sonrio—. Vaya, una alimana gato —dijo con voz despreocupada—. Es bastante gracioso, ?verdad?

—No dejes que te engane —dijo la primera inspectora de aduanas, advirtiendola—. Se muestran amables y suaves y en un abrir y cerrar de ojos te pueden arrancar los pulmones a zarpazos.

—Parece bastante pequeno para eso —dijo su companera.

—?Ja! Recuerda el que salia en Tuf y Mune.

—Tuf y Mune —repitio Haviland Tufsin el menor asomo de expresion en su voz.

La segunda inspectora tomo asiento junto a la primera. —El Pirata y la Maestre del Puerto —anadio.

—El era el implacable senor de la vida y de la muerte y viajaba en una nave tan grande como el sol. Ella era la reina arana, desgarrada entre el amor y la lealtad. juntos cambiaron el mundo —dijo la primera inspectora.

—Si le gustan ese tipo de cosas puede alquilarlo en la Casa de la Arana —le explico la segunda inspectora —. Ademas, sale un gato.

—Ciertamente —dijo Haviland Tuf, pestaneando. Dax empezo a ronronear.

Su dique se encontraba a cinco kilometros del eje del muelle, por lo que Haviland Tuf se vio obligado a utilizar un tubotren neumatico para dirigirse al centro de! Puerto.

Fue implacablemente oprimido por todos lados. En el tren no habia asientos de ninguna clase y tuvo que soportar que un extrano le clavara rudamente el codo en las costillas, la fria mascara de plastiacero de un cibertec, a unos pocos milimetros de su cara y el resbaladizo caparazon de algun alienigena, rozandole la espalda cada vez que el tren reducia la velocidad. Cuando desembarco fue como si el vagon hubiera decidido vomitar la sobrecarga de seres humanos que habia ingerido. La plataforma era un caos de ruido y confusion, en tanto que a su alrededor se apelotonaba un tropel de gente que iba y venia en todas direcciones. Una joven, de baja estatura y rasgos afilados como la hoja de un estilete, agarro sus pieles sin ningun tipo de invitacion previa y le sugirio que se dirigieran a un salon sexual. Apenas habia logrado Tuf deshacerse de ella cuando se encontro practicamente encima a un reportero de los noticiarios, equipado con un tercer ojo en forma de camara, y fue informado de que este se hallaba realizando un articulo sobre moscas mas extranas de lo habitual y deseaba entrevistarle.

Tuf le aparto de un empujon y se dirigio con ciertas dificultades hacia un puesto que vendia escudos de intimidad. Adquirio uno y lo colgo de su cinturon, consiguiendo con ello un cierto respiro. Cuando le veian los s’uthlameses desviaban cortesmente la mirada al darse cuenta de que tal era su deseo y con ello tuvo libertad para abrirse paso a traves del gentio sin ser apenas molestado.

Su primera parada fue en un establecimiento de videos. Pidio una habitacion con divan, ordeno que le trajeran una ampolla de, la mas bien acuosa, cerveza de S’uthlam y alquilo una copia de Tuf y Mune.

Su segunda parada fue en la oficina principal del Puerto. —Caballero —le dijo al hombre sentado tras la consola de recepcion—, espero que tenga la amabilidad de contestar a una pregunta. ?Sigue ocupando Tolly Mune el cargo de Maestre del Puerto en S’uthlam?

El secretario le miro de arriba abajo y lanzo un suspiro. —Moscas… —dijo con voz algo cansada—. Naturalmente, ?quien iba a estar si no?

—Ciertamente, quien si no —replico Haviland Tuf—. Es de la mayor importancia que le vea de inmediato.

—?Ah, si? Lo sera para usted, pero tambien lo es para mil personas mas. ?Su nombre?

—Me llaman Weemowet. Vengo de Karaleo y soy propietario de Feroz Rugido del Veldt.

El secretario torcio levemente el gesto e introdujo los datos en la consola. Luego se volvio a reclinar en su silla flotante, esperando, y unos instantes despues meneo la cabeza.

—Lo siento, Weemowet —dijo—. Mama esta muy ocupada y el ordenador nunca ha oido hablar de usted, su nave o su planeta. Puedo conseguirle una cita para dentro de una semana mas o menos, siempre que me diga el motivo de la misma.

—No me parece demasiado satisfactorio. Mi asunto es de naturaleza muy personal y preferiria ver a la Maestre de Puerto inmediatamente.

El secretario se encogio de hombros.

—Canta o largate, mosca. No se puede hacer otra cosa. Haviland Tuf reflexiono durante unos instantes y luego se llevo la mano hasta su peluca y dio un tiron. La peluca abandono su craneo con un leve ruido de succion y fue seguida prontamente por la barba.

—?Observe bien! —dijo—. No soy realmente Weemowet. Soy Haviland Tuf disfrazado. —y arrojo peluca y barba sobre la consola.

—?Haviland Tuf? —dijo el secretario. —Correcto.

El secretario se rio.

—Ya he visto ese dramon, mosca. Si usted es Tuf, yo soy Stephan Cobalt Northstar.

—El lleva muerto mas de un milenio. Sin embargo, soy Haviland Tuf.

—Pues no se le parece en nada —dijo el secretario. —Viajo de incognito, disfrazado bajo la identidad de un noble de Karaleo.

—Oh, claro, lo habia olvidado.

—Parece usted tener una memoria muy flaca. ?Le dira a la Maestre de Puerto Mune que Haviland Tuf ha vuelto a S’uthlam y desea hablar con ella inmediatamente?

—No —le replico con cierta sequedad al secretario—, pero tenga por seguro que esta noche se lo contare a todos mis amigos durante la orgia.

—Deseo entregarle la cantidad de dieciseis millones quinientas mil unidades base —dijo Tuf.

—?Dieciseis millones quinientas mil unidades base? —dijo el secretario, impresionado—. Eso es un monton de dinero.

—Posee usted una aguda percepcion de lo obvio —dijo Tuf con voz impasible—. He descubierto que la ingenieria eco logica es una profesion altamente lucrativa.

—Me alegro por usted —dijo el secretario y se inclino hacia adelante—. Bueno, Tuf, Weemowet o como quiera que se llame, todo esto me ha divertido mucho, pero tengo cosas que hacer. Si no recoge su peluca y desaparece de mi vista dentro de unos segundos, tendre que llamar a los de seguridad. —Estaba a punto de extenderse algo mas sobre dicho tema pero, de pronto, su consola emitio un zumbido—. ?Si? —dijo por el comunicador que llevaba en la cabeza, frunciendo el ceno—. ?Ah, si, claro, Mama. Bueno, es alto, muy alto, como unos dos metros y medio y tiene tanta barriga que resulta casi obsceno verle. Hmmmm… No, un monton de pelo… bueno, al menos tenia un monton hasta que se lo arranco y lo tiro sobre mi consola. No. Dice que esta disfrazado. Si. Dice que tiene dieciseis millones que darle.

—Dieciseis millones y quinientas mil unidades base —le corrigio Tuf, siempre amante de la precision.

—Claro. Ahora mismo, Mama. —Cerro la conexion y miro a Tuf con franco asombro—. Quiere verle. — Extendio la mano y anadio—. Por esa puerta. Con cuidado, en su oficina no hay gravedad.

—Conozco la aversion que siente la Maestre de Puerto hacia la gravedad —dijo Haviland Tuf. Recogio su peluca, ahora inutil, se la metio bajo el brazo, avanzo con tiesa dignidad hacia la puerta que le habian indicado y esta se abrio para recibirle.

Estaba esperandole en su oficina, flotando en el centro de un revuelto monton de objetos, con las piernas cruzadas y su larga cabellera, color plata y hierro, ondulando perezosamente alrededor de su delgado y franco rostro como una guirnalda de humo.

—Asi que ha vuelto —le dijo al aparecer Tuf en su campo visual como un globo a la deriva.

Haviland Tuf no se encontraba nada comodo con la ausencia de gravedad. Con cierta dificultad logro aproximarse a la silla para los visitantes, la cual estaba firmemente anclada a lo que habria debido ser el suelo de la oficina, y se ato a ella, cruzando luego sus manos sobre la amplia curva de su estomago. Su peluca, ahora abandonada, empezo a flotar siguiendo las corrientes de aire.

—Su secretario se nego a transmitir mi mensaje —le dijo—. ?Como llego a sospechar que podia tratarse de mi?

Tolly Mune sonrio. —?Que otra persona era capaz de llamar a su nave Feroz Rugido del Veldt? —dijo—. Ademas, hoy esta a punto de cumplirse el plazo de los cinco anos y tenia la sensacion de que pertenecia usted a ese tipo de personas que siempre son puntuales, Tuf.

—Ya veo —dijo Haviland Tuf. Con deliberada dignidad metio la mano en el interior de sus pieles sinteticas,

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