radiante. A la semana siguiente, un gato de cobalto se enfrentaria a un lancero en un combate, por la supremacia de la Arena y ya se afirmaba que no habria ni un asiento libre.

Herold Norn llamo una vez al Arca, poco tiempo despues de que los lanceros hubieran conseguido su primera victoria.

—?Tuf! —dijo secamente. Le ha vendido un monstruo a Varcour. No aprobamos dicha venta.

—No me habia dado cuenta de que su aprobacion fuera necesaria —replico Tuf—. Trabajo segun la idea de que soy un agente libre, al igual que lo son los senores y los Maestres de todas las Grandes Casas de Lyronica.

—Si, si —grito Herold Norn—, pero no pensamos dejar que nos estafe, ?me ha oido?

Haviland Tuf permanecio tranquilamente inmovil, contemplando el ceno fruncido de Norn mientras acariciaba a Dax.

—Me tomo grandes trabajos para ser siempre justo, en los negocios que concluyo —le dijo—. De haber insistido en la concesion exclusiva de los monstruos para Lyronica quizas hubieramos llegado a discutir tal posibilidad, pero por lo que yo recuerdo esto no se llego ni tan siquiera a sugerir. Naturalmente, me habria resultado muy dificil concederle tales privilegios exclusivos a la Casa de Norn sin un precio adecuado, ya que tal acto me habria indudablemente privado luego de una fuente de ingresos muy necesaria. De todos modos, me temo que esta discusion carece de utilidad, pues, mi transaccion con la Casa de Varcour ya ha sido completada y seria para mi un acto totalmente desprovisto de etica y practicamente imposible, si me negara ahora a satisfacer sus peticiones.

—Esto no me gusta, Tuf —dijo Norn. —No llego a ver que haya causa legitima para quejarse. Sus monstruos se estan portando tal y como esperaba y no me parece demasiado generoso por su parte irritarse sencillamente porque otra Casa comparte ahora la buena fortuna de Norn.

—Si. No. Es decir… bueno, dejemoslo. Supongo que no podre detenerle. Si otras Casas llegan a conseguir animales capaces de vencer a nuestros gatos, sin embargo, espero que nos proveera con algo capaz de vencer a los que les haya vendido, sea lo que sea. ?Me ha entendido?

—La idea es facil de comprender —Tuf miro a Dax—. Le he dado a la Casa de Norn una serie de victorias sin precedentes y pese a ello Herold Norn arroja ahora dudas sobre mi honestidad y mis capacidades intelectivas. Me temo que no se nos aprecia en lo que valemos.

Herold Norn torcio el gesto. —Si, si… Bien, cuando necesitemos mas monstruos supongo que nuestras victorias nos habran permitido afrontar los espantosos precios que sin duda alguna tendra entonces la pretension de imponernos.

—Confio en que por lo demas todo vaya bien —dijo Tuf. —Bueno, si y no. En la Arena, si, si, decididamente si.

Pero en cuanto a lo demas… bueno, esa es la razon de mi llamada. Los cuatro gatos jovenes no parecen demasiado interesados en reproducirse y no sabemos por que y nuestros cuidadores se quejan de que estan adelgazando mucho: Quizas esten enfermos. No puedo decirlo con toda seguridad, ya que me encuentro en la Ciudad y los animales estan ahora en las llanuras de Norn, pero, al parecer, hay motivos para preocuparse. Los gatos se encuentran en libertad, naturalmente, pero tenemos sensores que nos dicen…

Tuf cruzo las manos formando un puente con ellas. —Es indudable que su temporada de celo aun no ha empezado y mi consejo al respecto es que tenga paciencia. Todas las criaturas vivientes se dedican tarde o temprano a reproducirse, algunas incluso en exceso, y puedo asegurarle que, cuando las hembras empiecen su fase de estro, todo ira con la debida rapidez.

—Ah, si, parece sensato. Entonces, supongo que todo es cuestion de tiempo. La otra pregunta que tenia preparada se refiere a esos saltadores que nos entrego. Les soltamos en la llanura y no han tenido ninguna dificultad a la hora de reproducirse. De hecho, los viejos pastizal es de la Casa han sido destruidos, lo cual resulta muy molesto; Andan por todas partes dando saltos de un lado a otro. ?Que podemos hacer?

—Ese problema se resolvera igualmente cuando los gatos empiecen a reproducirse —dijo Tuf—. Las panteras cobalto son voraces y eficientes depredadoras y se encuentran perfectamente equipadas para poner coto a su plaga de saltadores.

Herold Norn parecio no quedar demasiado contento con la respuesta.

—Si, si —dijo—, pero… Tuf se puso en pie.

—Me temo que debo poner punto final a nuestra charla —dijo—. Una lanzadera acaba de ponerse en orbita de entrada alrededor del Arca. Quizas usted sea capaz de reconocerla. Es de un color azul acero y tiene grandes alas triangulares de color gris.

—?La Casa de la Colina de Wrai! —exclamo Norn. —Fascinante —dijo Tuf—. Buenos dias.

El Maestre de Animales Denis Lon Wrai pago doscientas treinta mil unidades por su monstruo, un potente ursoide pelirrojo procedente de las colinas de Vagabundo. Haviland Tuf sello la transaccion con una carga adicional de huevos de oruga saltarina.

A la semana siguiente cuatro hombres vestidos de seda anaranjada y cubiertos con largas capas de color rojo fuego visitaron el Arca. Volvieron a la Casa de Feridian doscientas cincuenta mil unidades mas pobres y con un contrato que les garantizaba la entrega de seis gigantescos alces venenosos provistos de coraza, mas el regalo de un buen rebano de cerdos Hranganos.

El Maestre de Animales de Sin Doon recibio una serpiente gigante y el emisario de la Isla de Amar quedo muy contento con su godzilla. Un comite enviado por Dant, ataviado con capas blancas como la leche y cinturones de plata, se prendo inmediatamente de la babean te gargola-ogro, que Haviland Tuf les ofrecio con el regalo adicional de una bagatela Y, de ese modo, una a una, las Doce Grandes Casas de Lyronica fueron a comprar su monstruo, lo recibieron y pagaron un precio cada vez mas elevado por el.

Para aquel entonces los dos gatos de Norn habian muerto. El primero fue empalado por la bayoneta de un lancero de Varcour y el segundo fue aplastado entre las inmensas garras del ursoide de la Colina de Wrai (aunque tambien el ursoide murio en dicho combate). Indudablemente, los grandes gatos habian percibido cual seria su destino final, pero, en los letales recintos de la Arena de Bronce, no habian logrado escapar a el. Herold Norn llamaba diariamente al Arca, pero Tuf le habia dado instrucciones a su ordenador para que rechazara las llamadas.

Finalmente, cuando once Casas hubieron acudido para adquirir sus compras y llevarse los regalos incluidos en el precio inicial, Haviland Tuf se encontro sentado ante Danel Leigh Arneth, Maestre de Animales de Arneth- en-el-Bosque-Dorado, en tiempos la mas altiva y orgullosa de las Doce Grandes Casas de Lyronica y ahora la ultima y mas humillada de todas. Arneth era un hombre tan alto que podia contemplar a Tuf desde su mismo nivel, pero no tenia ni pizca de la grasa de Tuf. Su piel era de color ebano, su cuerpo era todo musculos y su rostro parecia tallado a golpes de hacha. Llevaba el pelo, de un color gris hierro, casi cortado al cero. El Maestre de Animales acudio a la conferencia vestido de color oro, con un cinturon escarlata, botas rojas y una pequena boina igualmente roja en la cabeza. A modo de baston llevaba un enervador, utilizado por los entrenadores de animales.

Cuando Danel Leight Arneth emergio de su nave, Dax se encrespo y cuando se instalo en el vehiculo alado de Tuf le echo un par de bufidos. Siguiendo tales indicaciones, Haviland Tuf empezo de inmediato su interminable discurso sobre los durmientes. Arneth le contemplo en silencio, le escucho atentamente y Dax acabo por calmarse de nuevo.

—La fuerza de Arneth ha reposado siempre en su variedad —empezo a decir Danel Leigh Arneth una vez concluido el discurso de Tuf—. Cuando las demas Casas de Lyronica confiaban toda su fortuna en una sola bestia, nuestros padres y abuelos trabajaban con docenas de ellas. A cada animal de sus Casas nosotros podiamos oponerles una estrategia basada en la eleccion optima. Esa ha sido nuestra grandeza y nuestro orgullo. Pero contra esas bestias demoniacas que ha traido usted, mercader, no tenemos ninguna estrategia posible. No importa cual de nuestros cien combatientes sea enviado a la arena. Cualquiera volvera muerto de ella. Nos ha obligado a tratar con usted.

—Debo oponerme a tal afirmacion —dijo Tuf—. ?Como podia de mero vendedor de animales obligar al mayor Maestre de Animales de toda Lyronica a que hiciera algo en contra de sus deseos? Si es cierto que no quiere contratar mis servicios, por favor, le ruego que me crea si le digo que no me ofendere por ello. Podemos comer juntos, conversar durante un rato y luego olvidar todo este asunto.

—No juegue con las palabras, mercader —le replico secamente Arneth—. Estoy aqui solamente para hacer

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