acorazados surcan los mares hundiendo los barcos de pesca, monstruosos globos de fuego revolotean por sus cielos. Donde, si puedo hacer tal pregunta, ?donde se encuentran los pequenos acorazados y las crias de los globos de fuego? Si, ?donde estan?

—En las profundidades del mar. —Quiza, Guardiana, quiza. No puede asegurarlo y yo tampoco puedo hacerlo. Esos monstruos son criaturas realmente formidables y, sin embargo, he visto predadores igual de formidables en otros mundos, pero su numero no llega ni a centenares ni a millares. ?Por que? Ah, porque los jovenes, o los huevos, o los alevines son mucho menos formidables que sus progenitores y la mayor parte de ellos mueren antes de alcanzar su temible madurez. Aparentemente, ello no sucede en Namor, no sucede en lo mas minimo. ?Cual puede ser el significado de todo esto? Si, ciertamente, ?cual puede ser? —Tuf se encogio de hombros—. No puedo decirlo, pero sigo trabajando en ello y pienso seguir esforzandome hasta haber resuelto el enigma de ese mar excesivamente prolifico que existe en su mundo.

Kefira Qay no parecia demasiado convencida. —Y mientras tanto, nuestra gente muere. Muere ya usted no le importa.

—Protesto ante… —empezo a decir Tuf. —?Silencio! —dijo ella moviendo el arma—. Hablare con Namor y les transmitire su pequeno discurso. Hoy hemos perdido contacto con Mano Rota. Cuarenta y tres islas, Tuf. No me atrevo ni a pensar en cuanta gente quiere decir ese numero. Todas han desaparecido en un solo dia. Hubo unas cuantas transmisiones de radio casi ininteligibles, histeria y luego el silencio. y mientras tanto usted se queda sentado hablando de acertijos y enigmas. Basta ya. Queremos que actue, ahora mismo. Insisto en ello o, si lo prefiere, se trata de una amenaza. Luego ya nos encargaremos de resolver los comos y los porques de todo este asunto pero, por el momento, vamos a terminar con ellos sin perder el tiempo haciendonos tantas preguntas.

—En tiempos —dijo Haviland Tuf—, existio un mundo absolutamente idilico con la excepcion de un pequeno defecto, un insecto que tenia el tamano de una mota de polvo. Era una criatura decididamente inofensiva, pero se la encontraba por doquier ya que se alimentaba con las esporas microscopicas de un hongo que flotaba en el aire. La gente de ese mundo odiaba al minusculo insecto que, a veces, volaba en nubes tan espesas que llegaban a tapar el sol. Cada vez que los ciudadanos de ese planeta salian al exterior los insectos aterrizaban sobre ellos a miles, cubriendo sus cuerpos con un sudario viviente. Por lo tanto, alguien que proclamaba ser ingeniero ecologico se ofrecio a resolver su problema. Introdujo en el planeta un insecto procedente de otro mundo muy lejano, mas grande, capaz de alimentarse con esas motas de polvo viviente. El plan funciono de modo admirable. Los nuevos insectos se multiplicaron y se multiplicaron, careciendo de enemigos naturales dentro del ecosistema, hasta barrer completamente de el a la especie nativa. Fue un gran triunfo. Por desgracia, hubo efectos colaterales imprevistos. El invasor, habiendo destruido una forma de vida, se dirigio hacia otros objetivos mas beneficiosos para el planeta. Muchos insectos nativos del planeta se extinguieron. Los equivalentes locales de los pajaros, privados de sus presas habituales e incapaces de digerir al insecto alienigena, tambien sufrieron enormes perdidas. Las plantas fueron incapaces de realizar la polinizacion como antes. Bosques y selvas enteras se marchitaron y empobrecieron y las esporas del hongo que habia sido el alimento del molesto insecto original proliferaron libres de todo control natural. El hongo empezo a crecer en todas partes, sobre los edificios, sobre las cosechas, incluso sobre los animales vivos. Para decirlo brevemente, todo el ecosistema fue puesto patas arriba de modo irremisible. Si hoy decidiera visitar ese mundo no encontraria mas que un paramo de muerte, con la unica excepcion de ese terrible hongo. Tales son los frutos de la accion precipitada y del estudio insuficiente. Si se obra sin comprender adecuadamente las cosas, pueden correrse graves riesgos.

—Y se corre el peligro de ser destruido irremisiblemente caso de no hacer nada —dijo Kefira Qay con expresion obstinada—. No, Tuf. Sabe contar historias realmente aterradoras, pero estamos desesperados. LoS Guardianes aceptaran los riesgos, sean cuales sean. Tengo mis ordenes y a menos que decida actuar, usare esto. —Movio la cabeza senalando a su laser.

Haviland Tuf se cruzo de brazos. —Si utiliza el arma —dijo—, estara obrando Como una estupida. Sin duda podrian llegar a comprender el funcionamiento del Arca, con tiempo. La tarea les llevaria anos y usted misma acaba de admitir que no disponen de esos anos. Trabajare para ustedes, pero actuare solamente cuando me considere preparado para hacerlo. Soy ingeniero ecologico y Como tal tengo una integridad profesional, aparte de la personal. y debo indicarle que sin mis servicios no tienen ustedes la mas minima esperanza. Ni la mas minima. Por lo tanto, dado que usted lo sabe y que yo lo se tambien, prescindamos de mas dramas. No va a usar el arma.

Durante unos segundos Kefyra Qay parecio a punto de echarse a llorar.

—Usted… —dijo, aturdida. Su laser vacilo unos milimetros y luego su expresion volvio a endurecerse—. Se equivoca, Tuf —dijo—. Lo usare.

Haviland Tuf permanecio en silencio. No lo usare con usted —anadio Kefyra Qay—. Lo usare con sus gatos. Matare a uno de ellos cada dia, hasta que se decida a obrar. —Movio ligeramente la muneca y el arma dejo de apuntar a Tuf. Ahora apuntaba a la pequena silueta de Ingratitud, que iba y venia de un lado a otro de la estancia, husmeando entre las sombras—. Empezare con ese —dijo la Guardiana—. Cuando cuente tres, disparare.

El rostro de Tuf seguia perfectamente impasible.

—Uno —dijo Kefyra Qay.

Tuf siguio sentado sin hacer el menor movimiento.

—Dos —dijo ella.

Tuf fruncio el ceno y en su frente blanca Como la tiza aparecieron unas diminutas arrugas.

—Tres —balbuceo Kefyra Qay.

—No —se apresuro a decir Tuf—. No dispare. Hare lo que me ha pedido. Puedo empezar el proceso de clonacion dentro de una hora.

La Guardiana guardo nuevamente el laser en su funda.

De ese modo, a reganadientes, Haviland Tuf emprendio su guerra particular.

Durante el primer dia estuvo sentado en su sala de guerra, con los labios apretados y sin decir palabra, accionando los mandos de su gran consola, pulsando botones resplandecientes y teclas que hacian brotar de la nada fantasmagoricos hologramas. En el interior del Arca liquidos espesos de casi todos los colores imaginables gorgoteaban y hervian dentro de las cubas, hasta ahora vacias, que colmaban la penumbra el eje principal, en tanto que muchos especimenes de la enorme biblioteca celular eran sacados de su sitio, rociados y manipulados por minusculos servomecanismos, tan sensibles como las manos del mejor cirujano concebible. Tuf no estuvo presente en ninguno de esos procesos. Sentado ante sus mandos, iba dando las ordenes que hacian nacer un clon tras otro.

Durante el segundo dia actuo exactamente igual. Al tercer dia se puso en pie y recorrio lentamente los kilometros del eje principal a lo largo de los cuales empezaban a crecer sus hijos, ahora ya bajo la forma de confusas siluetas que se removian debilmente o permanecian inmoviles en los tanques de liquido traslucido. Algunos de los tanques eran tan grandes como la cubierta de aterrizaje del Arca, en tanto que otros eran tan pequenos como la una de su menique. Haviland Tuf se detuvo ante cada uno de ellos, estudiando los diales, los medidores y las mirillas relucientes con tranquila concentracion, haciendo pequenos ajustes de vez en cuando. El dia estaba ya terminado para cuando llego a la parte central de la hilera de tanques.

Durante el cuarto dia completo su inspeccion. Al quinto dia puso en funcionamiento el cronobucle. —El tiempo es su esclavo —le dijo a Kefyra Qay cuando esta la interrogo sobre dicho aparato—. Puede hacer que vaya muy despacio o puede obligarle a que corra como el rayo. Vamos a hacer que corra y de ese modo los guerreros que estoy creando podran alcanzar su madurez mucho mas rapidamente de lo que seria posible siguiendo el curso natural de las cosas.

Durante el sexto dia estuvo muy ocupado en la cubierta de aterrizaje, modificando dos lanzaderas para que fueran capaces de transportar a las criaturas que estaba fabricando, instalando en su interior tanques de varios tamanos y llenandolos luego de agua.

A la manana del septimo dia se reunio con Kefyra Qay cuando esta desayunaba y le dijo:

—Guardiana, estamos listos para empezar. Ella parecio algo sorprendida. —?Tan pronto?

—No todas mis criaturas han llegado ya a su plena madurez, pero no importa. Algunas son monstruosamente grandes y deben ser trasladadas antes de que lleguen a su tamano adulto. El proceso de clonacion continuara, por supuesto. Debemos poseer un numero suficiente de criaturas que asegure su viabilidad, pero en estos momentos ya hemos llegado a un estadio en el cual resulta posible empezar la siembra de los oceanos de Namor.

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