aspecto curiosamente flacido e indolente.

—Maravilloso —replico la Guardiana—. ?Dax, eh? ?De donde ha salido este…? No, no es preciso que me responda, ya puedo adivinarlo. Tuf, ?no tenemos por hacer cosas mucho mas importantes que ir jugando con gatos?

—No me lo parece —dijo Haviland Tuf—. Guardiana, no aprecia usted a los gatos en la medida suficiente. Son las mas civilizadas de todas las criaturas y no puede llamarse autenticamente civilizado a un mundo sin gatos. ?Ya sabe usted que desde epocas inmemoriales todos los gatos han poseido ciertos poderes psiquicos. ?Sabia que ciertas culturas de la Vieja Tierra los adoraban como a dioses?

—Por favor —le dijo ella con irritacion—. No tenemos tiempo para una discusion sobre gatos. ?Piensa llevar con usted a esa pobre criatura hasta Namor?

Tuf pestaneo. —Ciertamente. Esta pobre criatura, tal y como usted la ha calificado despectivamente, es la salvacion de Namor y creo que, dadas las circunstancias, quiza se imponga tenerle un cierto respeto.

Kefyra Qay le miro como si se hubiera vuelto loco. —?Que? ?Eso? ?El? Quiero decir… ?Dax? ?Esta hablando seriamente? Debe ser una broma, ?no? Deber ser una broma de mal gusto, una locura. Debe tener algo dentro del Fenix, algun inmenso leviatan capaz de limpiar el mar de esos acorazados, algo, cualquier cosa, no se. Pero no puede referirse a… no puede referirse a… a eso.

—Pues si, me refiero a el —dijo Haviland Tuf—. Guardiana, me resulta francamente agotador verme obligado una y otra vez a proclamar lo obvio. Dada su insistencia les proporcione krakens, mantas de aguijon y encaje sangriento, pero no han resultado eficaces. Por lo tanto, y despues de haberlo meditado mucho, he clonado a Dax.

—Un gatito —dijo ella—. Piensa utilizar un gatito contra los acorazados, los globos de fuego y los caminantes. jun minusculo gatito!

—Ciertamente —dijo Haviland Tuf. La contemplo durante unos segundos con el ceno fruncido, confino nuevamente a Dax en el interior de su inmenso bolsillo y le dio la espalda, dirigiendose hacia el Fenix que permanecia esperandole.

Kefyra Qay se estaba poniendo muy nerviosa. Los veinticinco jefes Guardianes que dirigian la defensa de todo Namor, estaban tambien empezando a inquietarse despues de largas horas de espera en la Torre del Rompeolas, en Nueva Atlantida. De hecho, algunos llevaban ya todo el dia en las estancias del consejo. La gran mesa de conferencias estaba atestada de listados, comunicadores personales y vasos de agua vacios. Ya se habian servido dos comidas y luego se habian eliminado sus restos. El jefe Alis estaba hablando con voz apremiante y altiva al jefe Lysan, delgado y de expresion austera, junto a la gran ventana curva que dominaba el extremo mas alejado de la estancia. Ambos comenzaron a mirar de vez en cuando a Kefyra Qay en forma bastante significativa. A su espalda el sol empezaba a ocultarse y la gran ensenada se tenia de escarlata. La escena era tan bella que resultaba dificil prestar atencion a los puntitos brillantes, cada uno de los cuales correspondia a una de las naves de los Guardianes, que patrullaban incesantemente.

Ya casi era de noche, los miembros del consejo se removian con grunidos de impaciencia en sus grandes sillones acolchados y Haviland Tuf no habia hecho aun acto de presencia.

—?Cuando dijo que estaria aqui? —le pregunto por quinta vez el jefe Khem.

—No fue demasiado preciso al respecto, jefe de Guardianes —le replico con cierta inquietud, tambien por quinta vez, Kefyra Qay.

Khem fruncio el ceno y tosio levemente.

De pronto uno de los comunicadores empezo a zumbar y el jefe Lysan lo cogio sin perder ni un segundo.

—?Si? —dijo—. Entiendo. Muy bien. Escoltenle hasta aqui —dejo nuevamente el comunicador sobre la mesa y golpeo levemente el borde con la mano, pidiendo silencio. Los demas miembros del consejo ocuparon sus asientos, interrumpieron sus conversaciones y se irguieron para prestar atencion. En la gran estancia reino el silencio mas completo—. Era la patrulla. La nave de Tuf ha sido divisada. Me alegra poder informarles de que ya viene —y, mirando a Kefyra Qay, anadio—: Por fin.

La Guardiana se sintio todavia mas nerviosa. Ya resultaba bastante malo que Tuf les hubiera hecho esperar, pero empezaba a temer horrores al instante de su entrada en la sala con Dax asomando de su bolsillo. Qay no habia logrado encontrar palabras con las que informar a sus superiores de que Tuf se proponia salvar Namor con un gatito negro. Se removio en su asiento, acariciandose con nerviosismo las prominentes aristas de su nariz. Tenia la impresion de que iba a pasar un mal rato.

La cosa fue mucho peor de lo que se habia imaginado. Todos los jefes de Guardianes esperaban, rigidos y silenciosos, con la mirada fija en las puertas. Estas se abrieron y Haviland Tuf cruzo el umbral, escoltado por cuatro guardias armados que vestian monos dorados. Tenia un aspecto lamentable. Al caminar sus botas emitian humedos ruidos de succion y su gaban estaba cubierto de barro. Tal y como habia pensado, Dax asomaba de su bolsillo izquierdo con las patas fuera y sus grandes ojos examinando cuanto le rodeaba. Pero los jefes de Guardianes no estaban mirando al gatito. Bajo el otro brazo, Haviland Tuf llevaba una roca fangosa que tendria el tamano aproximado de una cabeza humana. La roca estaba cubierta por una gruesa capa de barro marron verdoso y un reguero de agua fluia de ella para caer sobre la lujosa alfombra.

Sin decir palabra Tuf se encamino directamente hacia la mesa de conferencias y dejo la roca en su centro. En ese momento Kefira Qay distinguio los tentaculos, palidos y delgados como hilos, y se dio cuenta de que no era una roza, despues de todo.

—?Una concha de fango! —dijo en voz alta, sorprendida. No resultaba extrano que hubiera sido incapaz de reconocerla al principio. Habia visto muchas con anterioridad; pero no hasta despues de ser lavadas y hervidas y de que les hubieran quitado los anillos. Normalmente se las servia con un martillo y un cincel para abrir el caparazon, que tenia una consistencia parecida a la del hueso, acompanandolas con mantequilla derretida y especias.

Los jefes Guardianes contemplaron el objeto con asombro durante unos instantes y luego empezaron a hablar todos a la vez, con lo que la camara del consejo se convirtio en una ininteligible confusion de voces superpuestas.

—…es una concha de fango, no comprendo… —?Que significa todo esto?

—Nos hace esperar todo el dia y luego se presenta ante nosotros cubierto de barro y porqueria. La dignidad del consejo esta…

—…oh, debe hacer unos dos anos que no he comido… es imposible que ese sea el hombre que va a salvarnos…

—…esta loco, no hace falta mas que… tiene algo en el bolsillo, ?que es? ?Mirad! ?Dios mio, se ha movido! Os digo que esta vivo, vi como…

—?Silencio! —Las voz de Lysan atraveso el tumulto como un cuchillo. La estancia fue acallandose a medida que los jefes de Guardianes se volvian hacia el, uno a uno—. Nos hemos reunido atendiendo a su peticion —le dijo Lysan con cierto sarcasmo a Tuf—. Esperabamos que nos traeria una respuesta y en vez de eso, aparentemente, nos ha traido la cena.

Alguien se rio al otro extremo de la mesa. Haviland Tuf contemplo con el ceno fruncido sus manos embarradas y luego se las limpio con gestos lentos y delicados en su gaban. Saco a Dax de su bolsillo y deposito el aletargado cachorro negro sobre la mesa. Dax bostezo, se estiro minuciosamente y luego fue hacia el jefe de Guardianes mas proximo, el cual le contemplo con ojos horrorizados y se apresuro a retirar lo mas posible su asiento de la mesa. Tuf, mientras tanto, se habia quitado su enorme gaban, que chorreaba de agua y fango y, tras buscar un sitio donde guardarlo, acabo colgandolo del rifle laser de uno de sus guardianes. Solo entonces se volvio hacia la mesa de conferencias.

—Estimados jefes de Guardianes —dijo—, lo que contemplan ante ustedes no es precisamente la cena y en esa misma actitud es donde se encuentra la raiz de todos sus problemas. Es el embajador de la raza que comparte Namor con ustedes y su nombre, lamentablemente, esta mucho mas alla de mis miserables capacidades. Su gente se enfadaria muchisimo si se lo comieran.

Finalmente alguien le trajo un mazo a Lysan y este lo empleo durante el tiempo necesario y con tal contundencia que logro atraer la atencion de todos y el tumulto fue acallandose lentamente. Haviland Tuf habia permanecido impasible durante el griterio, con los brazos cruzados sobre el pecho y el rostro totalmente carente

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