—No.

—Un hombre llamado Beuzec. Dicen que no es peligroso, pero el y otro tipo fueron sorprendidos rondando por un cenador. El tal Beuzec salio corriendo antes de que lo agarraran y escapo. Dicen que pronto lo atraparan. No se. Os dire. Llevo toda la vida viviendo en la Casa Absoluta, y aqui hay rincones extranos, muy extranos.

—Tal vez mi espada se encuentre en uno de ellos. ?Quieres mirar?

Retrocedio como si yo hubiera levantado la mano, amenazandolo.

—?Claro, senoria, lo hare, lo hare! Solo trataba de mantener una pequena conversacion. Probablemente esta aqui abajo. Si quereis seguirme…

Caminamos hacia la otra escalera, y vi que en mi apresurada busqueda me habia saltado una puerta angosta, bajo el hueco de la escalera. Estaba pintada de blanco, casi del mismo tono que la pared.

El mayordomo saco un pesado manojo de llaves y abrio esta puerta. La habitacion triangular a la que daba era mucho mayor de lo que yo hubiera imaginado, llegando muy atras por debajo de los escalones y permitiendose al fondo una especie de desvan elevado, al que se accedia mediante una temblorosa escalera. Tenia una lampara del mismo tipo que las que yo habia observado en la antecamara, pero mas debil.

—?La veis? —pregunto el mayordomo—. Esperad, creo que por aqui hay una vela. Esa luz no sirve de mucho, pues las estanterias dan mucha sombra.

Mientras el hablaba, yo examinaba las estanterias. Estaban repletas de prendas de vestir, y aqui y alla habia un par de zapatos, un tenedor de bolsillo, un plumero, una almohadilla perfumada, etc.

—Cuando yo era nino, los chicos de la cocina hacian saltar la cerradura para rebuscar por aqui. Acabe con eso instalando una buena cerradura, pero me temo que las cosas mas valiosas han desaparecido hace tiempo.

—?Que lugar es este?

—Antiguamente servia de ropero para quienes venian a solicitar algo. Chaquetas, sombreros, botas y demas. Estos lugares siempre se llenan de cosas que olvidan los afortunados cuando se van, y ademas, como esta ala ha sido siempre la del Padre Inire, supongo que no le han faltado quienes viniendo a verlo nunca volvieron a salir, asi como otros salieron sin entrar nunca. —Hizo una pausa y echo un vistazo alrededor.— Tuve que dar llaves a los soldados para que dejaran de derribar las puertas a patadas buscando al tal Beuzec, de modo que supongo que quizas han puesto por aqui vuestra espada. Si no, probablemente la llevaron al cuerpo de guardia. Imagino que no es esto, ?verdad? —De un rincon saco un espadon antiguo.

—Nada menos parecido.

—Me temo que es la unica espada que hay aqui. Puedo indicaros como llegar al cuerpo de guardia. Tambien puedo despertar a un paje para que vaya a preguntar, si preferis.

La escalera que llevaba al desvan se sacudia estremeciendose, pero subi por ella despues de pedirle la vela al mayordomo. Aunque parecia muy improbable que el soldado hubiera puesto alli a Terminus Est, necesitaba unos instantes para recapacitar sobre lo que yo podia hacer en estas circunstancias.

Al subir oi arriba un ligero ruido que atribui al rapido movimiento de un roedor; pero cuando meti la cabeza y la vela por encima del nivel del desvan, vi al hombrecillo que habia estado con Hethor en el camino, arrodillado en actitud suplicante. Por supuesto, era Beuzec; no me habia acordado del nombre hasta que lo vi.

—?Hay algo ahi arriba, senoria?

—Trapos y ratas.

—Como imaginaba —dijo el mayordomo mientras yo terminaba de bajar—. Tendria que echar un vistazo alguna vez, pero a mi edad ya no me apetece subir por una cosa asi. ?Deseais ir vos mismo al cuerpo de guardia o levanto a uno de los muchachos?

—Yo ire.

Asintio con sagacidad.

—Creo que es lo mejor. Ellos no se la darian a un paje y tampoco admitirian tenerla. Supongo que ya sabeis que os encontrais en el Hipogeo Apotropaico. Si no quereis ser detenido por las patrullas, es preferible que vayais por el interior, asi que lo mejor es subir tres pisos por estas escaleras y despues seguir a la izquierda. Continuad por la galeria unos mil pasos hasta que llegueis al hipetro. Como fuera esta oscuro, podriais no encontrarlo, asi que procurad fijaros en las plantas. Torced a la derecha en ese punto y avanzad otros doscientos pasos. Hay siempre un centinela a la puerta.

Le di las gracias y me las arregle para encaminarme a las escaleras mientras el todavia manipulaba la cerradura. Al fin desemboque en un pasillo que salia del primer rellano y deje que el se adelantase. Cuando estuvo bastante lejos, volvi a bajar al pasillo de la antecamara. Me parecio que si habian llevado mi espada a algun cuerpo de guardia, era muy improbable que yo la recuperase sin tener que recurrir al robo o la violencia, y antes quise cerciorarme de que no la habian dejado en otro lugar mas accesible. Ademas, tambien era posible que Beuzec la hubiera visto mientras subia a esconderse, y queria preguntarselo.

Al mismo tiempo, estaba muy preocupado por los prisioneros de la antecamara. Imaginaba que para entonces habrian descubierto la puerta que Jonas y yo habiamos dejado abierta, y se estarian dispersando por esta ala de la Casa Absoluta. No tardarian en volver a atrapar a alguno y comenzar la busqueda de los demas.

Cuando llegue al trastero de debajo de las escaleras, aprete la oreja contra la puerta esperando oir a Beuzec. No se oia nada. Lo llame en voz baja, pero no hubo ninguna respuesta, y entonces trate de abrir la puerta empujandola con el hombro. No cedia, y yo tenia miedo de hacer ruido si cargaba contra ella. Por ultimo, consegui introducir el eslabon que Vodalus me habia dado entre la puerta y la jamba e hice saltar la cerradura.

Beuzec se habia ido. Tras una corta busqueda descubri un agujero en la parte trasera que iba a dar al centro hueco de alguna pared. Desde alli tuvo que haberse arrastrado hasta el interior del trastero en busca de un sitio bastante grande como para poder estirar las piernas, y hacia alli habia vuelto a huir. Se dice que en la Casa Absoluta estos recovecos estan habitados por una especie de lobo blanco que se introdujo alli hace tiempo desde los bosques de alrededor. Quiza cayo presa de estas criaturas; no he vuelto a verlo mas.

Esa noche no trate de seguirlo. Volvi a poner en su sitio la puerta del trastero y disimule todo lo que pude los desperfectos de la cerradura. Fue en ese momento cuando me di cuenta de la simetria del pasillo: la entrada a la antecamara en el centro, las puertas selladas a ambos lados, los huecos de las escaleras en los extremos. Si este hipogeo habia sido destinado al Padre Inire (como habia dicho el mayordomo y como indicaba su nombre) la razon principal habia sido sin duda, al menos en parte, esta condicion especular. Si asi fuera, sin duda habria un segundo trastero debajo de la otra escalera.

XX — Cuadros

?Pero por que Odilo no me habia llevado alli? No me entretuve en pensarlo mientras corria por el pasillo, y cuando llegue la respuesta era clara. Esa puerta la habian roto hacia tiempo, y no solo el hueco de la cerradura; estaba toda destrozada, de manera que solo dos maderos descoloridos que colgaban de las bisagras indicaban que alli habia habido una puerta. La lampara de dentro habia desaparecido, abandonando el interior a la oscuridad y las aranas.

Me habia vuelto y me habia alejado un paso o dos, cuando me detuve, impulsado por esa conciencia del error que tenemos a menudo antes de comprender de algun modo en que consiste el error. Jonas y yo habiamos sido introducidos en la antecamara al acabar la tarde. Por la noche habian llegado los jovenes exultantes con sus latigos. A la manana siguiente, habian capturado a Hethor, y al parecer a esa hora Beuzec habia huido de los pretorianos, a los que el mayordomo habia dado llaves para que pudieran buscarlo en el hipogeo. Cuando ese mismo mayordomo, Odilo, me habia encontrado unos momentos antes, y yo le habia dicho que un pretoriano se habia llevado Terminus Est, el supuso que yo habia llegado durante el dia, despues de la escapada de Beuzec.

Pero no habia sido asi, y por tanto el pretoriano que se habia llevado Terminus Est no podia haberla puesto en el trastero cerrado bajo la segunda escalera. Regrese de nuevo al trastero de la puerta rota. A la escasa luz que se filtraba desde el pasillo, se alcanzaba a ver que en otro tiempo habia habido alli estanterias como en el trastero gemelo. Ahora no habia nada, se habian llevado las estanterias para dedicarlas a otro fin y de las paredes sobresalian unos soportes inutiles. No veia ninguna otra cosa, pero tambien me daba cuenta de que ningun

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