guardia que tuviera que hacer una inspeccion entraria de buen grado en ese lugar de polvo y telaranas. Sin molestarme en meter la cabeza, tantee alrededor de la jamba de la puerta rota, y con una mezcla indescriptible de triunfo y de familiaridad, senti que mi mano estaba cerca de la querida empunadura.

Volvia a ser un hombre entero. O mas bien, algo mas que un hombre: un oficial del gremio. Alli, en el pasillo, comprobe que mi carta seguia en el bolsillo de la vaina, y despues saque la hoja brillante, la limpie, la engrase y la volvi a limpiar, probando los filos con el indice y el pulgar mientras me alejaba caminando. Ya podia aparecer el cazador en la oscuridad.

Mi siguiente objetivo era reunirme con Dorcas, pero no sabia nada del paradero de la compania del doctor Talos, salvo que tenian que actuar en un tiaso que se celebraria en un jardin, sin duda uno entre muchos jardines. Si salia ahora, de noche, quizas a los pretorianos les seria tan dificil verme con mi capa fuligina como a mi verlos a ellos. Pero era improbable que encontrara alguna ayuda. Y cuando el horizonte oriental cayera por debajo del sol, sin duda seria apresado inmediatamente, como Jonas y yo cuando entramos a caballo en el recinto. Si me quedaba dentro de la Casa Absoluta, mi experiencia con el mayordomo indicaba que tal vez pasaria inadvertido, y que incluso podria cruzarme con alguien que me diera alguna informacion; pues se me ocurrio que diria a todo el que me encontrara que yo tambien habia sido convocado para la celebracion (supuse que no era improbable que hubiera un suplicio dentro de los actos) y que habia abandonado mi dormitorio y me habia perdido. De esa manera, podria descubrir donde se encontraban Dorca y los demas.

Pensando en este plan subi las escaleras, y en el segundo rellano torci por un pasillo que antes no habia visto. Era mucho mas largo y estaba mas suntuosamente decorado que el que se encontraba delante de la antecamara. De las paredes colgaban oscuros cuadros en marcos dorados y entre ellos, sobre pedestales, habia urnas y bustos y objetos de los que no conocia el nombre. Entre las puertas que se abrian al pasillo la separacion era de cien o mas pasos, indicando que tras ellas habia salas enormes, pero todas estaban cerradas, y cuando probe las empunaduras me di cuenta de que la forma y el metal de que estaban hechas me eran desconocidos, y que no se ajustaban a la mano humana.

Cuando me parecio haber caminado media legua por este pasillo, vi delante de mi a alguien sentado (asi lo pense al principio) en un alto taburete. Al acercarme, vi que lo que habia tomado por un taburete era una escalera de tijeras, y que el anciano encaramado en ella estaba limpiando uno de los cuadros.

—Perdon —dije.

Se volvio y me contemplo con asombro.

—Me parece que reconozco tu voz.

Entonces reconoci la suya, y tambien su cara. Se trataba de Rudesind, el conservador, el anciano al que habia encontrado hacia tanto tiempo, cuando el maestro Gurloes me enviara por primera vez a buscar unos libros para la chatelaine Thecla.

—Hace poco viniste en busca de Ultan. ?No lo encontraste?

—Si, lo encontre —dije—. Pero no fue hace poco.

La respuesta parecio encolerizarlo.

—?No quiero decir que fuera hoy! Pero no fue hace mucho. Hasta me acuerdo del paisaje sobre el que estaba trabajando, de modo que no pudo haber sido hace mucho tiempo.

—Tambien yo me acuerdo —le dije—. Un desierto pardo reflejado en el visor dorado de una armadura.

Hizo un gesto afirmativo y su enfado parecio desvanecerse. Aferrandose a los costados de la escalera, comenzo a descender, aun con la esponja en la mano.

—Exactamente, ese era exactamente. ?Quieres que te lo ensene? Me quedo muy bien.

—No estamos en el mismo lugar, maestro Rudesind. Eso fue en la Ciudadela y esto es la Casa Absoluta.

El anciano lo ignoraba.

—Me quedo bien… Esta en algun lugar por aqui debajo. En el arte del dibujo es dificil superar a los artistas antiguos, aunque ha perdido el color. Y tengo que decirte que entiendo de arte. He visto armigeros, y tambien exultantes que vienen, los miran y dicen esto y lo otro, pero no saben nada. ?Quien ha contemplado de cerca cada manchita de estos cuadros? —Y con la esponja se golpeo el pecho, y luego se inclino sobre mi, hablandome en susurros aunque estabamos solos en el largo pasillo.

—Te voy a contar un secreto que ninguno de ellos conoce, ?y yo me cuento entre ellos!

Por cortesia, le dije que me gustaria verlo.

—Lo estoy buscando, y cuando lo encuentre te dire donde. Ellos no lo saben, y por eso los limpio a todas horas. Hasta podria haberme retirado, y todavia sigo aqui, y trabajo mas horas que ninguno, excepto quizas Ultan. Este no puede ver el cristal del reloj. —El anciano solto una carcajada larga y quebrada.

—Tal vez puedas ayudarme. Aqui hay actores que han sido convocados para el tiaso. ?Sabes donde se alojan?

—Algo he oido —dijo dudando—. La Sala Verde es como la llaman.

—?Me puedes llevar alli?

Nego con un movimiento de cabeza.

—Alli no hay cuadros, por eso nunca estuve, aunque hay un cuadro de esa sala. Ven unos pasos conmigo. Encontrare el cuadro y te lo indicare.

Me tiro del borde de la capa y yo lo segui.

—Preferiria que me presentaras a alguien que pudiera llevarme alli.

—Tambien puedo hacer eso. El viejo Ultan tiene un mapa en algun lugar de esta biblioteca. Su muchacho te lo traera.

—Esto no es la Ciudadela —le recorde de nuevo—. A proposito, ?como llegaste aqui? ?Te trajeron para limpiar estos cuadros?

—Asi es, asi es. —Se apoyo en mi brazo.— Todo tiene una explicacion logica y tu no lo olvidas. Asi tuvo que ser. El Padre Inire me necesitaba para limpiar los suyos, y aqui estoy. —Hizo una pausa, pensando.— Espera un poco. Estoy equivocado. De chico tenia talento, eso es lo que deberia haber dicho. ?Sabes? Mis padres siempre me animaron a dibujar, y yo lo hacia durante horas. Recuerdo que una vez me pase todo un dia soleado pintando con una tiza la parte posterior de nuestra casa.

Un estrecho pasillo se habia abierto a nuestra izquierda, y me empujo por el. Aunque no tan bien iluminado (de hecho, estaba casi oscuro) y tan estrecho que no era posible mirarlos a la distancia correcta, estaba lleno de cuadros mucho mas grandes que los del pasillo principal, cuadros que iban del piso al techo, y cuya anchura sobrepasaba la de mis brazos extendidos.

A juzgar por lo que veia, parecian muy malos, simples brochazos. Le pregunte a Rudesind quien le habia dicho que debia contarme cosas de su ninez.

—Pues el Padre Inire —dijo, levantando la cabeza para mirarme—, ?quien va a ser? — Bajo la voz.— Senil, eso es lo que dicen. He sido visir de no se cuantos autarcas desde Ymar. Ahora guarda silencio y dejame hablar. Te encontrare al viejo Ultan.

»Un artista, un verdadero artista vino a donde viviamos. Mi madre, orgullosa de mi, le enseno algunas cosas que yo habia hecho. Se trataba de Fechin, el propio Fechin, y el retrato que me hizo cuelga aqui hasta hoy, mirandote con mis ojos castanos. Yo estoy sentado a una mesa con algunos pinceles y una mandarina encima. Me habian prometido darmelos cuando terminara de posar.

—Creo que ahora no tengo tiempo de verlo —le dije.

—Y asi me converti en artista. Bien pronto me puse a limpiar y a restaurar las obras de los grandes artistas. Dos veces he limpiado mi propio retrato. Es extrano, de verdad te lo digo, lavarse la propia carita como si tal. Estoy deseando que alguien se ocupe ya de lavar la mia, quitando la suciedad de los anos con una esponja. Pero no es eso lo que te llevo a ver, sino la Sala Verde que tu buscas, ?verdad?

—Si —dije avido.

—Bien, justo aqui hay una representacion de ella. Echale un vistazo. Cuando la veas, la conoceras.

Senalo hacia uno de los anchos y toscos cuadros. No representaba ninguna sala en absoluto, sino que parecia un jardin, un jardin de placer bordeado de altos setos, con un estanque de nenufares y algunos sauces movidos por el viento. Un hombre fantasticamente vestido de llanero tocaba alli una guitarra, al parecer a solas. Detras de el, unas nubes furiosas atravesaban un cielo sombrio.

—Despues puedes ir a la biblioteca a consultar el mapa de Ultan.

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