mis poderes deductivos para que me proporcionen una imagen adecuada de sus cubiles y pozos de entrenamiento. Volvere al Arca sin perder ni un instante mas.

Norn extendio una mano, temblorosa hacia el brazo de Tuf para detenerle.

—Entonces, ?nos vendera un monstruo? Ya ha visto la situacion en la que estamos…

Tuf esquivo la mano del Maestre de Animales con una habilidad que parecia imposible en un corpachon de su talla.

—Caballero, no pierda el control, se lo ruego —cuando Norn hubo apartado la mano, Tuf inclino la cabeza para mirarle—. No me cabe duda alguna de que en Lyronica hay un problema y quizas un hombre mas practico que yo podria juzgar que dicho problema no le concierne, pero dado que, en el fondo de mi corazon, soy un altruista, no soy capaz de abandonarle en su situacion actual. Meditare sobre lo que he visto y me encargare de poner en practica las necesarias medidas correctoras. Puede llamarme al Arca dentro de tres dias y quiza para ese tiempo se me hayan ocurrido una o dos ideas, de las cuales pueda hacerle participe.

Y, sin decir ni una palabra mas, Haviland Tuf le dio la espalda y abandono la Arena de Bronce para volver al espaciopuerto de la Ciudad de Todas las Casas, donde le aguardaba su lanzadera, el Basilisco.

Obviamente, Herold Norn no estaba preparado para ver el Arca.

Emergio de su pequena lanzadera gris y negra, que no tenia demasiado buen aspecto, para encontrarse con la inmensidad de la cubierta de aterrizaje y se quedo paralizado, con la boca abierta, inclinando la cabeza a un lado ya otro para contemplar la oscuridad llena de ecos que tenia encima, las gigantescas naves alienigenas y aquel objeto que parecia un inmenso dragon metalico y que casi se confundia con las sombras lejanas. Cuando Haviland Tuf aparecio en su vehiculo para recibirle, el Maestre de Animales no hizo esfuerzo alguno por ocultar su sorpresa.

—Tendria que haberlo imaginado —repetia una y otra vez—. El tamano de esta nave, su tamano… Pero, naturalmente, tendria que haberlo imaginado.

Haviland Tuf permanecio inmovil durante unos segundos, sosteniendo a Dax en un brazo y acariciandolo con gestos lentos y mesurados.

—Quizas haya quien encuentre al Arca excesivamente grande y algunos pueden llegar al extremo de considerar sus amplios recintos inquietantes, pero yo me encuentro muy comodo en ella —dijo con voz impasible—. Las viejas sembradoras del CIE tenian en su tiempo unos doscientos tripulantes y la unica teoria que puedo avanzar al respecto es que compartian mi repugnancia a los lugares pequenos.

Herold Norn se instalo junto a Tuf. —?Cuantos hombres tiene en su tripulacion? —le pregunto mientras que Tuf ponia en marcha el vehiculo de tres ruedas.

—Uno o cinco, segun se quiera contar a los miembros de la especie felina o solamente a los humanoides.

—?Usted es el unico tripulante? —dijo Norn. Dax se irguio repentinamente en el regazo de Tuf, con el largo pelaje negro totalmente erizado.

—La poblacion del Arca esta formada por mi humilde persona, Dax y otros tres gatos, llamados Caos, Hostilidad y Sospecha. Por favor, Maestre de Animales Norn, le ruego que no se deje alarmar por sus nombres. Son criaturas amables e inofensivas.

—Un hombre y cuatro gatos —dijo Herold Norn con expresion pensativa—. Una tripulacion muy pequena para una nave tan grande, si, si…

Dax lanzo un bufido. Tuf, que conducia el vehiculo con una sola mano, utilizo la otra para acariciar al gato, que parecio calmarse un poco.

—Claro que tambien podria mencionar a los durmientes, dado que parece haber desarrollado, repentinamente, un agudo interes por los habitantes del Arca.

—?Los durmientes? —dijo Herold Norn—. ?Que son? —Se trata de organismos vivos, cuyo tamano va desde lo microscopico hasta lo monstruoso, cuyo proceso de clonacion ya ha terminado, pero a los que se mantiene en estado de coma gracias a la estasis perpetua que reina en las cubas del Arca. Aunque siento un carino bastante acusado hacia los animales de todo tipo, en el caso de los durmientes, le he permitido sabiamente a mi intelecto que dominara mis emociones y, por lo tanto, no he tomado ninguna medida para poner fin a su largo sopor no turbado por los suenos. Tras haber investigado la naturaleza de dichas especies, decidi, hace largo tiempo, que resultarian mucho menos agradables como companeros de viaje que mis gatos y debo admitir que en algunos momentos he llegado a considerarles como una molestia. A intervalos regulares debo cumplir la pesada tarea de introducir cierta orden secreta en los ordenadores del Arca para que su largo sueno no se interrumpa. Mi gran temor es que un dia olvide dicha labor, sea por la razon que sea, y que mi nave se vea repentinamente inundada de plagas extranas y carnivoros babeantes, con lo cual se me impondria la necesidad de perder mucho tiempo y tomarme grandes molestias en la subsiguiente labor de limpieza. Quien sabe si incluso podria llegar a sufrir algun dano personal, por no mencionar a mis felinos.

Herold Norn estudio durante unos segundos el rostro inmutable de Tuf y luego el de su enorme y hostil felino.

—Ah —dijo por fin—. Si, si, parece peligroso, desde luego, Tuf. Quiza deberia… bueno, abortar o poner fin a esos durmientes. Entonces se encontraria mas seguro.

Dax le miro y volvio a echar un bufido. —Una idea interesante —replico Tuf—. Sin duda fueron las vicisitudes de la guerra las culpables de que los hombres y mujeres del CIE se vieran dominados por todo tipo de ideas paranoicas y acabaran sintiendo la obligacion de programar tan temibles defensas biologicas. Siendo por naturaleza mas confiado y honesto que ellos, algunas veces he pensado en deshacerme de los durmientes pero, a decir verdad, no me siento capaz de abolir mediante una decision unilateral una practica que ha sido mantenida durante mas de un milenio y ha llegado a ser historica. Esa es la razon de que les permita continuar su sueno y que me esfuerce al maximo para recordar constantemente las contraordenes secretas.

—Claro, claro —dijo Herold Norn torciendo el gesto. Dax se dejo caer nuevamente en el regazo de Tuf y empezo a ronronear.

—?Ha tenido alguna idea? —le pregunto Norn.

—Mis esfuerzos no han sido enteramente en vano —le respondio Tuf con cierta sequedad, mientras emergian de un gran pasillo para desembocar en el enorme eje central del Arca. Herold Norn quedo nuevamente boquiabierto. Rodeandoles en todas direcciones, hasta perderse en la oscuridad, se encontraba una interminable sucesion de cubas de todos los tamanos y formas imaginables. En algunas, generalmente de tamano intermedio, se veian confusas siluetas que se agitaban dentro de bolsas traslucidas.

—Durmientes —murmuro Norn. —Ciertamente —dijo Haviland Tuf, mientras seguia conduciendo con la mirada fija y Dax estaba hecho una bola en su regazo. Norn iba mirando a un lado ya otro con asombro.

Un rato despues salieron del gran eje en penumbra, cruzaron un pasillo mas angosto y, tras abandonar el vehiculo, entraron en una gran habitacion blanca. En las cuatro esquinas de la habitacion se veian cuatro grandes asientos acolchados, con paneles de control en sus gruesos brazos. En el centro del suelo habia una placa circular de metal azulado. Haviland Tuf deposito a Dax en uno de los asientos y se instalo luego en otro. Norn miro alrededor y acabo escogiendo el asiento diagonalmente opuesto a Tuf.

—Hay varias cosas de las cuales debo informarle —dijo Tuf.

—Si, si —replico Norn. —Los monstruos son caros —dijo Tuf—. Mi precio son cien mil unidades.

—?Como? jun precio escandaloso! Ya le dije que Norn era una casa pobre.

—Muy bien. Entonces quizas una Casa mas rica, sea capaz de satisfacer el precio requerido. El Cuerpo de Ingenieria Ecologica desaparecio hace siglos, caballero. No hay ninguna sembradora en condiciones de operar con la excepcion del Arca y su ciencia ha sido olvidada. Las tecnicas de la ingenieria gen etica y la clonacion, tal y como eran practicadas en aquel entonces, existen solo en el lejano mundo de Prometeo y puede que en la Vieja Tierra, pero esta resulta inaccesible y los habitantes de Prometeo protegen sus secretos biologicos con celoso fervor —Tuf miro a Dax. Y, sin embargo, a Herold Norn mi precio le parece excesivo.

—Cincuenta mil unidades —dijo Norn—, y nos resultara dificil pagar esa suma.

Haviland Tuf guardo silencio. —?Entonces, ochenta mil! No puedo subir mas el precio. ?La Casa de Norn ira a la quiebra! ?Haran pedazos nuestras estatuas de bronce y sellaran la Puerta de Norn!

Haviland Tuf siguio callado. —?Maldicion! Cien mil unidades, si, si…, pero solo en caso de que el monstruo luche tal como queremos.

—La suma total sera pagada en el momento de la entrega. —?Imposible!

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