e ir moviendo fichas situadas en un imaginario grupo de estrellas, comprando, vendiendo y cambiando unos planetas por otros, construyendo ciudades y arcologias y cobrandole a los demas viajeros estelares todo tipo de impuestos y tarifas por el aterrizaje. Desgraciadamente para Kreen, Tuf era mucho mejor en el juego que el y el final mas tipico de las partidas consistia en que Tuf le ganaba una buena parte de los salarios que le habia pagado a Kreen durante el dia.

Cuando no se encontraban en la mesa de juego, Haviland Tuf apenas si le dirigia la palabra a Kreen, excepto para indicarle los trabajos a realizar y regatear interminablemente sobre el dinero a cobrar ya descontar. Fueran cuales fueran sus intenciones hacia Caridad, lo cierto es que no le habia informado de ellas y Kreen no tenia ninguna intencion de interrogarle, dado que cada pregunta anadia tres unidades mas al total de su deuda. Tampoco Tuf le hacia ninguna pregunta que le pudiera orientar al respecto, limitandose a proseguir con sus habitos de solitario, trabajando en las salas de clonacion y en los laboratorios del Arca, leyendo polvorientos libros escritos en idiomas que Kreen no podia entender y sosteniendo largas conversaciones con Dax.

Asi fue transcurriendo la vida hasta el dia en que se colocaron en orbita alrededor de Caridad y Haviland Tuf llamo a Kreen para que acudiera a la sala de comunicaciones.

La sala de comunicaciones era larga y mas bien angosta. Sus paredes estaban cubiertas de pantallas, ahora apagadas, y consolas de instrumentos que brillaban con luces suaves. Haviland Tuf estaba sentado ante una de las pantallas apagadas, con Dax sobre la rodilla. Al oir el ruido de la puerta deslizante hizo girar su asiento para encararse a ella.

—He intentado conseguir canales de comunicacion con Ciudad de Esperanza —le dijo—. Observe —y oprimio un boton de su consola.

Jaime Kreen se instalo en un asiento vacio y en ese mismo instante la pantalla que habia ante Tuf se ilumino con un estallido luminoso que fue concretandose hasta formar el rostro de Moises, un hombre de edad algo avanzada, con rasgos regulares y casi apuestos, de ya algo escasa cabellera entre grisacea y marron y ojos enganosamente amables, color avellana.

—Marchate, nave espacial —dijo la grabacion del lider Altruista. Por asperas que fueran sus palabras, su voz era suave y mas bien melosa—. Puerto Fe esta cerrado y Caridad se encuentra bajo un nuevo gobierno. La gente de este mundo no desea tener trafico alguno con los pecadores y no necesita los lujos que le traes. Dejanos en paz —alzo la mano en un gesto que tanto podria querer indicar: «Bendicion» como «Alto» y luego la pantalla se quedo en blanco.

—Asi que ha ganado —dijo Jaime Kreen con voz cansada.

—Eso parece —dijo Haviland Tuf, rascando a Dax detras de la oreja y empezando luego a pasarle la mano por el lomo—. Su deuda actual asciende a la cantidad de doscientas ochenta y cuatro unidades, caballero.

—Ya —dijo Kreen con expresion suspicaz—. ?Y que? —Deseo que realice una mision para mi. Bajara en secreto a la superficie de Caridad, localizara a los antiguos lideres de su consejo de administradores y los traera hasta aqui para que hable con ellos. A cambio le deducire cincuenta unidades de su deuda. Jaime Kreen se rio. —No sea ridiculo, Tuf. La suma resulta absurdamente pequena para una mision tan peligrosa y no lo haria ni en el caso de que hiciera una oferta mas justa, lo cual estoy seguro que no piensa hacer. Deberia ser algo asi como cancelar la totalidad de mi deuda y pagarme, ademas, digamos que doscientas unidades.

Haviland Tuf acaricio a Dax.

—Al parecer este hombre, Jaime Kreen, nos toma por imbeciles sin remedio —le dijo a su gato—. Tengo la sospecha de que su siguiente peticion sera la entrega del Arca y quizas uno o dos planetas de tamano mediano. Carece de todo sentido de la proporcion —Dax emitio un leve ronroneo que tanto podia significar algo como no. Tuf alzo nuevamente la cabeza hacia Jaime Kreen—. Hoy me siento de un humor desusadamente generoso y puede que por ello le permita que, por una vez, se aproveche de mi. Cien unidades, senor, exactamente el doble de lo que vale esa pequena tarea.

—Bah —replico Kreen—. Estoy seguro de que Dax le esta diciendo lo que pienso de su oferta. Su plan es una estupidez. No tengo ni la menor idea de si los miembros del consejo estan vivos o muertos y tampoco se si los encontrare en Ciudad de Esperanza o si estaran en otro lugar, y menos si estaran libres o prisioneros. No creo que vayan a cooperar conmigo, y menos cuando sepan que vengo a ellos con un mensaje de usted, un conocido aliado de Moises. y si Moises me captura, me pasare el resto de mi vida cultivando lechugas. Lo mas probable es que me capturen. ?Donde piensa dejarme? Puede que Moises tenga una grabacion para contestar a las naves espaciales que se acerquen a Caridad, pero estoy seguro de que tendra centinelas alrededor de Puerto Fe para mantenerlo cerrado. ?Piense en los riesgos, Tuf! ?Es imposible que intente esa mision por algo que no sea, como minimo, la cancelacion total de mi deuda! ?Toda ella! ?Ni una sola unidad menos! ?Me ha oido? —cruzo los brazos encima del pecho con expresion tozuda—. Diselo, Dax. Ya sabes lo firmes que pueden llegar a ser mis decisiones.

Los rasgos de Tuf, blancos como el hueso, permanecieron impasibles pero, de sus labios se escapo un leve suspiro. Luego hablo con tono calmo.

—Caballero, ciertamente es usted un hombre cruel. Me hace lamentar el dia en que incautamente le conte que Dax era algo mas que un felino corriente. Esta privando a un anciano de una muy util herramienta de negocios y le chantajea inflexiblemente con su tozudez. Sin embargo, no tengo mas opcion que ceder. Asi pues, doscientas ochenta y cuatro unidades, quedemos de acuerdo en ello.

Jaime Kreen sonrio.

—Por fin esta empezando a mostrarse razonable. Bien. Cogere el Grifo.

—No, caballero —dijo Haviland Tuf, no lo hara. Cogera la nave mercante que vio en la cubierta, la Cornucopia de Mercancias Excelentes a Bajos Precios, la nave con la cual empece mi carrera hace ya muchos anos.

—?Esa! Decididamente no, Tuf. Esa nave esta averiada, es facil verlo. Tendre que hacer un aterrizaje muy dificil en alguna zona salvaje, e insisto en tener una nave que pueda sobrevivir a cierta dosis de malos tratos. El Grifo, o alguna otra lanzadera.

—Dax —le dijo Tuf al silencioso gato—, estoy empezando a temer por nosotros. Nos encontramos presos, en este pequeno recinto, con un idiota congenito, un hombre que carece tanto de etica y cortesia como de comprension. Debo explicarle todas y cada una de las mas obvias ramificaciones de la tarea que le asigno, tarea que era, para empezar, de una sencillez ridicula y casi infantil.

—?Como? —Caballero —dijo Haviland Tuf—, el Grifo es una lanzadera. Su diseno es unico y carece de motores de impulso estelar. Si le atraparan aterrizando en tal nave, incluso una persona menos equipada intelectualmente que usted, seria capaz de suponer que una nave mas grande, tal como el Arca, permanecia en orbita sobre el planeta, dado que las lanzaderas suelen necesitar algo desde lo cual lanzarse y, normalmente, no suelen materializarse en el vacio espacial. La Cornucopia de Mercancias Excelentes a Bajos Precios, en cambio, es un modelo comun de nave espacial fabricado en Avalon y posee impulsor espacial, aunque no se encuentre en condiciones de emplearlo. ?Ha comprendido, caballero? ?Ha logrado captar las diferencias esenciales existentes entre las dos naves?

—Si, Tuf. Pero dado que no tengo ni la menor intencion de ser capturado, la distincion sigue pareciendome academica. Con todo, le complacere en ello y por una cantidad adicional de cincuenta unidades mas consentire en usar su Cornucopia.

Haviland Tuf guardo silencio. Jaime Kreen se removio en su asiento. —Dax le esta diciendo que si espera un tiempo cedere, ?verdad? Bueno, pues no es asi. No puede enganarme mas con ese truco, ?me ha entendido? — cruzo los brazos, apretandolos con mas fuerza que nunca—, Soy una roca. Estoy hecho de acero, Mi decision al respecto es tan inquebrantable como un diamante.

Haviland Tuf acaricio a Dax y siguio callado. —Espere cuanto quiera, Tuf —dijo Kreen—. Aunque solo sea por esta vez pienso enganarle, Yo tambien puedo esperar, Esperaremos juntos. y nunca me rendire. ?Nunca! ?Nunca! ?Nunca!

Cuando la Cornucopia de Mercancias Excelentes a Bajos Precios volvio de Caridad una semana y media despues, Jaime Kreen llevaba consigo a tres pasajeros, todos ellos antiguos administradores de Ciudad de Esperanza. Rej Laithor era una mujer de rostro afilado y cabellera gris metalico que habia ocupado la presidencia del consejo, Desde que Moises habia tomado el poder, habia tenido que encargarse de manejar un telar. La acompanaban una mujer mas joven y un hombreton que daba la impresion de haber sido gordo en alguna epoca

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