uno de espaldas al otro y a una distancia de varios metros; Arthur, con un bloc de dibujo en la rodilla, bosquejo una figura e intento transmitir la imagen a Ball por medio de una intensa concentracion mental. El arquitecto dibujo despues todas las formas que su mente parecia proponer. Acto seguido invirtieron el procedimiento, con el arquitecto como remitente de figuras y el medico como destinatario. Los resultados, para su sorpresa, revelaron una coincidencia notablemente mayor que la aleatoria. Repitieron el experimento suficientes veces como para llegar a una conclusion cientifica: a saber, que si se daba una sintonia natural entre el emisor y el receptor, la transmision del pensamiento podia en efecto realizarse.

?Que significaba aquello? Si el pensamiento podia transmitirse a traves de la distancia sin medio alguno evidente de transporte, el puro materialismo de los profesores de Arthur era, como minimo, demasiado rigido. La coincidencia de figuras dibujadas que habia conseguido con Stanley Ball no permitia el retorno de angeles con espadas relucientes. Pero suscitaba un interrogante, y bien terco, por cierto.

Muchos otros estaban empujando los muros blindados de un universo materialista. El mesmerista profesor De Meyer, que era famoso -segun los periodicos de Portsmouth- en todo el continente europeo, llego a la ciudad y convencio a varios jovenes saludables de que hicieran todo lo que el les mandaba. Algunos se quedaron boquiabiertos y no podian cerrar la boca a pesar de las risas de los espectadores; otros cayeron de rodillas y no lograron levantarse sin el permiso del profesor. Arthur se puso en la fila de candidatos en el escenario, pero la tecnica de Meyer no pudo hipnotizarlo ni le impresiono. Aquello tenia mas de vodevil que de demostracion cientifica.

El y Touie empezaron a asistir a sesiones de espiritismo. Stanley Ball las frecuentaba; tambien el general Drayson, el astronomo de Southsea. Hallaron las instrucciones para dirigir una sesion en Light, el semanario de parapsicologia. Las sesiones empezaban con una lectura del primer capitulo de Ezequiel: «Iban dondequiera que hubiera de ir el espiritu, alli donde el espiritu iba». La vision del profeta -el torbellino y la nube grande y el resplandor y el fuego y los cuatro querubines, cada uno con sus cuatro caras y sus cuatro alas- preparaba a los presentes para ser receptivos. A esto le seguia la vela titilante, las penumbras opacas como fieltro, la concentracion mental, el vaciado del yo y la espera colectiva. Una vez, un espiritu que respondia al nombre del tio abuelo de Arthur aparecio detras de el; en otra ocasion, un hombre negro con una espada. Al cabo de unos meses, luces de espiritus se hicieron a veces visibles, incluso para Arthur.

No sabia con certeza que peso probatorio habia que otorgar a aquellos circulos de actuacion conjunta. Mas convincente considero a un viejo medium al que conocio en casa del general Drayson. Al cabo de diversos preparativos de una indole un tanto dramatica, el anciano entro en un trance de respiracion dificultosa y empezo a impartir consejos y comunicaciones de espiritus a su pequeno y callado auditorio. Arthur habia ido armado de un absoluto escepticismo, hasta que los ojos velados le enfocaron y una voz feble y lejana pronuncio estas palabras:

– No leas el libro de Leigh Hunt.

Fue algo mas que asombroso. Arthur llevaba unos dias preguntandose si leer o no Dramaturgos comicos de la Restauracion, de Hunt. No habia hablado del asunto con nadie; y no era de esos dilemas que pudiera consultar con Touie. Pero que le dieran una respuesta tan precisa a una pregunta no formulada… No podia ser un truco de magia; solo podia haber ocurrido gracias a la capacidad de la mente de un hombre de acceder a la de otro de una manera aun inexplicable.

Arthur quedo tan persuadido por la experiencia que la describio en Light. El episodio era una prueba mas de que la telepatia funcionaba; nada mas, de momento. Era todo lo que habia visto hasta entonces: ?que era lo minimo, no lo maximo, que cabia deducir? Aunque si se seguian acumulando los datos fidedignos, quiza hubiese que considerar mas que lo minimo. ?Y si todas las certezas anteriores se volvian menos ciertas? ?Y, en realidad, que resultaria ser lo maximo?

Touie veia el interes de su marido por la telepatia y el mundo del espiritismo con la misma atencion comprensiva y vigilante con que observaba el entusiasmo de Arthur por el deporte. Las leyes de los fenomenos paranormales le parecian tan arcanas como las del criquet, pero presentia que en ambos casos era deseable un resultado seguro, y afablemente suponia que el le informaria cuando lo hubiesen obtenido. Ademas, estaba muy absorta en su hija, Mary Louise, cuya existencia se habia producido gracias a la aplicacion de las leyes menos arcanas y menos telepaticas que conocia la humanidad.

George

La «disculpa» de George en el periodico brinda al vicario una nueva via de investigacion. Visita a William Brookes, el ferretero del pueblo, padre de Frederick Brookes, el supuesto cofirmante de George. El ferretero, un hombre bajo y rechoncho, que lleva un delantal verde, conduce a Shapurji a un almacen donde cuelgan fregonas, cubos y baneras de cinc. Se quita el delantal, abre un cajon y le entrega la media docena de cartas de denuncia que su familia ha recibido. Estan escritas en el consabido papel rayado, arrancado de un cuaderno, aunque la letra varia aun mas.

La carta de encima es un garabato infantil e inseguro: «Como no te apartes del negro te asesinare a ti y a la senora Brookes conozco vuestros nombres y dire que vosotros lo escribisteis». Otros exhiben una escritura que, incluso desfigurada, parece mas energica. «Tu hijo y el de Wynn han escupido a la cara de una vieja en la estacion de Walsall.» El redactor pide que como recompensa se le envie dinero a la estafeta de Walsall. Una carta posterior, prendida con un alfiler a esta otra, amenaza con denunciarlos si no cumplen la exigencia.

– Supongo que no mandaria el dinero.

– Por supuesto que no.

– Pero ?enseno las cartas a la policia?

– ?A la policia? No vale mi tiempo ni el suyo. Solo son ninos, ?no? Y como dice la Biblia, palos y piedras pueden romperme los huesos, pero las palabras nunca me haran dano.

El vicario no corrige la fuente de Brookes. Ademas, intuye en su actitud cierta pereza.

– Pero ?no ha hecho mas que guardar las cartas en un cajon?

– He preguntado por ahi. Le pregunte a Fred que sabia.

– ?Quien es ese Wynn?

Al parecer, Wynn es un panero que vive varios pueblos mas alla, en Bloxwich. Tiene un hijo que va a la escuela de Walsall con el chico de Brookes. Se encuentran en el tren todas las mananas y suelen regresar juntos. Hace algun tiempo -el ferretero no especifica cuanto-, acusaron al hijo de Wynn y al joven Fred de romper la ventanilla de un vagon. Ambos juraron que habia sido un chico llamado Speck, y al final los responsables del ferrocarril decidieron no presentar cargos. Quiza este hecho tuviese algo que ver. Quiza no.

El vicario no entiende la desidia de Brookes en este asunto. No, Wynn padre no ha recibido ninguna carta. No, Wynn hijo y el hijo de Brookes no son amigos de George. Esto ultimo no es ninguna sorpresa.

Shapurji refiere este dialogo a George antes de la cena y se declara animado.

– ?Por que esta animado, padre?

– Cuanta mas gente haya afectada, mas probable es que descubran al granuja. Cuanta mas gente persiga, mas probable es que cometa un error. ?Conoces a ese chico, el tal Speck?

– ?Speck? No -dice George, moviendo la cabeza.

– Y tambien me alienta en un sentido que persigan a la familia Brookes. Eso demuestra que no se trata de un mero prejuicio racial.

– ?Eso es bueno, padre? ?Que te odien por mas de un motivo?

Shapurji sonrie para sus adentros. Siempre le deleitan estos fogonazos

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