fiarse del ordenador. Arranco un trozo de papel higienico y escribio: «Librate de los microfonos ocultos.» Despues hizo una mueca a su imagen reflejada en el espejo y fue a reunirse con Nicholas.
Ahora el estaba de pie, sosteniendo una copa de vino en cada mano. Las dos estaban casi llenas de un liquido amarillo palido.
—En tu historial decia que te gusta el vino blanco. Este es un Pouilly Fume. No es malo, creo, aunque debo decirte que ya no estoy al tanto de este tipo de cosas.
Ella cogio una de las copas y le paso el trozo de papel higienico. El lo miro, asintio y alzo su copa.
—Por la paz y la amistad.
Bebieron. El vino estaba frio y era bueno.
El dejo la copa.
—No hay ningun plan para esta noche. Puedes descansar un poco, supongo que te hara bien. Manana es la apertura formal de las negociaciones, habra un monton de discursos vacios. Yo no asistire, pero tu tendrias que hacerlo. Vendre por la manana. No deberias ir a ninguna parte sin escolta, Anna, y tu escolta deberia ser alguien que conozcas. Hai Atala Vaihar, o yo. Manana te presentare al tercer hombre. Eh Matsehar. Es miembro del Cuerpo de Arte y ha sido asignado provisionalmente al general. Habla un ingles excelente y supongo que deberias ser capaz de soportar sus modales.
No queria quedarse en aquel sitio sin mas compania que los artefactos humanos de espionaje, pero no supo que decir.
—En la cocina hay mas vino y comida, como te dije. Nadie puede entrar sin tu permiso. No creo que las tias vengan a molestarte, pero si lo hacen recuerda que son mucho mas grandes que tu. TrAtalas con respeto y hablales directamente. No mientas ni intentes ser evasiva. Si no quieres responder a una pregunta, dilo. Los miembros del Pueblo respetan la honestidad, y las personas de Ettin son famosas por su franqueza.
»Hay una bonita cancion que dice…
Hizo una pausa y miro con expresion ausente la pared que tenia ella a sus espaldas:
»Es una traduccion bastante fiel. Siempre me ha gustado la letra de esa cancion, y ahora incluso me gusta la musica. Pasaron varios anos hasta que pude oirla como algo mas que ruido de los alienigenas. —Se acerco a la puerta y toco la pared mas cercana. La puerta se abrio. Nicholas miro a Anna—. Si te sientes sola, recuerda el intercomunicador. Siempre puedes hablar con alguno de los diplomaticos. Buenas noches. No pongas esa cara de enfado, o de preocupacion. No estas en una mala situacion. —Sonrio—. Creeme, he estado en unas cuantas peores.
La puerta se cerro a sus espaldas. Anna se sento en una de las sillas. Era blanda y mullida, tapizada a juego con el dibujo palido e intrincado de la moqueta. Bebio un poco mas de vino, se quito los zapatos de una patada y apoyo los pies en la mesa de madera de nacar. Las patas de la mesa estaban talladas en forma de monstruos retorcidos. Al menos tuvo la impresion de que lo eran. Tenian el aspecto de serlo: escamas, puas, garras y dientes.
Levanto la vista. Habia una luz en medio del techo, que era de metal gris y un material semejante al cristal esmerilado. Le recordo algo de la Tierra. Art Deco, un estilo que habia dominado el arte occidental a mediados del siglo XX. Ahora era una rareza.
Pero tal vez estaba haciendo lo que los humanos siempre hacian: intentar que lo desconocido resultara familiar. Conocian a un individuo de pelaje gris, orejas enormes y pupilas horizontales, y decian: «Tengo un primo igual a usted en Schaumberg, Illinois.»
?Nicholas lo habria dicho alguna vez?
?Como seria vivir absolutamente solo entre los alienigenas?
?Como seria sonar con ser torturado?
En el sueno, las criaturas que lo torturan a uno no son humanos. Uno se despierta de la pesadilla y descubre que alguien lo esta consolando. Alguien lo tranquiliza. ?Cual era la frase que habia usado el general? Construir un sendero de palabras que te devuelvan a la realidad.
Esa persona es inhumana y es tu torturador.
El abismo, penso Anna.
Vacio su copa de vino y luego la que el habia dejado casi intacta. Despues fue a buscar su dormitorio.
Un suelo liso de madera nacarada, paredes desnudas de un material similar al yeso, una cama que no era mas que una plataforma rectangular con un colchon delgado encima. La almohada era lo unico de aspecto totalmente corriente, aunque no la encontro adecuada. Demasiado blanda. El cielo se abria a las estrellas.
Dios mio, penso al mirar hacia arriba. Habia resplandecientes soles unicos, y distantes racimos de estrellas, nubes de gas brillante de todos los colores posibles.
Debia de ser un holograma. La estacion giraba, y aquello permanecia inmovil. En cualquier caso, no habian visto nada parecido al acercarse.
Si era un holograma, era —de lejos— el mejor que habia visto jamas.
Se desvistio. Al pie de la cama habia una manta cuidadosamente doblada. La extendio y se acosto encima, con la mirada fija en el esplendido panorama, hasta que le resulto imposible enfocar la vista. Las estrellas se desdibujaron. Anna se tapo con la manta y se quedo dormida.
II
El general se encontraba en su despacho, el ultimo de una serie que se extendia (en mi memoria) a lo largo de veinte anos, y no se cuanto espacio. Son todos mas o menos iguales. Este tenia un nuevo holograma.
Reemplazaba la pared opuesta a su mesa de trabajo. No habia ventanas: nada que enmarcar. La moqueta se terminaba. Mas alla, unas olas verdosas rompian contra una playa de arena gris verdosa. El cielo estaba encapotado y tenia casi el mismo color que el agua. En la distancia, se alzaban los acantilados y planeaban unas criaturas voladoras. No parecian conocidas.
—?Donde esta eso?
—En una de las colonias… —El general hizo una pausa y se corrigio—. En uno de los mundos que estamos intentando colonizar.
Le hable de los microfonos ocultos.
—Escuchan a las mujeres. Eso es despreciable.
—Te dije que lo harian.
Se estiro hasta el intercomunicador.
—Mis tias deberian saberlo.
—Se lo he comentado a Ettin Per.
—Ah —exclamo—. ?Que ha dicho?
—Esta enfadada. Le he asegurado que los dispositivos habran desaparecido manana, al final del primer
Fijo la vista en el holograma.
—No tendriamos que haber pedido a los humanos que enviaran a Perez Anna. Estamos introduciendo la conducta humana, la falta de respeto y el deshonor en lugares que deberian permanecer a salvo.
—Diselo a tus tias. Fueron ellas quienes decidieron que el Tejido necesitaba averiguar cosas sobre las mujeres humanas.
Aparto la vista. Estaba mirando algo del holograma. Me volvi. Una de las criaturas voladoras habia bajado a
