trabajo. No puedo culparlo. No hay nadie que me iguale como analista de la conducta humana. —Se acerco a la puerta; se detuvo y se volvio para mirarla—. ?Estas segura de que no quieres cambiar de bando, Anna? Podriamos contar con otro experto en humanidad.
—No —respondio ella.
—Lo mas probable es que tengas razon. Del otro lado necesitamos gente que simpatice con nosotros.
Se marcho.
Anna llevo los dos tazones a la cocina. El habia lavado los platos del desayuno y los habia dejado cuidadosamente amontonados, limpios y secos, pero no guardados, como en un mudo reproche.
Al mirar los platos sintio pena por Ettin Gwarha. Imagino lo que seria pasar la vida con alguien a quien le resulta imposible dejar de limpiar.
Un nuevo grupo de mujeres habia llegado en la misma nave que Nicholas y Matsehar. Anna no tenia idea del motivo de su visita. Habian ido a hablar con ella, si. ?Pero por que? La gran discusion habia terminado. La decision estaba tomada; y el equipo de diplomaticos humanos aun no sabia que la humanidad habia sido juzgada y considerada mas o menos pasable. Ahora eso le parecia divertido.
Quedo muy impresionada por una politica de Harag, una mujer de la estatura de Lugala Minti, de grueso pelaje, mas pardo que gris, que la hacia parecer aun mas grande de lo que era. El pelaje era listado, y las arrugas de su rostro formaban una especie de mascara diabolica donde se destacaban los ojos de color amarillo palido. La voz de la mujer era profunda, baja, aspera y metalica. Parecia un motor al que le faltara lubricante.
Era la representante de una region vasta y escasamente poblada del continente mas austral, le comento Indil. En la region habia una serie de linajes, todos ellos pequenos y ninguno claramente enfrentado a otro. La mujer ostentaba aquel cargo gracias a su capacidad para inducirlos a una cierta cooperacion.
—Ten cuidado con ella —le aconsejo Indil—. Hay personas que avanzan por su cuenta, arrastrando detras de si a su linaje. Esta es una de ellas.
Tal como ocurrieron las cosas, se llevaron muy bien. La mujer sentia genuina curiosidad por la humanidad y estaba dispuesta a creer que en el universo habia algo mas que su ventosa llanura. Detras de su rostro aterrador se escondian una mente aguda y un autentico, aunque apagado, sentido del humor.
Anna se acomodo para oir hablar de Harag y de la Region Cooperativa del Noroeste. Harag am Hwil no vio motivo alguno para mostrarse timida ni reservada.
—Nada de lo que se puede convertirse en un arma utilizada en mi contra. Que inquietante debe resultar tener esa clase de informacion.
Era la unica mujer que Anna habia conocido hasta el momento que no llevaba tunica ceremonial. Su atuendo preferido se parecia mucho a un mono cortado a la altura de las rodillas. La tela era de diferentes colores, pero siempre lisa y tosca. Los cierres de las trabillas parecian de oro.
—Es por el pelaje —dijo la mujer, hablando por intermedio de Ama Tsai Indil—. El lugar del que provengo es frio y estoy muy bien aislada. Si llevara el mismo tipo de ropa que las otras mujeres me pasaria el tiempo jadeando.
Miro a Anna y sus ojos amarillos brillaron en la mascara.
—La vida es corta. Hay mucho que hacer. La mejor forma de ahorrar tiempo es hacer las cosas simple y llanamente, y no preocuparse por el aspecto, o por lo que puedan pensar los demas.
—?Como te llevas con las otras mujeres de Ettin? —pregunto Anna.
Intentaba imaginar a aquella dama del mono recortado junto a las Tres Parcas.
—Bastante bien, aunque por supuesto no son ni la mitad de lo que era su madre. ?Con ella si que se podia llegar a un arreglo!
Pasaron una tarde en las habitaciones de Anna, con la compania de Ama Tsai Indil. La mujer de Harag habia llegado con una tetera de ceramica llena de algo parecido al te. Anna tomo vino. Indil bebio un poco de agua; parecia nerviosa. Debia de suponer un verdadero esfuerzo traducir para alguien tan categorico como Hwil. Anna hablo de las diferentes estaciones de investigacion en las que habia pasado gran parte de su vida adulta. Hwil escucho con interes y se bebio el te, que debia de ser ligeramente narcotico. Su postura se relajo un poco. Parecia que en cualquier momento iba a empezar a ronronear. Finalmente dijo:
—No se si habria estado dispuesta a hacer un viaje tan largo como el que has hecho tu, Perez Anna, sobre todo a mi edad. El corto viaje hasta esta estacion me ha sentado mal. Mi digestion no es como deberia ser. Creo que los giros de la estacion hacen que los liquidos de mi interior se agiten. ?Pero tu! Una viajera como tu deberia estar dispuesta a llegar un poco mas lejos. ?Ven a Harag!
—No puedo —respondio Anna.
—?Te refieres a la guerra? —Hizo un ademan, como restando importancia a las palabras de Anna—. Se va a terminar. ?No puedes decir a tus hombres que se pongan a trabajar y terminen lo que estan haciendo aqui?
Anna miro a Indil. Su rostro oscuro y aterciopelado mostraba una expresion de sorpresa.
—?Puedes decir eso a Ettin Gwarha? —pregunto Anna—. ?O a Lugala Tsu?
—Si, aunque en el caso de Lugala Tsu no serviria de mucho. El escucha a su madre y a nadie mas. Ahora que, si tienes que escuchar a una sola persona, Lugala Minti es una buena eleccion. Es energica e inteligente, aunque en los ultimos tiempos su conducta no me ha causado muy buena impresion. Tiene miedo porque el universo esta cambiando de una forma notable para ella… ?como si el universo no cambiara constantemente! ?Como si a la Diosa no le encantara el cambio! Ettin Gwarha me ha dicho que esta haciendo todo lo que puede.
—?Como puedes hablar con el? ?Eres parienta suya? —Uno de mis hermanos es el padre de dos de sus primos, y no me molestaria tener parte de su material genetico para Harag. Pero… —Hwil miro a Indil—. Es posible que otro linaje se nos haya adelantado. ?Si?
La mujer de Harag volvio a hablar, e Indil tradujo. Su voz era serena y melodiosa como siempre, un sorprendente contraste con la ronca voz de baritono de Harag am Hwil.
—Me estoy desviando del tema que nos ocupa. Has viajado mucho, Perez Anna. Piensa en viajar un poco mas. Si vamos a compartir el universo, sera mejor que lleguemos a un entendimiento.
—Me gustaria —respondio Anna, y quedo sorprendida por la vehemencia de su propia voz.
Para entonces ya se habia enterado de muchas cosas relacionadas con la Region Noroeste: una llanura seca con montanas al este y al sur, donde nunca llovia. Sus picos blancos brillaban como nubes en el cielo azul oscuro, y las viejas historias decian que alli vivian fantasmas y espiritus. Ahora los acueductos transportaban el agua hasta ciudades construidas con adobe. Algunos de sus habitantes seguian viviendo del ganado. Otros pescaban. El oceano polar era muy rico.
Una tierra desolada, pero tentadora, como Samarcanda o Tombuctu. La mujer de Harag hablaba de maravillosos bordados, de delicados trabajos en metal, de minas de las que se obtenian piedras verdes y azules, de las rejillas para secar el pescado que se usaban en las poblaciones costeras, con el pescado que se agitaba y brillaba como… ?cual era la figura retorica que habia utilizado Hwil? «Un bosque de hojas plateadas.»
Tambien hablo de la Autoridad de Regulacion del Recurso Hidrico (siempre un centro de conflicto en la region) y del Proyecto Que Hace Brillar y Despeja Todos los Ojos, la Autoridad de Pesca, las cooperativas de compra y venta. (Anna tuvo que inventar algunos de estos nombres despues de que Hwil describiera lo que hacia la organizacion en cuestion. Indil tenia problemas cuando se trataba de traducir terminos burocraticos.) La mujer de Harag tenia tanto interes en aquello —y tal vez mas— como en la tierra y las ciudades, aunque era evidente que las amaba.
Al final de su relato, Anna sintio deseos de viajar hasta alli. Se imagino vagando por mercados, o dando un paseo por una planta desalinizadora. (Esto no era optativo, por lo que pudo deducir de las palabras de Hwil.) O viajando por una polvorienta autopista, junto a animales que no reconocia.
Finalmente la conversacion concluyo, y la mujer de Harag se marcho. Ama Tsai Indil se quedo un rato mas. Anna gruno y apoyo los pies en una mesa.
—?Santo cielo, que mujer!
—Te lo adverti —dijo Indil.
—?A que se referia cuando hablo de material genetico?
Indil guardo silencio unos instantes. Finalmente dijo:
—Tenia intencion de hablar contigo, Anna, ya que no es costumbre nuestra tener a los ninos en el espacio,
