la creacion, escapo de las altas chimeneas del barco, tropezando consigo mismo en oscuro regocijo y creciendo a cada empellon que le daba el viento.

Y el viento seguia viniendo, y lo agarraba con innumerables manos y lo llevaba en una masa solida depositandolo sobre el enemigo. Aunque ya no se veia nada —ni el largo y oscuro casco de cubierta de hierro, ni el canon unico cuya boca les habia anunciado el cataclismo—, no perdieron un solo instante, bajaron los canones y dispararon hacia la negrura. Y de cuando en cuando tambien se oia el canon del enemigo, pero no se veia ningun destello ni podia adivinarse adonde iban a parar los proyectiles.

Tal vez aun no habian acertado a nada y todavia seguian viajando alrededor del mundo, buscando el blanco.

Estuvieron disparando hasta que los canones brillaron como lingotes recien fundidos. Entonces disminuyo el humo que durante tanto tiempo habia estado saliendo, y los de abajo gritaron por el tubo que habian consumido toda la brea, y el joven nacido de suenos ordeno que el fuego cesase, y los hombres que habian atendido los canones cayeron sobre cubierta como otros tantos cadaveres, tan agotados que ni podian pedir agua.

La negra nube se esfumo, no como la niebla en el sol, sino como un ejercito de maligna fortaleza que se disuelve ante la repeticion de las cargas, cediendo por aqui, resistiendo tozudamente por alla y aun logrando crear alguna escaramuza cuando parece que todo ha concluido.

En vano escrutaron entonces las olas recien brunidas en busca del ogro. Nada vieron: ni el casco, ni el castillo, ni el canon, ni planchas ni palos de navio.

Lentamente, con tanta cautela que diriase que temian a un enemigo invisible, avanzaron hasta el punto mismo en que el ogro habia estado anclado, y observaron mas alla los arboles esparcidos y el suelo atravesado de surcos en el islote donde se perdieran las andanadas. Cuando llegaron al punto donde habia estado el largo casco de hierro, el joven nacido de suenos ordeno invertir la marcha de las grandes ruedas, y por fin se detuvieron, quedando tan quietos y silenciosos como lo habia estado su adversario. Entonces se acerco a la barandilla y observo el agua, pero con tal expresion que nadie, ni los mas valientes, se atrevieron a mirarlo.

Cuando por fin alzo los ojos, tenia el rostro rigido y sombrio, y sin decir a nadie palabra alguna fue a su camarote y se encerro. Entonces el segundo oficial ordeno virar para volver al blanco luquete de la princesa; y tambien ordeno que se vendaran las heridas, que se pusieran en movimiento las bombas y se comenzaran las reparaciones que pudieran hacerse. Pero llevo con ellos los muertos, para que fueran enterrados en alta mar.

V — La muerte del estudiante

Puede que el canal no fuera tan derecho como habian creido. O que en el combate hubieran perdido la orientacion, sin darse cuenta. O que (como algunos sostenian) los canales se torcieran como gusanos en una hoja de lichi cuando nadie tenia la vista puesta en ellos. Sea cual fuere la verdad, estuvieron todo el dia navegando a vapor (pues el viento se habia apagado), y con la ultima luz solo vieron que avanzaban entre islotes desconocidos.

Toda la noche estuvieron al pairo. Cuando llego la manana, el joven oficial llamo a aquellos que a su juicio podian darle los consejos mas valiosos; pero a ninguno se le ocurrio otra cosa que llamar al joven nacido de suenos (a lo que eran reacios) o continuar avanzando hasta dar con el mar abierto o con el luquete de la princesa.

Esto hicieron durante todo el dia, tratando de mantener invariable el rumbo, pero enmendandolo de mala gana para seguir las revueltas de los canales. Y cuando volvio a caer la noche, no estaban en mejor situacion que antes.

Pero a la manana del tercer dia el joven nacido de suenos salio de su camarote y comenzo a pasearse de un lado a otro por la cubierta como solia hacer, examinando las reparaciones y preguntando como se sentian a los heridos que a causa del dolor habian despertado temprano. Entonces vinieron a el el oficial y quienes lo habian aconsejado, y le explicaron todo lo que habian hecho y preguntaron como volverian a encontrar el mar, para poder asi enterrar a los muertos y regresar a sus casas de la ciudad de los magos.

A esto, el joven alzo la mirada hasta la boveda misma del firmamento. Y algunos creyeron que rezaba, y otros que trataba de reprimir la ira que sentia contra ellos, y otros que asi solo pretendia que le viniera una inspiracion. Pero tanto tiempo tuvo asi clavada la mirada que el temor fue dominandolos, como cuando el habia mirado el agua, y uno o dos empezaron a retirarse en silencio. Entonces el les dijo: —?Mirad! ?No veis las aves marinas? Acuden de todos los rincones del cielo. Seguidlas.

Durante casi toda la manana, siguieron a las aves, tanto como las curvas de los canales lo permitian. Por fin las vieron delante, volando en circulos y zambullendose, de manera que las alas blancas y las cabezas de ebano semejaban una nube baja, hermosa por fuera y tormentosa por dentro. Entonces el joven nacido de suenos les dijo que cargaran un canon solo con polvora y que dispararan; y con el estampido todas las aves remontaron entre gritos y chillidos. Y alli donde habian estado, la tripulacion vio que flotaba un enorme trozo de carrona, que les parecio un animal terrestre, pues tenia, asi creyeron, cabeza y cuatro patas. Pero era mayor que muchos elefantes.

Cuando estuvieron cerca, el joven ordeno preparar un bote, y cuando subio a bordo vieron que cenia un enorme alfanje cuya hoja destellaba al sol. Durante algun tiempo estuvo ocupado con la carrona, y cuando regreso llevaba un mapa, el mayor que ninguno de ellos habia visto, dibujado sobre piel sin curtir.

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