pasada, aunque ahora la piel colgaba de su rostro en pliegues amarillentos.

Haviland Tuf les recibio en la sala de conferencias. Cuando Kreen hizo pasar a los caritanos, estaba sentado a la cabecera de la mesa con las manos cruzadas sobre ella y Dax enroscado en una postura indolente sobre el pulido metal.

—Me complace que hayan podido acudir —dijo, mientras los antiguos administradores tomaban asiento—. Sin embargo, me dan la impresion de sentir hostilidad hacia mi y lo lamento. Permitanme empezar asegurandoles que no tuve el menor papel en todas sus vicisitudes.

Rej Laithor lanzo un bufido.

—Hable con Kreen cuando me vino a buscar, Tuf, y el me conto todas sus protestas de inocencia. No las creo ahora, mas de lo que cree el en ellas. Nuestra ciudad y nuestra forma de vida fueron destruidas mediante la guerra ecologica y las plagas que Moises desencadeno sobre nosotros, Nuestros ordenadores nos indicaron que solo usted y esta nave son capaces de utilizar tal tipo de guerra.

—Ciertamente —dijo Haviland Tuf—, pero quiza pueda sugerir que si cometen errores de tal calibre con mucha frecuencia, piensen en irlos reprogramando.

—Ya no tenemos ordenadores —dijo con voz lugubre el enflaquecido hombreton—. Pero yo ocupaba el cargo de jefe de programacion y me duele ese ataque a mis capacidades profesionales.

—No debian ser muy buenas, Rikken, o de lo contrario, jamas habrias dejado que esos piojos se cebaran en los sistemas —dijo Rej Laithor—. Sin embargo, eso no hace que Tuf sea menos culpable. Los piojos eran suyos.

—No tengo monopolio alguno sobre los piojos —se limito a responder Haviland Tuf y levanto una mano—. Creo que deberiamos dejar de insultarnos de este modo ya que asi no lograremos nada. En vez de ello, sugiero que discutamos la triste historia y el infortunio sufrido por Ciudad de Esperanza, y que hablemos de Moises y sus plagas. Puede que se encuentren familiarizados con el Moises original, el de la Vieja Tierra escogido como modelo por su antagonista actual. Ese viejo Moises no tenia en su poder ninguna sembradora, ni las herramientas habituales de la guerra biologica. Sin embargo, tenia un dios y ese dios acabo demostrando que era igualmente efectivo. Su gente se encontraba sometida al cautiverio y para liberarles envio diez plagas contra sus enemigos. ?Siguio su Moises el mismo esquema en sus actos? ?Soportaron las diez plagas?

—No le contesten, sin que les pague antes —dijo Jaime Kreen, apoyado en el quicio de la puerta.

Rej Laithor le miro como si estuviera loco. —Ya comprobamos cual era la historia de ese Moises original — dijo volviendose de nuevo hacia Tuf—, y cuando las plagas empezaron a llegar sabiamos lo que podia esperarse. Moises utilizo las mismas plagas que en la historia original pero vario un poco el orden y solo llegamos a sufrir seis de ellas. En ese momento el consejo cedio ante las demandas de los Altruistas, cerro Puerto Fe y evacuo la Ciudad de Esperanza —extendio las manos hacia Tuf—. Mirelas, fijese en las ampollas y en las callosidades. Nos ha dispersado por sus podridas aldeas Altruistas y nos hace vivir como primitivos. y ademas pasamos hambre. Esta loco.

—Primero Moises convirtio las aguas del rio en sangre —dijo Haviland Tuf.

—Fue repugnante —dijo la mujer mas joven—. Toda el agua que habia en la arcologia, las fuentes, las piscinas, la que salia de los grifos. Si abrias el grifo o te metias en la ducha te encontrabas de repente cubierto de sangre. Hasta los lavabos se llenaron de sangre.

—No era sangre autentica —anadio Jaime Kreen—. La analizamos y encontramos que al agua de la ciudad se le habia anadido cierto veneno organico. Pero, fuera lo que fuera, el agua se volvio mas espesa, su color cambio al rojo y ademas resultaba imposible beberla. ?Como lo hizo, Tuf?

Haviland Tuf no hizo caso de su pregunta. —La segunda plaga consistia en ranas.

—En nuestros tanques de levadura, asi como en toda la seccion hidroponica —dijo Kreen—. Yo estaba encargado de la supervision y esa plaga me arruino. Las ranas atacaron toda la maquinaria con sus cuerpos y luego empezaron a morirse, se pudrieron y estropearon toda la comida. Cuando fui incapaz de contenerlas Laithor me despidio. ?Como si todo hubiera sido culpa mia! —Se volvio hacia su antigua jefa torciendo el gesto—. Bueno, al menos no acabe trabajando como esclavo de Moises. Me marche a K’theddion cuando aun era posible marcharse del planeta.

—En tercer lugar —dijo Haviland Tuf—, la plaga de los piojos.

—Estaban en todas partes —murmuro el hombre—, en todas partes. No podian vivir dentro del sistema, claro, y una vez alli se morian, pero eso ya era un buen problema por si solo. El sistema acabo derrumbandose y los piojos siguieron viniendo. Todo el mundo tenia piojos, era imposible librarse de ellos por mucho que te limpiaras.

—En cuarto lugar vino la plaga de las moscas. Todos los caritanos adoptaron una expresion peculiarmente lugubre. Ninguno le contesto.

—En quinto lugar —prosiguio Haviland Tuf—, Moises desencadeno una peste que acabo con todo el ganado de sus enemigos.

—Esa la paso por alto —dijo Rej Laithor—. Teniamos todo el ganado en las praderas, pero pusimos centinelas alrededor de el y tambien en los sotanos donde guardabamos las bestias de carne. Lo estabamos esperando, pero no sucedio nada. Por suerte, tambien paso por alto el granizo y las llagas, aunque me habria gustado ver como conseguia un buen granizo dentro de la arcologia. Paso directamente a las langostas.

—Ciertamente —dijo Haviland Tuf—, la octava plaga. ?Sus campos fueron devorados por langostas?

—Las langostas no tocaron nuestros campos. Se metieron en la ciudad, dentro de los compartimientos sellados donde guardabamos el grano. Tres anos de cosechas desaparecieron en una noche.

—La novena plaga —dijo Haviland Tuf era la oscuridad.

—Me alegro de haberme perdido esa —dijo Jaime Kreen. —Todas las luces de la ciudad se apagaron —dijo Rej Laithor—. Nuestras cuadrillas de reparaciones tuvieron que abrirse paso, a traves de montones de moscas muertas y langostas vivas, mientras se rascaban sin cesar las picaduras de los piojos. Pero ya era inutil, la gente se iba a millares. Ordene el abandono de la ciudad cuando descubrimos que incluso las estaciones energeticas de emergencia estaban llenas de bichos. Despues de eso, todo ocurrio muy aprisa. Una semana despues estaba viviendo en una cabana sin calefaccion, situada en las Colinas del Honesto Trabajo, y aprendia a hacer funcionar un telar —en su voz habia una furia salvaje.

—Su destino me parece realmente digno de compasion —dijo Haviland Tuf con voz placida—, pero no creo que deban desesperar todavia. Cuando me entere de sus apuros, por boca de Jaime Kreen, decidi inmediatamente ayudarles. y aqui estoy.

Rej Laithor le miro con suspicacia. —?Ayudarnos? —dijo.

—Les hare recuperar de nuevo la Ciudad de Esperanza —dijo Haviland Tuf—. Hare pedazos a Moises y su Sacra Restauracion Altruista. La liberare de su telar y le devolvere su terminal de ordenador.

La joven y el hombreton enflaquecido sonreian con cierta incredulidad. Rej Laithor seguia con el ceno fruncido.

—?Por que? —Rej Laithor me pregunta el porque —le dijo Haviland Tuf a Dax, acariciandole Con suavidad —. Mis motivos siempre son puestos en tela de juicio. En esta dura edad moderna que nos ha tocado vivir, Dax, la gente ha perdido la confianza —miro nuevamente a la administradora—. Les ayudare porque la situacion de Caridad me conmueve y porque es obvio que su gente esta atravesando grandes dolores y sufrimientos. Moises no es ningun altruista autentico, como bien sabemos los dos, pero ello no quiere decir que et impulso de la benevolencia y el autosacrificio haya perecido en la humanidad. Aborrezco a Moises ya sus tacticas, el uso que hace de animales e insectos inocentes, de un modo totalmente antinatural, para imponer su voluntad sobre su projimo. ?Le parecen suficientes dichos motivos, Rej Laithor? Si no se lo parecen, basta con que me lo diga y me llevare a mi Arca rumbo a otros lugares.

—No —dijo ella—, no lo haga. Aceptamos. Acepto en nombre de Ciudad de Esperanza. Si triunfa le construiremos una estatua y la colocaremos en lo alto de la ciudad para que sea visible a kilometros de distancia.

—Los pajaros que pasaran sobre ella muy probablemente la usarian como blanco de sus deyecciones —dijo Haviland Tuf—. El viento la iria erosionando y estaria en un lugar tan alto que nadie podria ver sus rasgos Con claridad. Quizas una estatua como esa pudiera halagar mi vanidad pues, a pesar de mi talla, Soy un hombre insignificante al que le complacen ese tipo de cosas. Pero me gustaria mas verla colocada en su mayor plaza publica, donde estuviera a salvo de todos esos posibles danos.

—Naturalmente —se apresuro a decir Laithor—, lo que quiera.

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