El hombre comento:
—Una mirada directa es un desafio. Es una de las cosas que significan lo mismo para ambas especies. Por eso el ha bajado la mirada. Esta senalando que no le interesa la lucha.
—Estupendo —repuso ella.
—Me dijeron que usted es la persona con la que debia hablar sobre las luces del mar.
Ella asintio sin dejar de mirar al hombre gris.
—?Podria subir a bordo? Me temo que ellos vendran conmigo, y que querran hacer una comprobacion para asegurarse de que no hay nada que yo pueda danar o que pueda danarme a mi.
Ella lo miro directamente. Era tan corriente como la primera vez que lo habia visto en la pantalla de comunicacion. Esta vez tenia el pelo seco; se le habia rizado, y habia varios mechones grises en la cabellera de color castano claro. Su rostro era muy palido, como si hiciera varios anos que no tomaba el sol.
—Usted es el traductor —anuncio ella, imaginando que eso era mas cortes que llamarlo traidor.
El asintio.
?Que demonios? ?Por que no? Tal vez nunca mas tendria la posibilidad de estar tan cerca de un
El le hablo al alienigena. Los dos soldados subieron a bordo y registraron la barca.
—Tengan cuidado —les grito Anna. Nicholas anadio algo en la lengua de los alienigenas y enseguida subio a la barca. Se apoyo en la barandilla y se dedico a contemplar la bahia. Uno de los seudosifonoforos empezo a emitir destellos amarillos, verdes, blancos, amarillos: un hombre, probablemente.
—De acuerdo —dijo—. ?Que son?
Ella se lo dijo y luego anadio:
—El problema es… que sabemos que su inteligencia guarda relacion con el tamano. Lo descubrimos estudiando a los pequenos. Estos individuos son semidesarrollados y semibrillantes, eso es lo mas probable. Los realmente grandes permanecen en el mar y no hemos descubierto como llegar a ellos.
Los soldados salieron de la cabina y se quedaron de pie, mirandose mutuamente y mirando a Nicholas. El chico —el infante de marina— parecia nervioso. Anna no logro descifrar la expresion del rostro del alienigena, y ni siquiera supo con certeza si tenia expresion. La postura de su cuerpo indicaba una actitud alerta, pero no tensa. No estaba preocupado, pero prestaba atencion, aunque nunca miraba a nadie directamente a la cara. —Eso es muy interesante —opino Nicholas—. Pero no veo por que razon cree que los animales podrian ser inteligentes. En aquel momento, media docena de ellos emitia destellos. Esa noche todos los mensajes eran diferentes. No un coro; tal vez un sexteto, o quiza ruidos emitidos al azar. —?Que puedo decirle? Resulta facil decidir que una especie es inteligente cuando es como nosotros. Su companero, el que esta alli, por ejemplo. Jamas alguien se ha hecho preguntas con respecto a los
El la miro pero no dijo nada.
—Estos individuos que estan aqui —senalo la bahia— son alienigenas completamente; y no estamos seguros de que constituye una prueba de inteligencia en un animal marino que no utiliza herramientas. ?Por que lo pregunta, de todas formas?
—Por curiosidad. Hace unos cuantos dias nos marchamos despues del anochecer y cuando baje la vista estaban alli, destellando; y son visibles desde la isla: parches de luz que se agitan en el mar. Esos son los pequenos, segun dice usted.
»Y tengo que matar el tiempo. Esta noche intentan celebrar Un acto social. Una idea delirante, pero el general siente curiosidad. Jamas ha visto a un grupo de humanos divirtiendose. No creo que funcione. Los
—?Como van las conversaciones? —pregunto ella.
El se encogio de hombros.
—Son los primeros dias, y la diplomacia no es mi especialidad.
Ella quiso preguntarle como habia llegado a esa situacion, pero al parecer no tenia forma de hacerlo. ?Como hace alguien para traicionar a los de su especie? Hablo un poco mas de los animales de la bahia, formalmente conocidos como
El estaba apoyado en la barandilla, con las manos entrelazadas delante de su cuerpo, y parecia relajado; pero ella experimento una sensacion de tension y soledad. La sensacion de tension surgia del cuerpo de el y era tan leve que ella no lo notaba de manera consciente. No tenia idea de por que motivo pensaba que estaba solo. Tal vez lo estaba interpretando.
El se irguio.
—Es hora de que me vaya. Si no me equivoco, a estas alturas el general estara aburrido y tal vez intoxicado. El alcohol no afecta a los
Se marcho, seguido por los dos soldados. Ella se quedo mirandolos hasta que los hombres se desvanecieron en la oscuridad. Que conversacion tan extrana.
V
Raymond la llamo por la manana, cuando ella abandonaba el trabajo.
—Por favor ven a mi despacho, Anna. —Vio la expresion de su rostro y anadio—: Es importante.
Ella cogio el cafe y un panecillo en el comedor y se marcho; estaba hambrienta. En general Ray no le caia bien, y naturalmente no habia votado por el en las ultimas elecciones. Pero, en justicia, era un buen director de la estacion, y sabia como llevarse bien con los diplomaticos y los militares. En ese momento, aquella era una habilidad provechosa.
Habia alguien con el en el despacho: una mujer de uniforme, sentada al otro lado del enorme escritorio. Su piel era del mismo color que el cafe de Anna. Llevaba el corte de pelo reglamentario y el craneo le brillaba como si se lo hubiera lustrado, con el cabello, la estrecha franja de rigor, totalmente tenido de blanco. De sus orejas colgaban unos pendientes hechos con pequenas cuentas de cristal.
Ray anuncio:
—Esta es la comandante Ndo.
—Por favor, tome asiento —dijo la comandante.
Incomoda, Anna obedecio. Tenia migas en la blusa y en los pantalones. Se las quito y busco un lugar donde dejar la taza. No encontro nada mas que el suelo.
—Anoche usted mantuvo una conversacion con Nicholas Sanders —dijo la comandante—. Quiero que me la repita. Por favor, sea lo mas exacta posible y explique la biologia.
—?Por que?
—Anna, por favor —intervino Raymond.
Anna hizo lo que le pedian.
Cuando concluyo, la comandante asintio.
—Muy bien. Se ajusta bastante a la grabacion, salvo que usted entro mas en detalles. ?Tiene algo que anadir? ?Alguna observacion?
Le gustaba el hombre, pero no iba a decirselo a los militares.
—No. ?Quien es el?
La mujer vacilo.
