Tolly Mune acaricio a Blackjack bajo la barbilla. El gato empezo a grunir guturalmente. Lo dos observaban a Tuf.

—Tuf —dijo ella—, hay millones de vidas en juego, puede que miles de millones. Podria ensenarle cosas que le harian erizar el cabello. Es decir, si es que tuviera algun condenado pelo, claro.

—Dado que no lo tengo, se trata de una obvia hiperbole —dijo Tuf.

—Si consiente en ir en una lanzadera hasta la Casa de la Arana, podriamos tomar los ascensores que llevan a la superficie de S’uthlam y…

—Creo que no lo hare. Me pareceria un acto de lo mas estupido abandonar el Arca dejandola vacia y sin defensas, en pleno clima de beligerancia y con la desconfianza que se ha apoderado ahora de toda S’uthlam. Lo que es mas, aunque pueda tenerme por arbitrario y excesivamente remilgado, con el paso de los anos he acabado perdiendo el grado de tolerancia que antano tuve hacia las multitudes, el vocerio, las miradas groseras, las manos que no deseo tocar, la cerveza aguada y las porciones minusculas de alimentos sin el menor sabor. Tal y como recuerdo, esas eran las principales delicias que se podian hallar en S’uthlam.

—Tuf, no deseo amenazarle.

—Pero esta a punto de hacerlo.

—Me temo que no se le permitira salir del sistema. No intente tomarme el pelo como se lo tomo a Ober. Todo eso de la bomba es un condenado invento y los dos lo sabemos.

—Me ha descubierto —dijo Tuf con rostro inexpresivo.

Blackjack le bufo.

Tolly Mune bajo la mirada hacia el gran gato, sobresaltada.

—?Que no lo es? —dijo horrorizada ?Oh! ?Infiernos y maldicion!

Tuf estaba manteniendo una silenciosa competicion de miradas con el felino de pelo gris plateado. Ninguno de los dos pestaneaba.

—No importa —dijo Tolly Mune. No puede moverse de aqui. Resignese a ello. Nuestras nuevas naves pueden destruirle y lo haran si intenta huir.

—Ciertamente —dijo Tuf. Y, por mi parte, yo destruire la biblioteca celular caso de que intenten abordar el Arca. Al parecer hemos llegado a una situacion de tablas, pero afortunadamente no es preciso que dure mucho tiempo. Mientras iba viajando de un lado a otro por la estrellada inmensidad del espacio, S’uthlam nunca ha estado demasiado lejos de mis pensamientos y, durante los periodos en los cuales carecia de compromisos profesionales, he mantenido una metodica serie de investigaciones para construir una solucion autentica, justa y permanente de sus dificultades.

Blackjack se dejo caer nuevamente en el regazo de su duena y empezo a ronronear.

—?Lo ha conseguido? —dijo Tolly Mune con aire no muy convencido.

—Por dos veces S’uthlam ha venido a mi en busca de una salvacion milagrosa de las consecuencias de su propia locura reproductiva y de la rigidez de sus creencias religiosas —dijo Tuf—. Por dos veces se me ha llamado para que multiplicara los panes y los peces. Pero recientemente se me ocurrio, mientras estaba estudiando un libro que contiene casi todos los viejos mitos, de entre los cuales se ha sacado tal anecdota, que se me estaba pidiendo un milagro equivocado. La simple multiplicacion es una replica poco adecuada a una continua progresion geometrica y los panes y los peces, aunque sean muy abundantes y sabrosos, deben resultar en ultima instancia insuficientes para sus necesidades.

—?De que diablos esta hablando? —inquirio Tolly Mune.

—Esta vez —dijo Tuf—, les ofrezco una respuesta duradera.

—?Cual?

—Mana —dijo Tuf.

—Mana —dijo Tolly Mune.

—Un alimento realmente milagroso —dijo Haviland Tuf—, por cuyos detalles no debe preocuparse. Los revelare todos, en el momento adecuado.

La Primera Consejera y su gato le contemplaron con suspicacia.

—?El momento adecuado? ?Y cuando sera ese maldito momento?

Tuf —Cuando se haya hecho caso de mis condiciones —dijo.

—?Que condiciones?

Primero —dijo Tuf—, teniendo en cuenta que no me atrae en lo mas minimo la perspectiva de pasar el resto de mi vida en orbita alrededor de S’uthlam, debe acordarse mi libertad para que pueda partir una vez completada mi labor aqui.

—No puedo acceder a eso —dijo Tolly Mune—, y aunque lo hiciera el Consejo me echaria del puesto en un maldito instante.

—Segundo —prosiguio Tuf—, la guerra debe terminar. Me temo que no sere capaz de concentrarme adecuadamente en mi trabajo, cuando es muy probable que a mi alrededor estalle en cualquier momento una batalla espacial. Me distraen facilmente las espacionaves que explotan en pedazos, los dibujos formados por el fuego de los laser y los alaridos de los agonizantes. Lo que es mas, no me parece muy util esforzarme por convertir la ecologia de S’uthlam en un mecanismo nuevamente equilibrado y funcional cuando las flotas aliadas amenazan con soltar bombas de plasma encima de mi obra, deshaciendo de tal forma mis pequenos logros.

—Le pondria fin a esta guerra si pudiera —dijo Tolly Mune. Tuf, no es tan condenadamente facil. Me temo que me esta pidiendo un imposible.

—Si no se puede tratar de una paz permanente, al menos que sea una pequena pausa en las hostilidades —dijo Tuf. Podria enviarle una embajada a las fuerzas aliadas y pedirles un armisticio temporal.

—Quiza fuera posible —dijo Tolly Mune no muy segura. Pero, ?por que? —Blackjack emitio un maullido de inquietud. Esta tramando algo, ?maldita sea!

—Su salvacion —admitio Tuf. Le ruego me excuse si me entrometo en sus diligentes esfuerzos por animar a las mutaciones mediante la radiactividad.

—?Nos estamos defendiendo! ?No queriamos la guerra!

—Estupendo. En tal caso, un leve retraso no les causara ningun inconveniente excesivo.

—Los aliados nunca estaran de acuerdo y el Consejo tampoco.

—Lamentable —dijo Tuf—. Quiza deberiamos darle a S’uthlam algun tiempo para meditar. Dentro de doce anos puede que los supervivientes se muestren mas flexibles en su actitud.

Tolly Mune extendio la mano y rasco a Blackjack detras de las orejas. Blackjack miro fijamente a Tuf y un minuto despues emitio un maullido extranamente agudo. Cuando la Primera Consejera se puso bruscamente en pie, el inmenso gato gris plateado salto melindrosamente de su regazo al suelo.

—Usted gana, Tuf —dijo. Lleveme a un aparato de comunicaciones y arreglare todo el maldito tinglado. Cada momento de retraso representa mas muertes —hablaba con voz dura pero, en su interior, por primera vez en meses, Tolly Mune sintio que algo de esperanza se habia mezclado a su inquietud. Quiza pudiera poner fin a la guerra y solucionar la crisis. Quizas hubiera realmente una oportunidad, pero no permitio que en su voz se filtrara ni una pizca de sus sentimientos. Extendio un dedo hacia Tuf y dijo—. Pero no crea que voy a consentir ninguna broma de las suyas.

—?Ay! —dijo Haviland Tuf—, el humor nunca ha sido mi gran virtud.

—Recuerde que tengo a Blackjack. Dax esta demasiado asustado como para servirle de algo y apenas empiece a pensar en traicionarnos, Jack me avisara.

—Mis buenas intenciones siempre son recibidas con sospecha.

—Tuf, a partir de ahora Blackjack y yo vamos a ser sus condenadas sombras. No pienso irme de esta nave hasta que todo se haya solucionado y estare observando con mucho cuidado todo lo que haga.

—Ciertamente —dijo Tuf.

—Intente no olvidarlo —dijo Tolly Mune—. Ahora soy la Primera Consejera. No tiene delante a Josen Rael ni a Cregor Blaxon, sino a mi. Cuando era Maestre de Puerto les gustaba llamarme la Viuda de Acero. Puede pasar una o dos horas meditando en como llegue a conseguir ese maldito nombre.

—Lo hare, no lo dude —dijo Tuf poniendose en pie ?Le gustaria recordarme alguna otra cosa, senora?

—Solo una —dijo ella—, una escena de Tuf y Mune.

—He luchado con suma diligencia para expulsar esa ficcion de mi recuerdo —dijo Tuf—. ?Cual de sus detalles piensa obligarme a recordar?

—La escena en que la gata hace pedazos al centinela con sus garras —dijo Tolly Mune con una leve sonrisa

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