rapidamente sin que el pobre Tornell tuviera una idea exacta de que le estaba ocurriendo.

Aleman reparo en que no tenia tiempo, no habia podido despedirse como Dios manda pero ya pensaria luego en aquello. Se sujeto un panuelo junto a la herida y salio a toda prisa. Todo el mundo estaba en misa, en el pabellon que hacia las veces de comedor. Corrio hacia la cripta. Al dia siguiente llegaba el Caudillo. Se paro justo en la entrada. Llevaba una pequena pala y una linterna. La tierra estaba removida, justo en el suelo, junto a la pared. Tenia que darse prisa, mucha prisa. Al fin hallo lo que buscaba, a no demasiada profundidad: una bomba de relojeria. Un buen trabajo.

– Maldito hijo de puta -murmuro para si sonriendo.

El reloj marcaba las nueve y cuarto. La misa del Caudillo era a las nueve de la manana. Menuda carniceria pretendia provocar. Volando la entrada y con la cantidad de dinamita que habia alli, era dificil que nadie saliera con vida. La muerte del Caudillo en la misa del dia 25, ?que golpe!

Un momento.

Alguien habia cortado los cables.

Aquella bomba no podia estallar.

?Habian cortado los cables!

Un presentimiento le inundo haciendole sentir una gran alegria. ?Era posible?

Suspiro aliviado y tras sustraer un barreno, volvio a enterrar aquello.

Corrio hasta la casa del falangista, Baldomero Saez. Habia un carton en lugar del cristal que el mismo habia roto dias atras. Aprovecho el hueco para meter la mano y hacer girar el picaporte. Entro y fue directo hasta la chimenea. Justo a la derecha, en el lugar exacto que le habia dicho Fermin. Levanto la alfombra. La tabla suelta.

La saco de su sitio: un compartimiento, sin armas, con bastante dinero en efectivo. Rapido, rapido. Hizo su trabajo y salio de alli.

Al barracon de Tornell. Rapido, rapido. Queria comprobar una ultima cosa. No le quedaba tiempo, tenia que encerrarse en casa antes de que todos salieran de la Misa de Gallo, al menos hasta el dia siguiente, para dar tiempo suficiente a Tornell. Cuando llego junto al catre de su amigo sintio que las sienes le iban a estallar.

Sobre la cama, su diario, se lo quedo.

Tenia que comprobar un pequeno detalle, solo uno, pero era muy importante para el. Se tiro al suelo y echo un vistazo pues queria saber que habia escondido. Alli, de cualquier manera, bajo la cama, habia unos alicates.

Unos alicates.

Habia cortado los cables de su propia bomba.

– El muy cabron… -dijo hablando solo.

Su amigo habia renunciado a matar a Franco. Y lo habia hecho por el.

Capitulo 33. La exitosa operacion Brutus

Don Jose Manuel Fernandez Luna, comandante en jefe del SIAEM, se apunto un valioso tanto con el Caudillo al abortar el intento de magnicidio gracias a la brillante y exitosa Operacion Brutus. El caso habia quedado resuelto y los responsables se encontraban a disposicion de la justicia. Todos los participantes en la operacion iban a ser ascendidos. Como habian averiguado previamente, los sediciosos se proponian atentar contra la figura del Jefe de Estado durante la celebracion de la Eucaristia que, a peticion del Caudillo, iba a celebrarse durante el dia de Navidad y a primera hora de la manana en la cueva donde se ubicaria en un futuro el mausoleo del llamado Valle de los Caidos. A tal efecto, dispusieron sus efectivos en torno a los que sospechaban iban a ser los tres tiradores que debian llevar a cabo el cobarde atentado. Justo en el momento de la consagracion, aprovechando que el Generalisimo se hallaba de rodillas y situado en el altar justo delante de todos los asistentes, uno de ellos, Eleuterio Fernandez Vilches, falangista, estudiante de Derecho de diecinueve anos, profirio el grito de: «?Franco, traidor!».

Pensando que aquella debia de ser la consigna elegida por los conspiradores para iniciar los disparos, siete hombres se lanzaron sobre el susodicho, que fue reducido sin problemas. Era un joven escuchimizado y enfermizo que habia intentado sin exito sacar una pistola de su guerrera. Los otros dos conspiradores, Baldomero Saez, falangista, destinado en Cuelgamuros y Jose Antonio Ruiperez, teniente del ejercito y miembro tambien de Falange, fueron reducidos con discrecion, pues ni siquiera habian hecho intento de sacar las armas. Era probable que confiaran en que el otro, mas joven e ingenuo, llevara a cabo el magnicidio cargando con toda la culpa. De inmediato se procedio a interrogar a los implicados -segun procedimiento habitual- y todo fue aclarado. La participacion del estudiante, asi como su confesion manuscrita, habian quedado suficientemente probadas, pero la participacion de los otros dos no quedaba clara, pues solo se podia demostrar que llevaban armas y no si tenian intencion de usarlas. Afortunadamente, habian recibido una nota anonima que les indicaba que excavaran en el suelo, justo en la entrada de la cripta y que registraran la casa de Baldomero Saez. Alli, en la cueva, hallaron una bomba de relojeria programada para explotar a las 9.15 de la manana, o sea, en plena misa. Afortunadamente los cables -quiza mordidos por los roedores, quiza mal soldados por la impericia de los confabulados- estaban sueltos y el artefacto no pudo hacer explosion. De inmediato se registro de nuevo el domicilio de Baldomero Saez y, en un compartimiento secreto sito en el suelo de madera, se hallo una abundante suma dinero en efectivo y un barreno, cuya numeracion coincidia con la serie de los empleados en la bomba.

Cuando se le informo del descubrimiento, Baldomero nego, porfio y acuso a los investigadores de haber colocado el explosivo ellos mismos, pero una vez pasada aquella fase inicial y, muerto de miedo, confeso su participacion en el complot. Aunque, eso si, negaba lo de la bomba, que achacaba a una trampa de sus propios companeros.

Enfadado con ellos y tras sentirse abandonado delato a todos los participantes, que eran: el propio Jose Antonio Ruiperez; don Jorge Magano Saez, comandante de aviacion; Lucio Bartolome, falangista de la centuria Enrique Barco; Laura Alonso, de la Secretaria General de la Seccion Femenina; Juan Ramon Galvez, general de Brigada; Fernando de Redondo de la Secretaria General del Movimiento, y Jesus Callejo Rodriguez, capitan de infanteria. Se procedio a llevar a cabo su inmediata detencion para ser debidamente interrogados. Otro de los implicados, un fanatico falangista de Valladolid, Martin Exposito, se les escapo por muy poco ayudado por un cura amigo suyo, Carlos Canales, que tenia contactos en Sudamerica. El agente del SIAEM Fermin Marquez, alias agente «Patrick Ericsson», infiltrado en el campo durante meses, fue ascendido a teniente y brillantemente condecorado.

TELEGRAMA ENVIADO DESDE NUEVA YORK

Y RECIBIDO POR DON ROBERTO ALEMAN EL

15 DE ENERO DE 1944

CARTA ENTREGADA EN MANO

A DON ROBERTO ALEMAN

EL 7 DE OCTUBRE DE 1947

POR DON GILBERTO ASUNCION

Estimado Roberto:

Se que he tardado mucho tiempo en ponerme en contacto contigo pero solo quiero que sepas que no fue por desagradecimiento sino todo lo contrario. No queria comprometerte. Espero que recibieras el telegrama en clave que te envie pero no se me ocurrio otra forma de hacerlo pues no me atrevia a ponerme en contacto contigo por temor a perjudicarte. Me imagino que tras mi fuga se produciria la subsiguiente investigacion, y aunque se que estas bien situado, nada me desagradaria mas que saber que habias tenido que pagar un alto precio por ayudarme.

Desde que llegue a este pais no pasa un dia sin que me acuerde de ti y sin que me invada la zozobra por

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