ciudadano de Caridad, como usted sabe perfectamente. Moises, tal y como se llama a si mismo, es un demagogo religioso que dirige la Sacra Restauracion Altruista. Con su ayuda ha emprendido una devastadora campana de guerra ecologica, contra la Ciudad de Esperanza, nuestra unica gran arcologia y el centro de la vida caritana.

—Doce unidades —dijo Tuf—. Amplie su explicacion. Kreen suspiro y se removio en su asiento.

—Los Sacros Altruistas fueron hace siglos los colonizadores originales de Caridad. Abandonaron su planeta de origen al ver ofendidas sus sensibilidades religiosas por el avance tecnologico. La Sacra Iglesia Altruista ensena que la salvacion se consigue viviendo de modo sencillo en la proximidad de la naturaleza, sufriendo y sacrificandose. Por lo tanto, los Altruistas decidieron buscar un planeta inhospito, sufrir, sacrificarse y morir felizmente, cosa que hicieron durante unos cien anos o mas. Los recien llegados construyeron la arcologia que llamamos Ciudad de Esperanza, cultivaron la tierra con avanzada maquinaria robotizada, abrieron un espaciopuerto y pecaron en modos muy variados contra Dios. Lo que es aun peor, unos cuantos anos despues, los hijos de los Altruistas empezaron a huir en gran numero del desierto, para ir a la Ciudad y disfrutar un poco de la vida. En unas cuantas generaciones, de los Altruistas solo quedaba un punado de viejos. Pero entonces aparecio Moises conduciendo el movimiento que llaman la Restauracion. Fue a la Ciudad de Esperanza, se enfrento al consejo de los administradores y pidio que dejaramos marchar a su gente. Los administradores le explicaron que su gente no queria marcharse, pero Moises no se dejo impresionar por ello. Dijo que si no dejabamos marchar a su gente, si no cerrabamos el espaciopuerto y no desmantelabamos la Ciudad de Esperanza, para vivir cerca de Dios, haria caer plagas incontables sobre nosotros.

—Interesante —dijo Haviland Tuf—. Continue. —El dinero es suyo —replico Jaime Kreen—. Bueno, los administradores le dieron a Moises una patada en su peludo trasero y todo el mundo se rio mucho de el. Pero tambien hicimos algunas comprobaciones, por si acaso. Todos habiamos oido viejas historias de horror sobre la guerra biologica, claro esta, pero dabamos por sentado que sus secretos se habian perdido hacia mucho tiempo, cosa que nuestros ordenadores confirmaron. Las tecnicas de clonacion y manipulacion genetica empleadas por los Imperiales de la Tierra sobrevivieron solo en un punado de planetas muy alejados unos de otros y el mas cercano de los cuales estaba a siete anos de nosotros, utilizando impulsores MRL.

—Ya veo —dijo Haviland Tuf—. Pero no me cabe duda alguna de que tambien debieron oir algo sobre las sembradoras del extinguido Cuerpo de Ingenieria Ecologica del Imperio Federal.

—Si, algo oimos —dijo Kreen con una sonrisa amarga—. No quedaba ya ninguna. Todas habian sido destruidas o se habian perdido hacia siglos y no debiamos preocuparnos por ellas. Al menos asi lo creimos hasta que el capitan de una nave mercante, que hizo escala en Puerto Fe, nos trajo otras informaciones. Los rumores viajan, Tuf, aunque sea entre las estrellas. Su fama le precede y le condena. Nos lo conto todo sobre usted y su Arca descubierta por casualidad, esa nave que estaba usando para llenarse los bolsillos de dinero y la tripa de grasa. Otras naves de otros mundos nos confirmaron su existencia y el hecho de que controlaba una sembradora del CIE todavia en funcionamiento. Pero no teniamos ni idea de que estuviera aliado a Moises, hasta que empezaron las plagas.

En la gigantesca frente de Haviland Tuf, blanca como el hueso, aparecio una diminuta arruga que se esfumo un instante despues.

Se puso en pie con un lento y majestuoso movimiento que hacia pensar en las mareas y su inmensa estatura empequenecio a Jaime Kreen.

—Empiezo a entender cuales son sus quejas contra mi —dijo—. Pondre en su cuenta la suma de quince unidades.

Kreen emitio un ruido bastante grosero. —Solo tres unidades por todo eso, Tuf, es usted un… —Entonces que sean veinte con tal de silenciarle y hacer que reine de nuevo cierta tranquilidad en el Arca. Como puede ver, soy de naturaleza generosa. Ahora su deuda asciende a la cantidad de trescientas ochenta unidades. Voy a hacerle una pregunta mas y le dare la oportunidad de reducirla a trescientas setenta y siete.

—Hagala. —?Cuales son las coordenadas de su mundo, de Cari dad?

Teniendo en cuenta lo que suelen ser las distancias interestelares, Caridad no se encontraba demasiado lejos de K’theddion y el viaje entre los dos planetas solo duro tres semanas. Para Jaime Kreen fueron semanas muy ocupadas. Mientras el Arca iba devorando silenciosamente los anos luz, Kreen trabajaba. En algunos de los pasillos mas lejanos, el polvo llevaba siglos acumulandose. Haviland Tuf le entrego una escoba y le dijo que lo limpiara.

Kreen empezo a quejarse y dijo que sus brazos rotos eran excusa mas que suficiente para no hacer tal trabajo. Entonces Haviland Tuf le dio un sedante y le metio en el cronobucle del Arca, el lugar donde las mismas e inmensas energias que deformaban la textura del espacio podian utilizarse para producir extranos efectos sobre el tiempo. Tuf afirmaba que el cronobucle era el ultimo y el mayor secreto de los Imperiales de la Tierra y que no se conservaba en ningun otro lugar. Lo utilizaba para que sus clones llegaran a la madurez en cuestion de dias y lo utilizo para envejecer a Jaime Kreen y, de paso, hacer que sus brazos rotos curaran en cuestion de horas.

Y, con sus brazos ya arreglados, Jaime Kreen empezo a barrer la nave a razon de cinco unidades por hora de trabajo.

Barrio kilometros de pasillos, mas habitaciones de las que podia contar y toda clase de jaulas vacias, en las cuales se habia acumulado algo mas que polvo. Barrio hasta que le dolieron los brazos y cuando no tenia la escoba entre las manos, Haviland Tuf, se encargo de buscarle otras labores. A la hora de las comidas Kreen hacia de mayordomo y le traia a Tuf las jarras de cerveza negra y las bandejas en las que se amontonaban humeantes vegetales de todas clases. Tuf lo aceptaba todo con aire impasible, en el gran sillon acolchado, donde tenia la costumbre de entretenerse leyendo. Kreen se vio obligado a servir igualmente a Dax, en ocasiones hasta tres o cuatro veces durante cada comida, pues el enorme gato negro era bastante melindroso en sus costumbres alimenticias y Tuf habia insistido en que todos sus caprichos debian verse satisfechos. Solo cuando Dax estaba saciado, se le permitia a Jaime Kreen ocuparse de su propia comida.

En una ocasion, a Kreen se le encargo que hiciera una reparacion de poca importancia que la maquinaria del Arca, no se sabia muy bien por que, habia pasado por alto, pero lo hizo tan mal que Haviland Tuf decidio rapidamente no asignarle en el futuro mas labores de tal clase.

—La culpa es totalmente mia, caballero —dijo Tuf al ver lo ocurrido—. Me habia olvidado de que es usted un burocrata y que, como tal, no sirve practicamente para nada.

Pese a todos sus laboriosos esfuerzos, la deuda de Jaime Kreen se iba reduciendo con penosa lentitud y algunas veces no se reducia en lo mas minimo. Kreen no tardo mucho en descubrir que Haviland Tuf no regalaba absolutamente nada. Por arreglarle los brazos fracturados, Tuf anadio cien unidades en concepto de «servicios medicos» a la factura total y tambien le cobraba un decimo de unidad por cada litro de agua, medio por una jarra de cerveza y una unidad entera, al dia, en concepto de aire. Las comidas eran bastante baratas. Si Kreen se limitaba a los platos mas sencillos, solo dos unidades por cada una. Pero los platos sencillos consistian Unicamente en una papilla mas bien poco sabrosa por lo cual, bastante a menudo, Kreen acababa pagando precios mas altos, por los sabrosos guisos de vegetales con los que el propio Tuf se regalaba. Habria estado dispuesto a pagar incluso mas por comer carne, pero Tuf se negaba a ello. En la unica ocasion en que le pidio la clonacion de un buen bistec, el comerciante se le quedo mirando fijamente y dijo:

—Aqui no se come carne de animales —dijo, y luego prosiguio su camino tan imperterrito como siempre.

Durante su primer dia en el Arca, Jaime Kreen le pregunto a Haviland Tuf donde se encontraban los sanitarios. Tuf le cobro tres unidades a cambio de la respuesta y luego un decimo de unidad mas por utilizarlos.

De vez en cuando Kreen pensaba en el asesinato, pero incluso en sus instantes mas homicidas, cuando estaba borracho como una cuba, la idea no le parecia demasiado factible. Dax estaba siempre junto a Tuf, caminando por los pasillos al lado del gigante o cabalgando serenamente en sus brazos y Kreen estaba seguro de que su anfitrion contaba tambien con otros aliados. Los habia distinguido fugazmente en sus desplazamientos por la nave. Oscuras siluetas aladas que giraban sobre su cabeza en las habitaciones mas cavernosas y sombras furtivas, que se escurrian entre la colosal maquinaria cuando eran sorprendidas. Nunca logro verlas con claridad, pero estaba razonablemente seguro de que si intentaba agredir a Haviland Tuf, tendria la ocasion de echarles un buen vistazo.

En vez de ello, y esperando reducir su deuda un poco mas aprisa, empezo a jugar.

Quiza no fuera una idea muy inteligente, pero Jaime Kreen sentia cierta debilidad por el juego y, cada noche, pasaban varias horas jugando a una estupidez que Tuf parecia amar muchisimo. Habia que tirar los dados

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