respecto.

Tolly Mune se apresuro a levantarse.

—Vaya delante —le dijo.

—Es obvio —dijo Tuf—. y resulta igualmente obvio que es capaz de salvarlos.

—?Como en nuestro caso? ?Tiene un segundo milagro guardado en la manga, Tuf?

—Fijese bien —dijo Haviland Tuf. Oprimio una tecla y en una pantalla aparecio un grafico.

—?Que es? —le pregunto Tolly Mune. —Los calculos de hace cinco anos —contesto el. Dax subio de un salto a su regazo. Tuf extendio la mano y acaricio al gatito negro—. Los parametros usados entonces eran las cifras correspondientes a la poblacion s’uthlamesa de aquellos momentos y el crecimiento predecible por aquel entonces. Mi analisis indicaba que los recursos alimenticios adicionales introducidos en su sociedad, mediante lo que Cregor Blaxon tuvo la amabilidad de bautizar como el Florecimiento de Tuf, tendrian que haberles proporcionado como minimo noventa y cuatro anos antes de que el espectro del hambre, a escala planetaria, amenazara nuevamente a S’uthlam.

—Bueno, ese calculo en concreto ha demostrado no tener mas valor que una cazuela de alimanas hervidas —dijo Tolly Mune con cierta sequedad.

Tuf levanto el dedo. —Un hombre menos firme que yo podria sentirse levemente herido ante lo que esas palabras pueden llegar a implicar en cuanto a errores en mis calculos. Por fortuna soy de naturaleza fria y tolerante y debo decirle que incurre usted en un grave error, Maestre de Puerto Mune. Mis predicciones eran todo lo precisas y correctas que era posible en ese momento.

—Entonces, ?esta diciendome que no tenemos el desastre y el hambre contemplandonos a dieciocho anos de distancia? Que tenemos, ?cuanto ha dicho?, casi un siglo. —Meneo la cabeza—. Me gustaria creerle, pero…

—No he dicho tal cosa, Maestre de Puerto. Dentro de los margenes tolerables de error, los ultimos calculos hechos en S’uthlam me han parecido perfectamente correctos, al menos por lo que he sido capaz de comprobar.

—No es posible que las dos predicciones sean correctas —dijo ella—. Es imposible, Tuf.

—Senora mia, se equivoca. Durante los cinco anos transcurridos los parametros han cambiado. Espere un segundo. —Extendio la mano y oprimio otro boton. Una nueva linea de aguda curvatura broto en la pantalla—. Esta linea representa el incremento actual de la poblacion en S’uthlam. Fijese en su ascenso, Maestre de Puerto: la constante es asombrosa. Si fuera mas inclinado a la poesia incluso me atreveria a decir que se remonta como una flecha hacia los cielos. Por fortuna no soy de temperamento propenso a tales debilidades. Soy un hombre incapaz de andarse con rodeos y siempre hablo en calidad de tal —levanto un dedo—. Antes de que sea posible tener la esperanza de rectificar su situacion actual, es necesario entender como ha llegado a su estado presente. Estos calculos resultan perfectamente claros. Hace cinco anos emplee los recursos del Arca y, si se me permite la osadia de no hablar por una vez con mi habitual modestia, logre proporcionarles un servicio extraordinariamente eficiente. Los s’uthlameses no perdieron el tiempo y en seguida se dedicaron a deshacer todo lo que yo habia conseguido. Permitame expresarlo de un modo sucinto, Maestre de Puerto. Apenas el Florecimiento hubo empezado a echar raices, por asi decirlo, su pueblo volvio corriendo a sus aposentos privados y dio rienda suelta a sus afanes de paternidad ya sus impulsos concupiscentes, empezando a reproducirse mas aprisa que nunca. El tamano medio de las familias es mayor ahora que hace cinco anos en 0,0072 personas, y su ciudadano promedio se convierte en padre 0,0102 anos antes que en mi primera visita. Quiza suene usted con protestar, diciendo que los cambios son muy pequenos, pero cuando ese factor se introduce en la colosal poblacion de su mundo y es modificado ademas por todo el resto de parametros relevantes, la diferencia resultante es dramatica. La diferencia, para ser exactos, que va de noventa y cuatro anos a dieciocho.

Tolly Mune contemplo durante unos segundos las lineas que se entrecruzaban en la pantalla.

—?Infiernos y maldicion! —murmuro—. Tendria que haberlo imaginado, maldita sea. Por razones obvias esta informacion se considera como alto secreto pero, de todos modos, debia haberlo supuesto antes —apreto las manos hasta convertirlas en punos—. ?Maldicion e infierno! —repitio—. Creg convirtio ese condenado Florecimiento en un verdadero carnaval mediante los noticiarios y no me extrana que haya acabado pasando esto. ?Por que no tener hijos, ahora que el problema alimenticio ha sido resuelto? El maldito Primer Consejero lo ha dicho. Al fin han llegado los buenos tiempos, ?no? Todos los malditos ceros han resultado ser, una vez mas, unos malditos alarmistas antivida, los tecnocratas han logrado hacer otro milagro. ?Como se puede dudar de que lo conseguiran una vez y otra y otra y otra…? Oh, si. Por lo tanto, se un buen miembro de la Iglesia, ten mas hijos, ayuda a la humanidad para que evolucione hasta convertirse en un ente divino y culmine asi su destino. ?Eh? ?Por que no? —emitio un bufido asqueado—. Tuf, ?por que la gente actua siempre como si fuera estupida?

—Esa incognita me resulta aun mas indescifrable que el dilema de S’uthlam —dijo Tuf—, y me temo no estar preparado para resolverla. Mientras tanto y ya que se ha dedicado a repartir culpabilidades, Maestre de Puerto, creo que bien podria asignarse una parte. Fueran cuales fueran las enganosas impresiones transmitidas por el Primer Consejero, Cregor Blaxon, lo cierto es que para la mente colectiva de su pueblo fueron confirmadas por esa desgraciada frase final, puesta en boca del actor que me representaba en Tuf y Mune.

—De acuerdo, ?maldita sea! Soy culpable, yo ayude para que se llegara al embrollo actual. Pero todo eso queda en el pasado y la pregunta es, ?que podemos hacer ahora?

—Me temo que poca cosa —dijo Haviland Tuf con el rostro impasible—. Al menos usted.

—?Y usted? Logro hacer una vez el milagro de los panes y los peces. ?No puede servirnos una segunda racion de panes y peces, Tuf?

Haviland Tuf pestaneo.

—Ahora soy un ingeniero ecologico mucho mas experimentado de lo que era en mi primer intento de lidiar con el problema de S’uthlam. Me encuentro mas familiarizado con la gama de especies contenidas en la biblioteca celular del Arca y el efecto de cada una sobre los ecosistemas individuales. Incluso he sido capaz de aumentar levemente mi gama de muestras durante el curso de mis viajes y, ciertamente, puedo ayudarles —apago las pantallas y cruzo las manos sobre el estomago—. Pero habra un precio.

—?Un precio? Ya le pagamos su maldito precio, ?recuerda? Mis cuadrillas se encargaron de reparar su condenada nave.

—Lo hicieron, ciertamente, al igual que yo repare su ecologia. No estoy pidiendo nuevas reparaciones ni suministros para el Arca esta vez. Sin embargo parece que su gente ha estropeado nuevamente su ecologia de tal modo que necesitan otra vez mis servicios y, por lo tanto, me parece igualmente equitativo que se me compense por los esfuerzos a realizar. Tengo muchos gastos y el principal de ellos sigue siendo mi formidable deuda al Puerto de S’uthlam. Mediante una incansable y agotadora labor, en mundos tan numerosos como dispersos, he logrado reunir la primera mitad de los treinta y tres millones de unidades base que se me impusieron como factura, pero aun me queda por pagar otra mitad y solo tengo otros cinco anos para conseguirla. ?Puedo afirmar acaso que me resultara posible hacerlo? Quiza la proxima docena de mundos que visite gocen de ecologias sin tacha o quiza se hallen tan empobrecidos que me vea obligado a concederles fuertes descuentos, si es que pretendo ofrecerles mis servicios. Dia y noche me atormenta mi inmensa deuda y, a menudo, interfiere en la claridad y precision de mis pensamientos, haciendome de ese modo menos efectivo en el ejercicio de mi profesion. A decir verdad, acabo de tener la repentina intuicion de que si debo luchar con el vasto desafio representado por el actual problema de S’uthlam, podria actuar mucho mejor si mi mente estuviera despejada y libre de problemas.

Tolly Mune habia estado esperando algo parecido. Ya se lo habia mencionado a Creg y este le habia dicho que gozaba de libertad presupuestaria, dentro de ciertos limites. Pese a todo, Tolly Mune fruncio el ceno.

—?Cuanto quiere, Tuf? —Me viene a la mente, como un rayo, la suma de diez millones —dijo el—. Dado que se trata de una cifra redonda podria ser facilmente sustraida de mi factura sin plantear peliagudos problemas aritmeticos.

—Es demasiado, ?maldicion! —dijo ella—. Quiza pudiera lograr que el Consejo estuviera de acuerdo en una reduccion digamos que de… dos millones. No mas.

—Pongamonos de acuerdo mejor en nueve millones —dijo Tuf. Uno de sus largos dedos rasco a Dax tras su diminuta oreja negra y el gato volvio silenciosamente sus ojos dorados hacia Tolly Mune.

—Nueve no me parece un compromiso demasiado equitativo entre diez y dos —dijo ella secamente.

—Soy mejor como ingeniero ecologico que como matematico —dijo Tuf—. ?Quizas ocho?

—Cuatro y ni uno mas. Cregor me matara por esto. Tuf clavo en ella sus ojos impasibles y no dijo nada. Su

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