El sistema de ordenadores que gobernaba la nave, observaba rigurosamente los ciclos del dia y de la noche para simular de tal modo las condiciones de un planeta normal. Tolly Mune se paso noches enteras ante un monitor holografico, contemplando dramas que tenian varios milenios de antiguedad y que habian sido grabados en mundos convertidos ya en leyenda. Los dias transcurrian dedicados a la exploracion: primero la cubierta que Tuf le habia cedido y luego el resto de la nave. Cuanto mas veia y aprendia, mas atonita e inquieta se iba sintiendo Tolly Mune.

Paso dias enteros sentada en el puesto del capitan, situado en la torre de control, que Tuf habia abandonado por no ser demasiado conveniente para sus necesidades, contemplando secciones en el cuaderno de bitacora escogidas al azar y proyectadas luego en la gran pantalla.

Camino por un laberinto de pasillos y cubiertas, descubrio tres esqueletos en zonas apartadas del Arca {solo dos de ellos eran humanos) y le sorprendio encontrar un cruce de pasillos donde los resistentes mamparos de acero especial estaban ennegrecidos y algo resquebrajados, como si hubieran soportado los efectos de un intenso calor.

Paso horas en una libreria que habia hallado, tocando los viejos libros y sosteniendo en sus manos los tomos compuestos por delgadas hojas de metal o plastico y maravillandose al descubrir algunos fabricados con papel autentico.

Volvio a la cubierta de aterrizaje y estuvo inspeccionando alguna de las naves en ruinas que Tuf habia ido amontonando en ella. Fue a la armeria y contemplo una aterradora coleccion de armas, algunas de ellas tan viejas que ya no funcionaban, otras imposibles de reconocer, varias absolutamente prohibidas en todos los mundos civilizados.

Recorrio la inmensa penumbra del eje central, que perforaba la nave de un extremo al otro, y el eco de sus pisadas resono en el techo a lo largo de sus treinta kas de extension, respirando algo agitadamente al final del trayecto. A su alrededor habia cubas de clonacion, tanques de crecimiento, aparatos de microcirugia y una asombrosa profusion de terminales de ordenador. El noventa por ciento de los tanques estaban vacios pero, de vez en cuando, la Maestre de Puerto encontro vida en su interior. Pego la nariz al cristal polvoriento y mucho mas grueso de lo normal, distinguiendo en el fluido traslucido tenues siluetas de criaturas que estaban vivas, algunas tan pequenas como su mano y otras tan grandes como un tubotren. Todo aquello la hizo estremecer.

A decir verdad, toda la nave parecia algo mas fria de lo normal y, sin saber exactamente por que, Tolly Mune empezo a tenerle cierto miedo.

El unico sitio verdaderamente calido era la pequena parte de cubierta superior en la cual Haviland Tuf pasaba sus dias y sus noches. La angosta sala de comunicaciones que habia hecho convertir en su centro de control era comoda y acogedora. Sus aposentos estaban sobrecargados de muebles barrocos y mas bien viejos, asi como el asombroso surtido de objetos abigarrados que habia ido acumulando a lo largo de sus viajes. La atmosfera olia a cerveza ya alimentos, el eco de sus pisadas resultaba casi inaudible y alli habia luz, ruido y vida. Tambien habia gatos.

Los gatos de Tuf eran libres para moverse a su antojo por casi toda la nave, pero aparentemente, la mayoria preferian no alejarse mucho de el. Ahora tenia siete. Caos, un gato de imponente talla y largo pelaje gris con ojos imperiosos y un indolente aire de mando, era el senor de aquellos lugares. La mayor parte del tiempo se le podia encontrar sobre la con. sola principal de Tuf, en la sala de control, agitando de un lado a otro su grueso rabo como si fuera un metronomo. Desorden habia perdido algo de energia y ganado bastante peso en cinco anos. Al principio no parecio reconocer a la Maestre de Puerto, pero despues de unos cuantos dias se impuso de nuevo la vieja familiaridad, Desorden parecio reanudar su relacion en el mismo punto anterior a su interrupcion, acompanaba algunas veces a Tolly en sus vagabundeos.

Y despues estaban Ingratitud, Duda, Hostilidad y Sospecha.

—Los gatitos —decia Tuf siempre que se referia a ellos, aunque en realidad ahora ya eran gatos adultos—, nacieron de Caos y Desorden, senora. En principio la camada contaba con cinco crias, pero deje a Estupidez en Namor.

—Siempre es mejor dejar atras a la estupidez —dijo ella—. Aunque jamas habria imaginado que fuera posible para Haviland Tuf separarse de un gato.

—Estupidez acabo sintiendo un inexplicable carino por una joven, tan molesta como impredecible en sus reacciones, que era natural de dicho planeta —replico el—. Dado que yo tenia muchos gatos y ella ninguno, me parecio un gesto adecuado. Aunque el felino es una criatura tan esplendida como admirable, por desgracia sigue siendo relativamente escasa en nuestra tristemente moderna galaxia. Por ello, mi innata generosidad y mi sentido del deber para con mi projimo, me impulso a ofrecer el regalo de la especie felina a un mundo como Namor. Una cultura con gatos es mas rica y humana que otra privada de esa compania absolutamente incomparable a cualquier otra.

—Cierto —dijo Tolly Mune con una sonrisa. Hostilidad estaba cerca de ella y la Maestre de Puerto la cogio cuidadosamente, se la puso en el regazo y empezo a pasarle la mano por el lomo. Tenia un pelaje increiblemente suave—. Les ha dado nombres mas bien raros.

—Quiza resulten mas adecuados a la naturaleza humana que a la felina —dijo Tuf, mostrandose de acuerdo—. Se los di movido por un capricho momentaneo.

Ingratitud, Duda y Sospecha eran grises, como su padre, en tanto que Hostilidad era blanco y negro, como Desorden. Duda era estrepitoso y mas bien gordo, Hostilidad agresivo y de genio facil, Sospecha era muy timido y adoraba esconderse bajo el asiento de Tuf. Pero, a todos les encantaba jugar entre si y parecian considerar a Tolly Mune como una fuente interminable de sorpresas fascinantes. Cada vez que visitaba a Tuf empezaban a subirsele por encima. A veces aparecian en los sitios mas improbables. Un dia Hostilidad aterrizo sobre su hombro, mientras subia por una escalera movil y la sorpresa la dejo sin aliento y un tanto aturdida. Acabo acostumbrandose a la presencia de Duda en su regazo, durante las comidas, mendigando siempre trocitos de comida.

Y tambien estaba el septimo gato: Dax. Dax tenia el pelo negro como la noche y ojos que parecian pequenas lamparillas de oro. Dax era la alimana mas dormilona que habia visto en toda su vida y preferia que le llevaran en brazos que caminar. Dax andaba siempre asomando por el bolsillo de Tuf o por debajo de su gorra, cuando no estaba instalado en sus rodillas o apostado en su hombro. Dax nunca jugaba con los otros gatos, casi nunca hacia ruido y su mirada de oro era capaz de hacer mover incluso la senorial masa de Caos del asiento, que en, un momento dado, era codiciado por los dos. El gatito negro estaba siempre con Tuf.

—Es como su sombra —le dijo Tolly Mune durante una sobremesa, cuando ya llevaba a bordo del Arca casi veinte dias, senalandole con un cuchillo—. Eso le convierte a usted en… ?que palabra era la utilizada?

—Habia varias —replico Tuf—. Brujo, mago, hechicero. Creo que dicha nomenclatura deriva de los mitos de la Vieja Tierra.

—Le va muy bien —dijo Tolly Mune—. A veces tengo la sensacion de que estoy en una nave encantada.

—Con ello, Maestre de Puerto, no hace sino sugerirme aun mas la conveniencia de confiar en mi intelecto por encima de las sensaciones. Acepte mi mas profunda seguridad de que si existieran fantasmas u otro tipo de entidades sobrenaturales, estarian representadas a bordo del Arca bajo la forma de muestras celulares para que fuera posible su clonacion. Nunca he encontrado tales muestras. Mi repertorio de mercancias incluye especies tales como los draculas encapuchados, los espectros del viento, los licantropos, los vampiros, la hierba de la bruja, las gargolas ogro y otras de nombres analogos, pero no se trata de articulos miticos, siento confesarlo.

Tolly Mune sonrio. —Mejor.

—?Un poco mas de vino? Pertenece a una excelente cosecha de Rhiannon.

—Estupenda idea —dijo ella, sirviendose un poco mas en la copa. Habria preferido una ampolla, ya que los liquidos al descubierto eran objetos traicioneros, siempre aguardando la ocasion de esparcirse, pero empezaba a tolerar su presencia—. Tengo la garganta reseca. No le hacen falta monstruos, Tuf. Su nave puede destruir mundos enteros sin recurrir a ellos.

—Por desgracia los milagros pertenecen al mismo terreno mitico de los fantasmas y los duendes y en mis mangas no guardo otra cosa que mis brazos. Sin embargo, el intelecto humano sigue siendo capaz de tener ideas que desmerecen muy poco de los milagros. —Se puso en pie lentamente hasta el maximo de su imponente talla —. Si ha terminado ya su pastel de cebolla y su vino quiza tenga la bondad de acompanarme a la sala del ordenador. He estado trabajando con suma diligencia en su problema y he logrado alcanzar ciertas conclusiones al

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