todos reservistas, comenzando por el propio coronel List. De aquellos tres meses Hitler apenas si recordaba otra cosa que su impaciencia por salir hacia el campo de batalla. Los periodicos publicaron durante ese periodo la formidable sucesion de victoriosos avances que condujeron a los ejercitos alemanes hasta el Marne. Los reservistas leian rabiosos que los parisinos ya escuchaban atemorizados el lejano fragor de los canones; parecia claro que la guerra acabaria antes de que ellos completaran la instruccion. Pero los franceses y britanicos lograron frenar la ofensiva alemana y pronto fueron necesarias nuevas tropas para reemplazar a los cansados ejercitos que habian operado sin un dia de reposo durante tres meses. El 21 de octubre de 1914 el regimiento
«… Pronto llegaron las primeras andanadas, que explotaron en el bosque y arrancaron arboles como si fueran arbustos. Nosotros mirabamos muy interesados, sin una idea real del peligro. Nadie estaba asustado. Todos esperabamos con impaciencia la orden '?Adelante!' La situacion era cada vez mas tensa. Oiamos decir que alguno de los nuestros habia caido herido […] Apenas podiamos ver nada entre el humo infernal que teniamos enfrente. Por fin llego la tan esperada orden: '?Adelante!'
»Saltamos en tropel de nuestras posiciones y corrimos por el campo hasta una pequena granja. Las granadas estallaban a derecha e izquierda, pero nosotros no les haciamos ningun caso. Permanecimos tendidos alli durante diez minutos y entonces nos ordenaron de nuevo que avanzasemos. Yo iba al frente, delante de mi peloton. El jefe del peloton, Stoever, cayo herido. ?Dios mio -yo apenas tenia tiempo de pensar- la lucha empezaba en serio! …»
Asi describia Hitler, en una carta de 1915, su primera batalla, en la que aquellos soldados bisonos, con escasa proteccion artillera, fueron empleados como carne de canon, hasta el punto de que en cuatro dias de lucha ininterrumpida el regimiento
El comportamiento de Hitler en estos combates debio ser muy valeroso porque fue ascendido a cabo, recibio la Cruz de Hierro de segunda clase y fue destinado a labores de enlace. De las tres distinciones era esta, probablemente, la mas importante. La tropa que se pudria en las trincheras envidiaba a los enlaces y les consideraba unos enchufados; los enlaces vivian en la retaguardia, comian caliente y siempre hallaban raciones suplementarias de alimentos en el Estado Mayor o entre la poblacion civil; solian dormir en lugares secos y abrigados, a salvo de ataques de artilleria o asaltos imprevistos; no tenian que salir de las trincheras con la bayoneta calada y jugarse la vida en avances segados por las ametralladoras. Si bien eso era parcialmente verdad, a cambio de esas comodidades los enlaces sufrian perdidas mas elevadas que el resto de la tropa, hasta el punto de que operaban por parejas para garantizar que los mensajes llegaran a su destino y aun asi, a veces, ambos perecian en el camino; en los primeros tres anos de guerra, de un total de 14, murieron 12 de los enlaces del batallon de Hitler. Se requeria que fueran muy valerosos, para cruzar sin vacilaciones campos batidos por el fuego enemigo; que tuvieran buen sentido de la orientacion, para localizar las posiciones avanzadas y llegar ellas incluso durante la noche o a pesar de las mayores inclemencias del tiempo, y que fuesen astutos, para burlar a las patrullas enemigas.
Hitler dio sobradas muestras de todas esas virtudes porque sobrevivio a la guerra despues de haber cumplido centenares de misiones, recibiendo solamente una herida. Fue, segun sus jefes y companeros, un soldado que, incluso, se excedia en el cumplimiento del deber, presentandose voluntario en cuantas ocasiones se solicitaban y rechazando hasta 1917 los permisos que reglamentariamente le correspondian. Por eso, a lo largo de la guerra recibio numerosas condecoraciones: la mencionada Cruz de Hierro de segunda clase, la Cruz del Merito Militar de tercera clase con espadas, el diploma del regimiento, la Cruz de Hierro de Primera Clase -una de las mas apreciadas y rarisima entre la tropa-, la Cinta Negra -que se concedia a los que sufrian heridas de guerra- y la Medalla al Servicio Militar de tercera clase. Pese a ser un soldado sin duda heroico, un escrupuloso observador del reglamento -hasta el punto de asistir a los oficios religiosos, pese a su anticlericalismo, porque asi lo decian las ordenanzas- y uno de los hombres de tropa mas condecorados del ejercito aleman, Hitler nunca fue ascendido por encima del modesto grado de cabo.
Esta es una de las cuestiones que mas ha sorprendido a sus biografos al tratar esta epoca. ?Por que no ascendio Hitler en un ejercito que a lo largo de la guerra sufrio cerca de dos millones de muertos, muchos de los cuales eran suboficiales y oficiales? Sin duda se trataba de un tipo excentrico, inquieto, malhumorado; un discurseador que tenia a sus companeros aburridos con sus teorias nacionalistas y antisionistas; un lector retraido, que pasaba muchos ratos leyendo a Schopenhauer y a Nietszche, mientras sus camaradas jugaban a las cartas; un misogino que no solamente no compartia el interes de sus companeros por el sexo femenino, sino que les reprochaba sus aventuras con las muchachas francesas o belgas; su imagen fisica chocaba con los cliches populares en el ejercito: desgarbado, encogido, aparentemente debil; carecia de la concision y claridad que apreciaban los militares: era incapaz de dar una respuesta rapida y concreta; por el contrario, sus informes eran largos, farragosos y cargados de digresiones.
Uno de sus companeros de guerra, destinado tambien a misiones de enlace, Hans Mend, escribio un libro en los anos treinta en que se resaltaban hasta la exageracion las hazanas de Hitler (
Pese a esta vision, la que la mayoria de sus companeros guardo de el correspondia a un hombre aislado, con escasos amigos, incapaz de divertirse con sus camaradas; su tiempo libre solia pasarlo con un libro en las manos o con sus dibujos, algunos de los cuales son bastante mejores que las postales de Viena o Munich. En suma, su caracter, costumbres y apariencia chocaban con los que eran habituales en el ejercito aleman. Algunos biografos han mencionado, incluso, su antisemitismo como una de las posibles causas de su marginacion en los ascensos: en aquel ejercito combatian unos 100.000 judios y lo estaban haciendo con singular distincion, puesto que 23.000 fueron ascendidos y 35.000 condecorados.
Aparte de excentrico, reglamentarista y misogino, Hitler comenzo a disfrutar entre sus companeros de una bien ganada fama de afortunado y casi de invulnerable. Efectivamente, el regimiento