»Ya es perfectamente capaz de manifestarse. Su transito fue apacible y estaba muy preparado. No hubo dolor ni confusion para su espiritu. En el otro lado, ya esta listo para empezar a trabajar por nosotros.

»La primera vez le he visto en un fogonazo, durante el silencio de dos minutos.

»Le he visto con claridad y nitidez cuando estaba transmitiendo mis mensajes.

»Ha venido, se ha puesto a mi espalda y me ha animado mientras yo hacia mi trabajo.

»He reconocido una vez mas su voz clara, inconfundible. Se ha comportado como el caballero que siempre fue.

»Esta con nosotros en todo momento, y la barrera entre los dos mundos es solo transitoria.

»No hay nada que temer del transito, y nuestro gran campeon lo ha demostrado compareciendo aqui esta noche.

La mujer a la izquierda de George se apoya en el reposabrazos de terciopelo y susurra. «Esta aqui.»

Varias personas se han levantado, como para ver mejor el escenario. Todo el mundo tiene clavada la mirada en la silla vacia, en Estelle, en la familia Doyle. George se siente atrapado de nuevo por un sentimiento colectivo que trasciende, que aplasta el silencio. Ya no le atenaza el miedo de cuando ha pensado que su padre le buscaba, ni el escepticismo de cuando ha aparecido Emily Davison. Siente, a su pesar, una especie de reverencial cautela. En definitiva, estan hablando de sir Arthur, el hombre que de buen grado puso sus aptitudes de detective al servicio de George, que arriesgo su propia reputacion para salvar la de George, que contribuyo a devolverle la vida que le habian arrebatado. Sir Arthur, un hombre de maxima integridad e inteligencia, creia en estos sucesos que George acaba de presenciar: seria impertinente que el salvado abjurase ahora de su salvador.

No cree que este perdiendo la cabeza ni el sentido comun. Se pregunta: «?Y si en la reunion hubiese la mezcla de verdades y mentiras que ha detectado antes? ?Y si algunas partes de lo presenciado fueran patranas y otras partes autenticas? ?Y si la teatral medium Estelle, a despecho de ella misma, trajera en verdad noticias de paises lejanos? ?Y si sir Arthur, en la forma o el lugar donde se encuentre, no tiene mas remedio, a fin de establecer contacto con el mundo material, que utilizar como cauce a quienes tambien, parte del tiempo, son fraudulentos? ?No seria acaso una explicacion?».

– Esta aqui -repite la mujer a su izquierda, con un tono normal de conversacion.

Recoge sus palabras un hombre sentado doce asientos mas alla. «Esta aqui.» Dos palabras pronunciadas con un tono cotidiano, que se proponen llegar a unos pocos metros de distancia. Pero el aire esta tan cargado en el recinto que parecen amplificarse como por arte de magia.

– Esta aqui -repite alguien en el gallinero.

– Esta aqui -responde una mujer en el anfiteatro.

Entonces un hombre al fondo de las butacas lanza un alarido, con el tono de un predicador evangelista:

– ?ESTA AQUI!

Por instinto, George se agacha a recoger los prismaticos y los saca del estuche. Los aprieta contra sus gafas y trata de enfocar el estrado. El indice y el pulgar, nerviosos, giran la rosca y pasan de largo el foco en ambas direcciones; al final aterrizan en el punto medio. Examina a la medium extatica, la silla vacia, la familia Doyle. Lady Conan Doyle, desde el primer anuncio de la presencia de sir Arthur, no ha cambiado de postura: la espalda recta, los hombros cuadrados, la cabeza en alto, la mirada fija y -como George advierte ahora- algo parecido a una sonrisa en la cara. La joven rubia y coqueta que conocio brevemente tiene el pelo mas oscuro y un aspecto de matrona; el la ha visto siempre al lado de sir Arthur, que es donde ella afirma aun que esta. Mueve los prismaticos de un lado para otro, hacia la silla, la medium, la viuda. George nota que respira rapido y bronco.

Le tocan el hombro derecho. Baja los prismaticos. La mujer mueve la cabeza y dice con voz suave:

– Asi no puede verle.

No le esta reprendiendo; solo le explica como son las cosas.

– Solo le vera con los ojos de la fe.

Los ojos de la fe. Los ojos de sir Arthur cuando se conocieron en el Gran Hotel de Charing Cross. Habia creido en George; ?ahora George deberia creer en sir Arthur? Las palabras de su defensor: no pienso, no creo, se. Sir Arthur emanaba una envidiable, reconfortante sensacion de certeza. Sabia cosas. ?Que sabe el, George? ?Sabe algo, en suma? ?Que cantidad de conocimiento ha adquirido en sus cincuenta y cuatro anos? Sobre todo, se ha pasado la vida aprendiendo y esperando ordenes. La autoridad de los demas es importante para el; ?tiene alguna autoridad propia? A los cincuenta y cuatro anos piensa muchas cosas, cree unas cuantas, pero ?de verdad puede afirmar que sabe?

Los gritos de los testigos de la presencia de sir Arthur han cesado ya, quiza porque no ha habido una respuesta acorde desde el escenario. ?Cual ha sido el mensaje de lady Conan Doyle al principio del acto? Que nuestros ojos terrenales no ven mas alla de las vibraciones terrenas; que solo los que poseen esa vista adicional, el don de Dios que llamamos clarividencia, verian a la querida figura entre nosotros. En efecto, habria sido un milagro que sir Arthur hubiera conseguido dotar de poderes clarividentes a las diversas personas que aun siguen de pie en diferentes partes de la sala.

Y ahora Estelle vuelve a hablar:

– Tengo un mensaje de Arthur para ti, querida.

Tampoco esta vez lady Conan Doyle vuelve la cabeza.

La medium, con un lento revuelo de raso negro, se desplaza hacia la izquierda, hacia la familia Doyle y la silla vacia. Al llegar junto a lady Conan Doyle, se coloca a su vera y un poco mas atras, mirando hacia el palco donde se encuentra George. A pesar de la distancia, sus palabras se oyen bien.

– Sir Arthur me ha dicho que uno de vosotros ha ido al cobertizo esta manana.

Aguarda, y como la viuda no contesta, la incita:

– ?Es cierto?

– Pues si -responde lady Conan Doyle-. He sido yo.

La medium asiente y continua:

– El mensaje es: dile a Mary…

En ese momento, otra nota estentorea brota del organo. La medium se inclina para acercarse mas y sigue hablando al socaire del ruido. Lady Conan Doyle asiente a intervalos. Despues vuelve la mirada hacia la figura corpulenta, vestida de etiqueta, del hijo que esta a su izquierda, como si le interrogara. El, a su vez, mira a Estelle, que ahora dirige la palabra a los dos. El otro hijo se levanta entonces y se une al grupo. El organo resuena sin cesar.

George no sabe si ahogan el mensaje por deferencia a la intimidad de la familia o si forma parte del guion escenico. No sabe si ha visto verdades o mentiras, o una mezcla de ambas. No sabe si el fervor claro, sorprendente, muy poco ingles, de quienes le rodean esta noche es una prueba de supercheria o de creencia. Y si de creencia, si es verdadera o falsa.

La medium ha terminado de comunicar su mensaje y se vuelve hacia Craze. El organo sigue atronando, aunque ya no haya nada que ensordecer. Los Doyle se miran unos a otros. ?Como concluira ahora el acto? Ya se han cantado todos los himnos, rendido los homenajes. Ya ha sido realizado el audaz experimento, sir Arthur ha comparecido entre ellos, han notificado su mensaje.

El organo sigue sonando. Ahora parece fluctuar hacia los ritmos que despiden a los feligreses despues de una boda o un entierro: insistentes e incansables, reincorporan a la gente al mundo cotidiano, sucio, sublunar, sin magia. La familia Doyle abandona el estrado, seguida por los responsables

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